Alegra y emociona leer un escrito de estas características. Sumidos en una coyuntura que muchas veces no lleva a nada o se deshilacha en contiendas menores, aquí vuelve a advertirse la apelación a la discusión de fondo, profundamente nacional en el sentido más rescatable del término, puesto en su proyección latinoamericana.
El enemigo de nuestros pueblos es grande “y pisa fuerte”. Tiene la espalda de los titanes, construida con las riquezas de las que nos despoja desde hace más de 211 años. En breve y con uno de mis columnistas invitados, comenzaremos una vivisección de la constitución de 1949, cúspide de los derechos sociales y políticos.
Esa carta magna, nacida al calor de los años que más derechos le sumaron a los argentinos, debe ser un faro. En ella se verifica todo lo que puede hacerse cuando la política está en manos de gobiernos populares. La acción de estos gobiernos, debe pasarse siempre por ese tamiz. Los grandes discursos tienen que ser comprobables.
“LA SOBERANÍA CON JUSTICIA SOCIAL Y AMBIENTAL
“Entre las argucias que nos ha prodigado la etapa demoliberal y su ofensiva cultural, de la mano de la clase política gestora de negocios y su brazo logístico: los medios de difusión, podemos acuñar hoy esos legados que nos han llevado al estado actual, requeridos por el poder económico mundial en su intencionalidad alienadora.
“Uno de ellos, quizás el más importante, es el “corte histórico generacional” impulsado por la última dictadura y que ha sido consolidado por la seudo democracia inaugurada en el 83, de tipo republicana, indirecta y no participativa. Uno de los legados que construyeron el camino planificado para imbuirnos en una nueva racionalidad en la que la declamada participación se reduce al aislado hecho de votar cada dos o cuatro años. Ya nos hemos olvidado que – como mínimo – esta acción debería permitirnos elegir entre el abanico de proyectos de país que, en tal continuidad, siguen sin aparecer. En concreto: transitamos una trampa destinada a borrar y distorsionar la historia que torna poco posible – especialmente para las nuevas generaciones – percibir que la era republicana iniciada por Alfonsín no ha desmontado hasta la fecha las políticas centrales que fueran impuestas por el proyecto Martínez de Hoz, desde la dictadura citada.
“Así, el corte histórico generacional es pues la herramienta del marco cultural neoliberal que ha naturalizado los antivalores que otrora nos hubieran resultado inaceptables. Hoy convivimos en la dicotomía pandemia/rentabilidad económica, deshumanizando a nuestros muertos que pasan a diario a ser “un indicador numérico”. Se declama falazmente el discurso de “democracia/dictadura” (cuando convivimos de manera cotidiana con todo tipo de dictaduras como la financiera, la económica o la de la deuda externa y los compromisos “a honrar” con el FMI) consolidando sin tapujos los lineamientos principales de los golpistas genocidas que iniciaron el vaciamiento paciente y perseverante del ideario colectivo y militante, la contradicción principal cada vez más vigente en nuestros pueblos: “Liberación o Dependencia”.
“Hasta el concepto de “Estado” pasó a ser una ficción en la cual todo es posible para los gobernantes que han reemplazado la política por la “gestión”, en pos de todo tipo de “ingenierías” destinadas a objetivos que – en la mayoría de los casos – parecieran ser una potestad de éstos y no del pueblo. Éste, sigue esperando entender el nuevo significado de lo que antes se llamaba “la cosa pública” es decir: el lugar desde el cual se pudo alguna vez ejercer acciones que lo representaron en función del: “a cada necesidad, un derecho”.
