La pandemia es un problema que, como algunos proponen, podría convertirse en una gran oportunidad. Se cuentan por millones aquellos que se quedaron sin trabajo o sufrieron la pauperización de sus ingresos, ya que la crisis económica sobrevino en todas las naciones. Las más acomodadas lo han sentido menos, claro está.
Pero los países con peores indicadores económicos y sociales, están devastados. La Argentina, de la mano del gobierno popular que encabeza Alberto, es el país que más ayuda social ha implementado: miles de millones de pesos en asistencia a los que menos tienen y más necesitan. Es emocionante saberlo pero no alcanza con eso.
Necesitamos aquí, en España (objeto de la nota que te comparto) y en todo el globo, que se instrumente la Renta Básica Universal e Incondicional. De ese modo van a disminuir las patologías asociadas a la falta de recursos elementales, al hambre, a la indigencia. Falta poco para la presentación de un proyecto en el Congreso Nacional.
“Renta Básica universal: un freno de los problemas de salud mental
“El proyecto de Renta Básica que desde el Govern de la Generalitat se quiere tirar adelante y que el actual presidente ha defendido en alguna ocasión sería en buena medida un freno a los problemas de salud mental, como han mostrado varios experimentos y programas de Renta Básica en los últimos años en todo el mundo.
“Desde hace varios meses estamos asistiendo a diversos estudios, artículos e incluso a una encuesta del CIS donde se pone de manifiesto que los problemas de salud mental están aumentando y aumentarán considerablemente a causa de la pandemia de Covid-19 y a las consecuencias psicológicas, sanitarias, sociales y económicas que conllevará. Se habla de una pandemia o de una «cuarta ola de salud mental«.
“Se estima que un 40% de la población del reino de España ha tenido algún problema de salud mental en el último año y en concreto la juventud de entre 18 y 30 años presenta más sintomatología de depresión y ansiedad según un estudio reciente.
“Hace muchos años que vamos arrastrando problemas de salud mental en nuestra sociedad. La gran crisis iniciada en el 2008 dejó unas graves problemáticas que aún perduran y que casi hemos empalmado con la pandemia de Covid-19. Entre el 2011 y el 2013, durante la pasada crisis económica, el número de personas diagnosticadas con depresión y en ansiedad aumentaron un 19% y un 8,4% respectivamente. También aumentaron entre el 2000 y el 2013 la tasa de suicidios en un 36% entre la gente de 40 y 60 años.
“A lo largo de la pandemia de Covid-19 hay varios sectores especialmente afectados como las mujeres, la gente que ha perdido su trabajo, mucha gente joven, trabajadoras sanitarias y a la que se tiene que añadir la gente que tiene contratos precarios, con dificultades para pasar el mes, pagar un alquiler o una hipoteca…
“El campo de la salud mental es muy amplio y hay varias temáticas a su alrededor. Hay que poder aclararse y no es del todo fácil, ya que alrededor de la salud mental hay cuestiones epistémicas, de prevención, de tratamientos, de derechos humanos, de estigmatización, éticas, de modelos terapéuticos, de intervención profesional, del papel en la recuperación de las personas afectadas, de recursos sanitarios y sociales existentes, y por supuesto también intereses económicos.
“Pero lo que es evidente y ha quedado patente, si queremos enfocar bien el problema sin reducirlo, es que en el ámbito de salud mental como también en la salud en general, hay que hacer políticas que contemplen la salud desde sus diferentes vertientes, de forma global e integral y no como se está haciendo desde hace muchos años desde el paradigma biomédico y farmacológico dominante. Un paradigma dominante que focaliza en el cerebro y en los genes de la persona la principal causa de los problemas de salud mental. Esta visión no acepta ni contempla otros determinantes sociales, de género, económicos, educativos, étnicos, familiares o biográficos y lo reduce a una cuestión de diagnósticos y síntomas. Y esta concepción sesgada y sectaria del conocimiento científico es muy grave por las consecuencias que tiene en muchos terrenos de la vida y la salud de las personas como puede ser la excesiva medicación o una hiperinflación de diagnósticos. Una visión estrecha que queda al descubierto cuando se analiza en qué grupos económicos de la población se presentan más problemas de salud mental.
