Quienes escriben son seres especiales por muchos motivos. Quizás el más importante es que se sitúan en ese lugar de alta vulnerabilidad en que nos ubica dar a conocer lo que sentimos. Ese vuelo interior que nos enmudece en medio de la labor de escritores.
Son (somos) personas con el corazón abierto y a la vista de todos, haciendo un ejercicio permanente de introspección sanador, al mismo tiempo que fuente de literatura. Dar a luz la poesía es un hecho crucial para la propia existencia humana, que siempre busca respuestas.
En este caso deseo pensar que es más necesario mantenerse en el espacio de las preguntas y formular nuevas. En eso se va la vida. La poesía está allí lista para ser sentida, para celebrarla con las cuerdas más sutiles de cada uno de nosotros, acaso desoladas criaturas que buscan la proyección del alma.
Madame de Pompadour, por Maurice Quentin de Latour
Viaje de ida
Escalones
tramos
descansos
huellas
contrahuellas.
La escalera es el miedo a la eterna secuencia
a la columna vertebral infinita
hueso
cartílago
hueso
cartílago
hueso…
Es el miedo a no ver el destino
a que los ojos sean peldaños y pendientes.
Temer que el viaje sea solo ir
alejarse del lugar seguro
tener la certeza de no poder volver si no es
con sobresaltos
con desequilibrios
de espaldas
sin pasamanos
que nos salven del vacío.
La escalera es un viaje indefectible
puzzle visual
vertical
horizontal
recta
de caracol
de mármol
granito
o piedra.
La escalera es un viaje de ida hacia lo desconocido.
Columnista invitada
Liana Castaño
Maestra, integrante del taller de poesía “Más allá de las palabras”, publicó en las antologías: “Fuego en las manos”; “Mujeres de palabra”, “Luz de luna” (IV Concurso Internacional de Poesía, España). Su más reciente publicación “Más allá de los poemas”, poemario colectivo del Grupo de Poesía “Más allá de las palabras” que coordina Diana Starkman, será presentado en la Feria del Libro de Mendoza 2020.
Fotos: Adriana Martinetti