Es otro modo de decir “barajar y dar de nuevo…”, porque las aguas del Paraguay van después al Paraná y de todo eso, y mucho más, resulta el río de La Plata, cuyo color también varía según el cambiante cielo que refleja y las marejadas que lo atormentan.. Así es la vida de los pueblos y aún la de los mismos hombres, cuya vanidad y petulancia suele pretenderse producto de esquemas mentales.
En esto del quehacer político todos nos conocemos y somos gitanos viejos, de modo que nadie va a engañar a nadie. Todos nos conocemos errores y aciertos, recíprocamente, aunque no lo confesemos y tal vez sea demasiado pedir, exigir “golpe de pecho” en público. Basta que se den en privado y lo importante es que sean sinceros, cosa que puede ser, si sinceros fueron también los errores. Culpas tienen los que confundieron toda afirmación de soberanía y toda tentativa de ser nacional en el epíteto de “nazismo”, terminando por jugar con el país, por mayor sumisión a los slogans de propaganda que a nuestros intereses vitales.
Ahora se hace el mismo juego con el epíteto de “comunismo”, pero lo lamentable sería que quienes no se dejaron confundir ayer, se dejaran confundir hoy. Y más lamentable aún que en realidad los que parecen estar bien hoy y los que lo estuvieron ayer, ni ayer ni hoy se hayan manejado por la pasión argentina que mueve a nuestras multitudes y solo por esquemas ideológicos a los que sacrifican nuestro quehacer común e inmediato.
Arturo Jauretche
Del libro: Barajar y dar de nuevo (pág. 139)
Editorial: Colihue / Los Nacionales – Buenos Aires 2010
Arturo Jauretche… ese olvidado
Leyendo detenidamente a Jauretche descubrimos -aparte de las metáforas-, su inteligencia perspicaz y claramente dirigida a un objetivo. Su pensamiento siempre se caracterizó por defender el interés nacional. Es más, decía que lo verdaderamente nacional era popular y por lo tanto debían cumplimentarse, ya que el interés nacional nada vale sin atender al interés popular. Defender el interés popular sin tener en cuenta la cuestión nacional, llevaba a mal interpretar la realidad y correr el riesgo de actuar al servicio de ideologías que se pretenden confrontar o combatir.
Sabemos de la convergencia, en lo que va de este siglo, del pensamiento nacional en unión con el pensamiento progresista, fenómeno que se da en ese vasto movimiento que es el peronismo. El predominio de una sobre la otra implica el desequilibro. Pero el equilibrio es lo que este movimiento necesita para desempeñarse con éxito en la política. Jauretche sostenía que lo más importante es atender al interés popular. Muchas veces la vehemencia ideológica de dirigentes lleva a cometer errores orientados por sus preceptos ideológicos, sin mala intención, pero que perjudican al pueblo. Al mencionar la palabra “slogans” como en el texto que antecede, don Arturo alude a la presión mediática que expresa el interés del “establishiment” que siempre trata de influir caprichosamente sobre la población en función de sus intereses, claro está.
Toma como ejemplo las palabras-concepto como “nazismo” y “comunismo”, que tanto en su tiempo como en el actual eran y son utilizadas por los grandes diarios ayer -y los grandes medios hoy- para azuzar e intentar dividir al pensamiento popular.
Así ocurre que, como en el caso del peronismo, hay conceptos del nacionalismo, como del progresismo que ya están arraigados en unos y otros sectores, que sólo sirven para generar conflictos innecesarios cuando se los trata de imponer compulsivamente.
Jauretche titula el texto del comienzo (del que presentamos tan solo una parte), como una actitud que siempre aparece como recurrente en la política. Insinúa que para afrontar nuevas situaciones hay que “juntar las cartas, mezclarlas y volver a empezar el juego”. Así ocurrió con la formación del Frente de Todos, que representó la unión de distintos sectores del peronismo, logró triunfar en las elecciones de octubre de 2019, siendo que venían de enfrentamientos ideológicos que parecían irreconciliables. Pero la necesidad de derrotar electoralmente al frente neoliberal de Juntos por el Cambio, ayudó a soldar las partes.
Nos permitimos insistir en la importancia que nuestro sabio autor citado da a la cuestión nacional que hace a la idea de soberanía, concepto poco esgrimido en los últimos tiempos, quizá por temor a que quien lo utilice sea tomado por filo nazi o fascista o, sin llegar a tanto, como que “está pasado de moda”. Recordemos que en política no hay modas sino intereses y en ese sentido Jauretche insiste en el predominio del interés popular -que es nacional- por sobre todas las cosas. Siguiendo en esta línea debemos recordar que no solo las palabras y las ideas que las representan, si no también los símbolos y banderas que son abandonados o poco usados por quienes representan el interés popular, son tomadas por sus enemigos políticos, llevando a la confusión a sectores populares no muy compenetrados del tema político.
Ese equilibrio que plantea Jauretche como indispensable entre lo nacional y lo popular, es el que le permitió al peronismo resistir dieciocho años de proscripción y persecución política, tiempo en el que don Arturo desarrolló su perfil de escritor militante y extendiéndonos en el tiempo, el que dio al movimiento peronista salud y persistencia política a lo largo de 75 años.
Es bueno recordar que este autor merece ser leído por su notable prosa, su claridad ideológica y su convocante picardía. Títulos como “El medio pelo en la sociedad argentina”, “La prosa de hacha y tiza”, “Filo, contrafilo y punta”, entre otros… siempre son lectura recomendada. “Polémicas de Jauretche” es un trabajo de compilación de artículos escritos en semanarios, diarios y revistas por el gran pensador y polemista, recopilados por Norberto Galasso y Julio Darío Alessandro, del que “Barajar y dar de nuevo” es su cuarto tomo.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político.