“Hoy, el “modernismo” consumista y virtual nos sorprende con la construcción – por parte de este Estado – de ornamentadas bicisendas, de espacios libres de humo o de plazas remodeladas (como ocurre en el Gran Mendoza). Todas obras y medidas políticamente correctas que nadie pidió pero que contrastan con los verdaderos reclamos como los sueldos que atrasan, las paritarias que nunca llegan o los sistemas de salud desfasados de la demografía de nuestros tiempos. Tampoco sobresalen iniciativas para con las escuelas derruidas, los sistemas cloacales sin mantenimiento desde hace décadas, las carencias de agua potable en los barrios pobres y de trabajadores y el eterno déficit de viviendas (que cuando se construyen terminan siendo lo que los economistas llaman un “bien de cambio”, con un valor de mercado que “no cotiza” como derecho humano).
“En esta nueva realidad nos encontramos. Transitando los antivalores con los que nos hemos acostumbrado a convivir y desnaturalizando la dignidad de un pueblo trabajador que supo ser sujeto de la políticas genuinamente populares, no contaminadas con la prebenda, los bolsones y los magros subsidios destinados ahora a aplacar conflictos, mientras que – como ha ocurrido en todos los gobiernos desde el 76 – se vuelve a absorber los pasivos de los poderosos como los Pescarmona, o los SOCMA (con la deuda de Correo Argentino), por hablar de algunos entre tantos en los que se practicó (y se sigue practicando) el famoso “salvataje” de los dueños del poder económico con sus quebrantos, con los impuestos de los asalariados, en un país que ya exhibe 20 millones de pobres.
“Mientras tanto y desde que “ellos” se esmeraron en producir el corte histórico generacional, se puso en funcionamiento la estrategia cultural destinada a despojarnos de nuestra historia reciente, de nuestra identidad, de nuestra soberanía y hasta de nuestro territorio. Se esmeraron por contar la historia a la mitad, ocultando lo que los desenmascara. En los ochenta reclamábamos la investigación por el fraude de la Deuda externa para determinar la porción legítima y la ilegítima, con los nombres y apellidos de los responsables de contraerla. Hoy – a cuarenta años de esa iniciativa popular – debatimos “cuál es la mejor manera de pagarla…….”
“Bastaría remitirnos a los principios más básicos y permanentes de la juridicidad histórica e institucional para clarificarnos aquéllos conceptos que nos sirvieron de basamento en la construcción de nuestros territorios para descubrir que hoy los han transformado en una abstracción: “el territorio está conformado por todos aquellos espacios que están demarcados y que pueden ser de tipo terrestre, marítimo o aéreo que pertenezcan a una persona, grupo social o país”, dijo la teoría.
“Una abstracción de la que se sale remitiéndonos al ámbito de nuestra vida real y cotidiana. Pero no podemos hablar de territorio e identidad si no recuperamos el otro elemento imprescindible: la soberanía, sobre la cual también “ellos” – el poder – han puesto especial atención con la aplicación de sus políticas de vaciamiento cultural.
“Hoy es común encontrarnos con movimientos que reivindican la “soberanía alimentaria”, la “energética”, la “sanitaria” o la “ecológica”, como si la soberanía pudiera parcializarse según el impulso motivador del momento o de la coyuntura en la que muchos grupos – aislados entre sí – emprenden voluntaristamente lo que el enemigo necesita: la atomización que fragmenta al pueblo que lucha y al que debilita, a la hora del cuestionamiento de fondo.
“Es que, más allá de la validez de cada reivindicación parcial (validez indiscutible), las soberanías parciales son aprovechadas , y en muchos casos fomentadas por el enemigo que – como ocurre en los discursos del progresismo neoliberal – nos convence por ejemplo que los hechos puntuales, como el conflicto por la hidrovía en la desembocadura del Plata , (más allá del drenaje de productos industrializados y materias primas que allí tiene lugar), es una batalla “comercial” a librar por el pueblo argentino en un pretendido ejercicio de su potestad soberana, cuando en realidad la soberanía es todo el río Paraná con sus pueblos, su geografía y hasta su “Vuelta de Obligado” (la heroica acción del gauchaje con el encadenamiento del río que impidió a la flota anglo – francesa remontarse aguas arriba para adueñarse de bienes y comercio, durante el gobierno de Rosas y con Lucio Mansilla a la cabeza).
