Desde hace un buen tiempo, y mucho más desde que se desató la pandemia COVID-19 en todo el planeta, creo que la Renta Básica Universal es la mejor herramienta para resolver rápidamente la pobreza estructural.
Por suerte, día a día se van sumando personas y grupos organizados en todo el mundo que trabajan constantemente en la difusión de esta maravillosa idea, que consiste en otorgar mes a mes a todos los habitantes un ingreso básico que permita cubrir las necesidades mínimas indispensables para vivir. En este año se han presentado tres proyectos de ley en Colombia, en Europa desde octubre se están juntando firmas para que el año que viene el Parlamento Europeo trate proyectos de Renta Básica Universal. La semana pasada se ha celebrado un Foro Latinoamericano Humanista en donde también se discutieron diferentes experiencias sobre este tema. Aquí en Argentina están por presentar ante el Congreso Nacional un Proyecto de Ley, avalado por miles de firmas de todo el país. Hay experiencias piloto en ejecución en diferentes ciudades, pueblos de Estados Unidos, Alemania, África. En casi todo el mundo y al mismo tiempo hay miles de personas conectadas, con un mismo objetivo eliminar la pobreza.
¿Cuáles han sido hasta el momento -a mi entender- las principales trabas que han hecho que en ningún país (sólo existen hoy experiencias aisladas en algunas regiones o Estados) se haya puesto en marcha este proyecto hasta hoy? Creo que las más importantes han sido dos.
La primera es la fiscal, el transmitir -por parte de representantes de los Estados-Naciones y los Grupos Corporativos- la idea de la inviabilidad fiscal y monetaria, la idea de que es imposible financiar una idea como ésta, la idea de que es un experimento muy oneroso y que su puesta en marcha podría originar una espiral inflacionaria por la necesidad de emisión monetaria y por el inmenso volumen de dinero circulando. Hay una inmensa traba ideológica-economicista-ortodoxa que plantea que la emisión monetaria es un pecado mortal y que sí o sí genera efectos negativos en las economías. Pero esto es incomprobable. Desde los años setenta y hasta hoy, el mundo occidental y cristiano se ha valido de recetas neoliberales ortodoxas, de ajustes y de retracción, que lo único que han generado es una enorme desigualdad, millones de desocupados, una pobreza mundial extrema.
La segunda gran traba a mi entender es la cultural, la impuesta por los grandes grupos de poder concentrado: corporaciones, medios de comunicación, ONGs, partidos políticos de derecha, iglesias, etc.; que operan constantemente en contra de esta idea. Aducen que otorgar dinero a cambio de nada, sólo genera vagancia, zánganos del Estado, pérdida de dignidad de las personas, injusticia social; ya que al entender de estos grupos es muy injusto que los millonarios paguen más impuestos para sostener programas como la Renta Básica Universal, es injusto que los que trabajan tengan que sostener a una manga de vagos inoperantes, etc. Imbecilidades como éstas se escuchan, leen y ven todos los días.
En resumen, el poder de turno del mundo globalizado de hoy -cada día más concentrado-, se opone a implementar esta política de redistribución para sostener las perimidas, anacrónicas, injustas y decadentes políticas económicas y sociales. Es que además vienen fracasando desde hace más de cuarenta años y han sido las que fabricaron miles de millones de pobres en todo el mundo. Lamentablemente estos grupos de poder y sus voceros esclavos han logrado lobotomizar los cerebros, las conciencias de miles de millones de personas en todo el mundo, al sostener ideológicamente, culturalmente.
Trabajan para meter en el sentido común la idea de que es negativo, pernicioso, ayudar al de al lado, a ese que lo necesita, a ese que trabaja mes a mes y no llega a cubrir sus necesidades, a ese que trabajó toda su vida activa y no llega con su jubilación o su pensión, a sobrepasar la línea de indigencia o pobreza. Te hablo de ese que no tiene trabajo, que busca y busca y no consigue, a ese que tiene una muy humilde casa en un barrio popular, vive de changas y no puede de ningún modo tener un ingreso digno que le permita comer, vestirse y educar a sus hijos. Me refiero a ese que no tiene ni trabajo, ni casa, ni agua, ni luz ni gas, que está tirado ahí solo o con su familia en cualquier esquina y que verlo todos los días se torna natural. Esta cultura del descarte ha naturalizado la pobreza y eso es un delito de lesa humanidad.
En esta misma causa estamos hermanas, hermanos, hermanes. ¿Cómo salimos de este estancamiento, de esta meseta? Creo que hay que seguir militando la propuesta, difundir la idea día a día en todos los ámbitos posibles, utilizar todos los recursos, abrir todas las puertas, propagar, concientizar, generar ámbitos de discusión, defender la idea.
Soy de los que piensa que resulta incomprensible seguir sosteniendo las recetas economicistas, los mismos modelos socio-económicos-culturales que nos han llevado a este desastre global. Cómo es posible creer que con las mismas recetas de ajuste fiscal, achicamiento de los Estados, políticas monetarias restrictivas vamos a salir de este desbarajuste?
La archi utilizada teoría del derrame, que indica que el mercado por sí sólo es el ordenador social por excelencia, de que hay que fomentar que la gente trabaje -¿que trabaje dónde? No hay trabajo suficiente para todes, ni aquí, ni allá ni más allá. El mercado del trabajo está estancado desde hace hace décadas. Aún con trabajo, la gente hoy no puede cubrir todas sus necesidades, los sueldos son magros. En su mayoría se trata de trabajos que la gente no elegiría, incluso muchos sostienen sus trabajos por sus necesidades de vida. Si tuviesen la libertad de elegir, muchos mandarían sus trabajos a la mierda.
Entonces ¿cuál es la salida? Defender la idea de reducir el horario de trabajo en todos los sectores de la economía: industria, comercio y servicios. Reducir a un máximo de seis horas diarias la jornada de trabajo. Generar jornadas laborales de doce horas en donde se duplique la cantidad de trabajadores. Por otro lado, el Estado tiene que volver a ser el gran motor de la economía, de la cultura, de la educación, de la salud y de la protección social de los países. Para ello será también gran generador de empleo útil y productivo, con las mismas jornadas laborales en las que cada trabajador/trabajadora no trabaje más de seis horas. De este modo se sigue duplicando la planta laboral en lo público y privado.
La tercera salida es implementar de modo urgente la Renta Básica Universal de manera que los sectores más necesitados tengan un salario mínimo, vital y móvil mes a mes, que les permita afrontar el día a día de un modo más seguro, con menor incertidumbre, con más libertad, con más espacio para pensar y decidir. Todes tenemos derecho a recibir mensualmente una parte de lo que construimos día a día para la sociedad. Todes, -absolutamente todes-, construimos y sostenemos las sociedades. El ama de casa, la abuela que cuida sus nietos. Todo trabajo es productivo: el pibe que limpia vidrios en la esquina, el que hace música y malabares, el que vive en un colchón en la calle y se las rebusca para darle de comer a su familia. Todes somos constructivos, todes aportamos. Los derechos no deben ser sólo para los que tienen ingresos formales y pagan impuestos. Todes tenemos derechos por el sólo hecho de existir, de nacer. Todes somos merecedores y la Renta Básica Universal debe ser un derecho humano.
Construyamos una Nueva Nación Humana Universal.
Que así sea.
Daniel Musso
Miembro de la Red Humanista por la Renta Básica Universal