En recuerdo del Negro Fontanarrosa
Filosofía de lo popular
Llegaba del potrero de jugar ese picadito con amigos, se pegaba una ducha y comenzaba a escribir o a dibujar. No importa cuál camino tomara primero, porque a ese seguiría el otro. En todos los casos, sin serlo parecía un médico especializado que hace una vivisección de la argentinidad.
Disponía los personajes sobre su mesa de trabajo y los hacía hablar (ya sea en globitos de diálogo de historieta o en párrafos continuados). Trabajaba como pocos esa argamasa sutil a la vez que brutal de la nacionalidad en el constante juego que tendía al encuentro de las sonrisas.
El querido y extrañado Negro fue un grande del que fuimos sus orgullosos contemporáneos. Lo leímos, lo vivimos, fue una compañía. Para quienes disfrutábamos de Inodoro Pereyra o de Boogie el aceitoso, como para los que nos deleitamos con sus nueve libros de cuentos y sus tres novelas, el Negro fue un amigo.
“Roberto Fontanarrosa nació en la ciudad de Rosario (Argentina) en 1944. Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecutaba sus dibujos. Estas cualidades hicieron que su producción gráfica fuera copiosa. Entre sus personajes más conocidos están el matón Boogie El Aceitoso, el gaucho Inodoro Pereyra (con su perro Mendieta). Su fama trascendió las fronteras de Argentina. Por ejemplo: Boogie El Aceitoso empezó a publicarse en un diario de Colombia, y luego fue publicado muchos años por el semanario mexicano Proceso.
“Se le conocía su gusto por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento 19 de diciembre de 1971 es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen «futbolero» siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, Rosario Central.
“En los años setenta y ochenta, se lo podía encontrar tomándose un café en sus ratos libres en el bar El Cairo (esquina de calles Santa Fe y Sarmiento), sentado a la metafórica «mesa de los galanes», escenario de muchos de sus mejores cuentos. Desde los años noventa, la mesa se mudó al bar La Sede hasta la reapertura de El Cairo”.
(Entre comillas, retazos biográficos de distintos autores)