“También fue una “soberanía teatralizada” la aplaudida politiquera que tuvo lugar con la denominada “estatización” de YPF en el reciente 2012, en nombre de una “retórica falaz” que en los hechos reales escondió el cambio de directorio de lo que sigue siendo una Sociedad Anónima, maniobra que sirvió para sacar del juego a la española REPSOL poniendo en su lugar al clan Rockefeller con su empresa Chevrón.
“Las pruebas de la trampa son innumerables. La habilidad por fabricar una “nueva historia” tiene muchas evidencias y es una obligación moral ponerlas en conocimiento de todos. Es hora de sincerarnos y reconocer la “soberanía” que no sólo excluye el sentir del pueblo que la legitima sino que también, y en su nombre, nos posiciona tras discursos incompletos que siempre terminan en la entrega.
“Ya no reivindicamos siquiera aquélla constitución de 1949 en la que se tuvo el coraje de resignificar la soberanía en su integralidad , con los derechos sociales , la independencia económica (como condición para ejercer la soberanía nacional), el rol activo y central del Estado como conductor del desarrollo productivo, mediante la nacionalización de los recursos naturales, servicios públicos, y el control del comercio exterior y el sistema financiero – el capítulo IV con sus artículos 38, 39 y 40 – promoviendo un desarrollo de las relaciones de producción con eje en el mercado interno, la inclusión de los trabajadores y el capital nacional, declarando además la potestad inalienable del subsuelo nacional .
“Esta realidad inducida – especialmente aplicada en nuestra Argentina, ante la necesidad del poder hegemónico mundial de nuestra desaparición como potencia georregional – tarea que les demandó las últimas cinco décadas – nos ha llevado a la resignificación de nuestra soberanía.
“Así por ejemplo, la citada “soberanía alimentaria” ya no contiene el ingrediente conceptual y práctico que debería proyectarnos desde el propio Estado hacia la agroecología nacional. Por el contrario, hoy todas las visiones parciales terminan en el mismo punto: la imposición de las políticas de Monsanto (hoy Bayer – Monsanto, el del “agente naranja aplicado en Vietnam) o de Cargill o de Dupont, los promotores de la ley de patente de semillas, con su fórmula de fertilizantes y herbicidas que monopolizan todos los insumos básicos que nos envenenan para “producir/exportar” más para bien de los dueños o arrendatarios de la Pampa Húmeda, soja mediante. Aun así, nuestros pueblos en lucha no pierden de vista la concepción global e integral de la soberanía que nos han querido parcializar desde esa ofensiva cultural.
“No escapa a ello la Cordillera de Los Andes, en toda la extensión del macizo andino latinoamericano, que está siendo permanentemente agredida – como hemos visto en las luchas que desde el 2006 se llevan adelante a lo largo de la ruta 40 – comenzando por Chubut en donde se enfrenta a la Barrick de Canadá y sus subsidiarias (a quienes nos impusimos con la ley 7722 en Mendoza), sin dejar de mencionar la lucha denodada que actualmente se libra en Catamarca.
“También es “soberanía integral/global” aquello que no se menciona como política de Estado y que se verifica en nuestros mares del Sur de manera escandalosa – desde hace 25 años – donde los ya consolidados “asentamientos” de flotas enteras, tanto chinas como rusas y de países europeos están generando la descomunal depredación de nuestras riquezas marítimas, en otro ejemplo claro de la reedición del modelo oligárquico de exportación con el que los países europeos que histórica y culturalmente han centrado sus dietas en los frutos del mar, consumen lo mejor de nuestro patrimonio pesquero, mientras que a nosotros solo nos queda la porción de calidad inferior.