“Por determinantes sociales de la salud hay que entender lo que determina mayoritariamente o en una gran parte nuestra salud: el barrio donde vivimos, si disponemos o no de vivienda, si tenemos trabajo o no, si tenemos pocos o muchos ingresos, si vivimos en la calle o en un hogar confortable, si disponemos de un buen sistema sanitario público o no, si tenemos un buen contrato laboral o es un trabajo precario, si somos negros o blancos, si somos inmigrantes o no…
“También observaremos un gradiente: cuando más elevada y reconocida es la posición social encontraremos mejores indicadores de salud, y a medida que vamos bajando en la escala social nos encontramos con peores indicadores de salud.
“Estas desigualdades sociales que encontramos en nuestras sociedades atravesadas por clases sociales, desigualdades de renta, condiciones de vivienda, acceso a una buena alimentación, equipamientos culturales, deportivos… se traducen en una peor o mejor salud: diabetes, alcoholismo, salud dental, esperanza de vida, y también en una salud mental.
“Es por todo ello, que saludamos el anuncio hecho en los últimos días por el nuevo president de la Generalitat de aprobar un pacto nacional de salud mental y poner en marcha un plan integral central en la población joven y la población más vulnerable y que debe ir más allá del ámbito sanitario. Son necesarias medidas de protección social, más profesionales, más recursos en salud mental. La salud mental ha sufrido siempre históricamente de falta de inversiones, ha sido la «hermana pobre» de la sanidad.
“La población joven como ya hemos dicho más arriba es una de las poblaciones más afectadas de salud mental, tanto por la pandemia de Covid-19 como de antes. No partimos de cero.
“Una población joven que entre los 16 y 34 años ya ha sufrido unas duras crisis económicas (la iniciada en 2008 y que casi ha enlazado con la actual) con la correspondiente pérdida de derechos sociales y una grave precariedad laboral: las personas menores de 25 años presentan un paro de más del 40% registrado. El 90% de los contratos temporales que se hacen son jóvenes y un 43% viven con dificultades para llegar a final de mes y sabemos que sólo la mitad de los jóvenes que tienen entre 25 y 29 años han podido emanciparse.
“Esta población joven en la crisis de 2008 aumentó las tasas de hospitalización psiquiátrica más de un 18% entre los 15 y los 34 años y especialmente entre los 15 y los 24 años, los más afectados por el desempleo. ¿Casualidad? En absoluto. Estamos ante una generación especialmente golpeada por las crisis, las políticas de austeridad, la falta de trabajo, las reformas laborales lesivas de los últimos gobiernos del PP y del PSOE… y que va sumando graves problemas de salud mental. El último en sumarse a la lista es el de «jugador compulsivo». Actualmente, el 40% de los nuevos diagnósticos de ludopatía se dan en menores de edad. La media de edad ha pasado en sólo 10 años de los 50 a los 25 años.
“El proyecto de Renta Básica de la Generalitat
“Por todo lo que venimos diciendo hasta aquí, el proyecto de Renta Básica que desde el Govern de la Generalitat se quiere tirar adelante y que el actual presidente ha defendido en alguna ocasión sería en buena medida un freno a los problemas de salud mental, como han mostrado varios experimentos y programas de Renta Básica en los últimos años en todo el mundo.
“La prueba piloto de Renta Básica que quiere impulsar el Govern de la Generalitat, creo que sería necesaria e importante poder hacerla coincidir con el Pacto nacional de salud mental y el plan integral dirigido a la gente joven que anunció hace unos días el President; si queremos incidir apenas en una de las poblaciones más afectadas por la salud mental.
“Aunque limitada a un grupo de población (en este caso la juventud) por no disponer Catalunya de soberanía fiscal, una prueba piloto de Renta Básica incondicional podría dar mucha información y argumentos para avanzar hacia una renta básica para toda la población si conseguimos una soberanía plena.
“Una renta básica incondicional dotaría a mucha gente joven de una cierta seguridad económica, una reducción del estrés y una tranquilidad psicológica que ahora mismo no tienen y que les está causando estragos en su ya castigada salud mental.
“Tenemos una buena oportunidad de contribuir a mejorar la salud mental de las próximas generaciones. No es poco.
“Redrentabasica.org
“Sergi Raventós
“31 de mayo de 2021”.