Por algún motivo aquel viejo y frondoso árbol es hoy tan solo un tocón. Un esmerado empleado municipal se apresurará a quitarlo de en medio, por aquello de despejar y limpiar -así sea el testimonio que recuerda que allí un árbol dio sombra y oxígeno, humedad y reparo-.
Pero el artista llegará a tiempo para convertirlo en otra cosa y convertirlo en mucho más de lo que pudo ser. Claro que ahora, intervenido por un ser humano especialmente sensible, se otorgará un nuevo paisaje a ese espacio citadino.
Es ahí cuando comenzará ese diálogo, esa búsqueda, ese encuentro tan bello como esperable. A fuerza de gubias, formones, escofinas, limas, cepillos, sierras y mazos; la obra será aparecida rutilante y hermosa, tal cual fue visualizada en la mente y el corazón del creador. Federico sabe muy bien de lo que hablo.
Federico Arcidiácono
Nace en Mendoza en 1980, en el departamento de Godoy Cruz. Hijo y nieto de ebanistas y artistas. Estudia en la Escuela Provincial de Bellas Artes. Ha participado en numerosas muestras colectivas. Ha realizado gran cantidad de esculturas públicas talladas en arboles caídos del arbolado público, en casi todos los departamentos de Mendoza.