“Ante esto debemos sumar a los pueblos reivindican en las calles la soberanía integral/global agredida por los incendios generados para la desforestación – en bien de los cultivos promovidos por los fondos buitres internacionales – mostrándolos como desgraciados hechos accidentales , mientras que el Estado no pone en marcha los mecanismos de la “Ley de Bosques” . Tampoco se pone en funcionamiento pleno el ejercicio de soberanía que resguarda los reservorios de agua citados en la “Ley de Glaciares” sin dejar escapar de la ecuación “costo/beneficio” de la soberanía neoliberal a los humedales, que están en la mira de los grandes negocios inmobiliarios – no sólo en nuestra Argentina sino en toda Latinoamérica por parte de fondos norteamericanos y canadienses, principalmente.
“Mientras tanto y como frutilla del postre, los mendocinos nos encontramos ante otro embate de la lógica comercializadora, esta vez con nuestros más preciados e históricos paisajes a los que siempre se pudo acudir en son de recreación y esparcimiento: la conocida Laguna del Diamante, una reserva ecológica que incluye su famoso espejo de agua y que el gobierno provincial ha decidido transformar en otro “negocio rentable”, con el otorgamiento a la empresa SOMINAR ( SOCIEDAD MINERA ARGENTINA ) de la “concesión” para su explotación “turística” en otra acción de entrega del patrimonio soberano a partir de la cual, desde el presente año, habrá que pedir autorización y pagar los cánones a dicha empresa – exportadora de minerales desde 1937 – para acceder al lugar. Otra perlita más que se suma a la feudalización de amplias zonas cuyo patrimonio es del pueblo argentino.
“Tampoco se escucha al Estado promover políticas concretas y de alcance nacional para la protección y reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, los que fueran arrasados en los genocidios requeridos por las oligarquías que – tanto en la etapa de Rivadavia como de Roca – se apropiaron así de las mejores y más productivas tierras del mundo.
“Hoy siguen siendo perseguidos y desalojados de sus tierras originales (terricidio), con la criminalización de los Mapuches (desde el centro hasta Sur de nuestra Patria) o de los Wichis en el Chaco llegando incluso a la Araucanía chilena, para bien del extractivismo y neoextractivismo que hoy muestra la cara más explícita de la fase superior del capitalismo mundial.
“Como se ve , de nada sirve a nuestros pueblos fragmentar la soberanía porque detrás de cada discurso gubernamental que la promueve no sólo se esconde la búsqueda de licencia social para con los negocios de apropiación de las multinacionles y sus fondos buitres sino porque, como también ha quedado demostrado a lo largo de esta etapa demoliberal, tales espejitos de colores” sólo sirven para sumirnos cada vez más en la pobreza , el desempleo y la inflación galopante , haciendo pesar sobre nuestros hombros una ilegítima e impagable deuda externa que, como en los casos de Catamarca, Chubut, La Rioja, San Juan, Mendoza (con la megaminería) y del centro-Este (con la sojización) han sumido al pueblo y a los trabajadores en la más extrema de las pobrezas y las enfermedades (como el caso de Andalgalá en donde la contaminación para la obtención de rentas que nunca quedan en nuestro territorio, es justificada por los gobiernos de turno para el saqueo y drenaje de nuestra riqueza).
“La soberanía se conquista, pero es evidente que con nuestra clase gobernante (gestora de la última visita de evaluación y/o supervisión para la instalación de bases norteamericanas realizada días atrás el Jefe del Comando Sur norteamericano almirante Craig S. Faller); el camino de la recuperación de la misma debe llevarnos a rescatar los valores que nos guiaron siempre hacia el Norte de la liberación, que debe ser nacional, regional y latinoamericana.
“Hoy el mercado promueve económica y culturalmente la retórica de las soberanías parcializadas. Es inevitable entonces retomar nuestro propio camino y con ello, la imprescindible construcción de nuestro propio poder popular.
“Nada puede hacernos bajar nuestras banderas. Éstas tienen, aún en el actual contexto, más vigencia que nunca. El camino está señalado por nuestros pueblos que luchan y nos siguen convocando a nuestra consigna principal porque una vez más se torna en la única verdad, que SÓLO EL PUEEBO SALVARÁ AL PUEBLO.
“LIBERACIÓN O DEPENDENCIA
“Agrupación Montoneros Mendoza”.