Relatos desde el
Camino de Santiago
Desde Pamplona
¡Tres días de camino y ya parece que este hubiera sido mi estado habitual toda la vida!!!.
Tras dormir nervioso en Sain Jean partí el 1 de mayo, a las 7 de la mañana. Amanecía, salí a la calle y me dije “LISTOS YA!!”, y así comencé, así nomás. Pasé la puerta medieval que cierra la citadelle y ya estaba en camino.
Había dos posibilidades: un camino alto y uno bajo. El primero difícil y peligroso, el segundo sencillo. Mi idea era, obviamente, el segundo, pero… seguí a la gente y cuando me dí cuenta estaba yendo por el primero. Un horror, porque hacía muchísimo frío, y todo estaba muy mojado. Esta ruta es la que se llama “de Napoleón”, porque por ahí fueron sus tropas. Empezó a llover, así que guardé LA campera y EL sweater en la mochila para que no se mojaran. Me puse la capa, apreté los dientes y comencé a subir los Pirineos.
Se supone que lo lindo de este camino es el paisaje que no vi NUNCA, porque la neblina era demasiado intensa. De pronto la lluvia se convirtió en nevizca, y yo con mi camisa finiiiita, la capa arremolinada por el viento e informe en torno a mi cuello, la mochila hartantemente pesada, la faltriquera molestándome en el costado al ser apretada por el cinto de la mochila y un poco de hambre. No había NINGUN lugar donde parar a comer un delicioso sandwich que me había comprado hábilmente al salir. Además… si paraba me CON GE LA BA.
Así que lo mejor fue seguir adelante, no pensar mucho y mantener un ritmo ágil y seguro para seguir en calor. Terminé cruzando los Pirineos EN CAMISA (¡!!!), con un frío tremendo y un deseo incesante de estar en un lugar cálido donde mi única preocupación fuera tomar un té con masitas.
Llegué a Roncesvalles EMPAPADO y helado, directo al albergue de peregrinos. ¡No se imaginan lo que es eso!!! Un galpón inmenso, donde hay unas 250 cuchetas, casi pegadas, y ahí dentro TODA LA GENTE DEL MUNDO en un espectáculo curioso y natural, una especie del “muestrario de la humanidad en vivo”. De las literas colgaba todo tipo de andrajos, y especialmente MUCHAS bombachas (las mujeres son, evidentemente, muy afectas a lavarlas, siempre), pero además había capas, bordones, mochilas abiertas por el piso, viejas envueltas en pequeños toallones, viejos decrépitos en slips decadentes, jovenzuelas de Europa del Este de risas gigantes y otras gentes que por doquier iban y venían en un moverse incesante hacia no sé dónde. Unos secaban botas, otros preparaban té, los demás consolaban a los que lloraban (por el terror pasado, por el frío, por la incomodidad, por la nueva situación de saber que por un mes la privacidad no existirá en nuestras vidas…). Otros, como yo, resignados comíamos un sandwich sentados en la cama, sin pantalón y semi cubiertos con la bolsa de dormir mientras nos sacábamos las gotas de barro secas de las manos. Extraño, grotesco y pintoresco. Me hice un té (bastante similar al de mis deseos) y me metí en la ducha.
A la mañana siguientes siguió la peregrinación con iguales dosis de locura. A las 6 de la mañana uno de los hospitaleros nos despertó cantando un salmo gregoriano (lo que, sin duda, alimentó la fantasía medievalizante de muchos), todo el mundo se levantó, y comenzó una partida incesante que nos llevó al siguiente pueblo.
Varios YA abandonaron, porque no se lo bancaron, porque se quebraron (sic), porque sintieron pavor de las terroríficas laderas de los Pirineos Navarros. Con barro hasta la ingle llegué a Zubirí a mediodía, me instalé y ya pude hacer una vida más tranquila. Había sol, todo el día lo hubo. Lavé la ropa (la ÚNICA ropa) y me dediqué a disfrutar, a charlar y a conocer gentes.
Los españoles no parecen muy afectos a compartir con los sudakas, pero sí los italianos, entre otros. Hice buenas migas con cinco italianos y charlamos bastante, pero con quien más he compartido cosas es con un polaco que habla alemán. No puedo olvidar mi deuda de gratitud hacia la caridad polaca que otrora me salvara casi la vida, así que tampoco puedo dejar de asistir a este pobre tipo que necesita que alguien le traduzca un poco (aquí NADIE habla alemán), así es que mi camino por España se ha convertido en un curso intensivo de conversación en alemán.
Me impresiona la memoria (o me impresiona MI memoria). Comencé hace tres días a hablar alemán nuevamente después de AÑOS, y la verdad es que me quedo atónito frente a todo lo que puedo recordar, de la nada. Me da risa, porque tengo un hermoso alemán bíblico-poético, tras tanta cantata de Bach o motete de Praetorius, entonces no me cuesta decir que “viene el salvador de los gentiles”, que “tengo suficiente”, que “despertad, la voz os llama”, o que “mi alma canta la grandeza del Señor”, pero no encuentro palabras para la cotidianeidad de pedir que me esperen, o de ofrecer una taza de sopa. Es gracioso. Este tipo es ingeniero y se vino sólo, dejando a su familia por un mes, tiene MUCHAS ganas de hablar de cosas, pero a veces se complica, por ejemplo cuando propone que charlemos sobre los romanos en Cartago, o sobre Pizarro y los incas (imagínense esos temas EN ALEMÁN!). Voy airoso hasta el momento, pero eso suma un poco más de esfuerzo mental (que quizás venga bien para olvidar el inmenso esfuerzo físico).
Por lo demás, todo magnífico. El camino no parece difícil desde acá, pero es largo. Esta mañana me levanté de un sueño en alemán (sic) y me dije “ich BIN der Schmerz” (yo SOY el dolor), es que sentí que me dolía TODO, mientras me reía de lo bizarro del pensamiento, su idioma y la situación.
Tras caminar toda la mañana, estamos en Pamplona, que es una ciudad linda a la que quizás alguna vez me refiera. Los paisajes son hermosos, hay muchísimos pájaros increíbles y bosques multicolores, la verdad es que es muy grato todo esto.
Me acordaba hoy de una frase de la Madre Teresa, con la que me despido de ustedes:
“LO INCREÍBLE NO ES LO QUE HACEMOS, SINO QUE NOS GUSTE HACERLO”
Besos, abrazos y apretones de manos a todos y cada uno.
Hasta pronto
Ramiro
Pamplona, 3 de mayo de 2009
Ramiro Albino
Músico, periodista y especialista en comunicación visual. Desarrolla una extensa labor de estudio y difusión de la música preclásica, con especial interés en el repertorio colonial americano, a través de su actividad artística y pedagógica que lo ha llevado por toda la Argentina y numerosos países de Europa y América. De manera paralela se dedica a la docencia y a la investigación, y colabora con importantes medios de Buenos Aires. En Instagram y Twitter: @ramiroalbino