Soberanía política, independencia económica, justicia social e integración regional 1
En los tiempos políticos que corren, deberíamos iniciar una nueva etapa de integración regional, saldar la deuda histórica de integración continental que se inició hace dos siglos atrás. Hay hoy un mundo difícil y sin reglas, hay un desorden global, una crisis sin precedentes, de migraciones masivas, de cambio climático, de pandemia, de crisis laboral, de enormes desigualdades y asimetrías. Es un verdadero cambio de época. El viejo mundo no termina de morir y el nuevo mundo no termina de nacer. Hay altísimos niveles de incertidumbre. Hay crisis social y hay crisis humana existencial. Hay una guerra comercial y geopolítica. Hay un mundo multipolar con actores preponderantes: Estados Unidos, Europa central, China, Mundo Árabe y Rusia. Deberemos unirnos entre iguales, en bloque, desde nuestra autonomía y abrirnos al mundo de un modo estratégico. Nuestra región es la más desigual del planeta. Deberemos democratizar la política, la economía, desmonopolizarla, distribuir la tierra, desconcentrar la riqueza.
La sustentabilidad ecológica en este nuevo desafío será fundamental. En lo político habrá que fortalecer el Mercosur y rescatar la Unasur y la Celac. Profundizar la relación con Méjico a través del Grupo de Puebla, analizar el rol actual de la la OEA y plantearnos la creación de un nuevo organismo regional que sea democrático, representativo e independiente de la política exterior de los Estados Unidos . Diseñar una nueva agenda, con una mirada de trabajo común, integrada a la nueva globalidad, con el objetivo de la salida autónoma regional. Esta integración debería ser institucional, política, económica, social, cultural y ecológica, en donde la complementariedad fuese la regla de oro que genere más desarrollo, soberanía y justicia social.
En la región hubo transformaciones y derechos conquistados en este siglo XXI, estas conquistas fueron impulsadas por los gobiernos populares. Muchas de estas conquistas aún están vigentes. La ampliación de estos derechos se lograría creando más conciencia, más organización, más movilización popular y más planes de acción. Hay que retomar la senda de crecimiento económico con justicia social. Crecimiento no es lo mismo que desarrollo. Precisamos llevar adelante políticas que generen desarrollo humano integral en nuestros Países. La enorme desigualdad en América Latina es una asignatura pendiente. Para ello, transformar el modelo productivo es prioritario. Como también será prioritario seguir implementando políticas de inclusión social. Hay que construir una región con altos niveles de industrialización, con innovación científico-tecnológica, y por sobre todas las cosas hay que potenciar el mercado interno. Debemos salir del actual modelo agroexportador de materias primas y construir un modelo exportador con valor agregado industrial. Hay que diseñar un modelo de desarrollo sostenible y ecológicamente sustentable. Hay que construir un proyecto de transformación autónoma con justa redistribución de la riqueza. Para llevar adelante estos planes necesitamos en la región gobiernos populares.
Resulta muy necesario recuperar el rol del estado, necesitamos un estado presente y robusto, que otorgue mayores y mejores derechos. El estado debe ser el conductor, el diseñador y el regulador del proceso de desarrollo. Debe ser el articulador del orden social, económico y de protección social. Nos deberíamos plantear a nivel nacional y regional la nacionalización de empresas estratégicas ( petróleo, gas, energía eléctrica, agua y saneamiento, ferrocarriles). El estado es el que debería definir las pautas, las estrategias de inversiones, de desarrollo productivo, de crecimiento. El estado debe diseñar presupuestos fiscales generosos, los bancos centrales, el tesoro y la banca privada deberían ser herramientas productivas en la región. Deberían ser fuentes de financiamiento productivo a muy bajo costo. El estado debe diseñar todas aquellas políticas sociales redistributivas que lleven al fortalecimiento del consumo interno y a la mejora de vida de las poblaciones..
En el período 2000-2014 hubo una reducción de la pobreza regional del 44% al 29% y de la indigencia del 19% al 12%. La desigualdad, según el coeficiente Gini se redujo del 0,80 al 0,47. En este período se cuadruplicó el ingreso per cápita de 2.300 dólares a 8.200 dólares anuales. Ingresaron más de 90 millones de personas a la clase media. Cambió drásticamente la estructura social. Fue la región en el planeta en donde más disminuyó la pobreza y la desigualdad. Casi 70 millones de nuevos empleos. Las asignaciones condicionadas e incondicionadas fueron fundamentales para reforzar el poder adquisitivo de los pueblos. Casi un tercio de la baja de la desigualdad en la región se debe a las asignaciones. La mortalidad infantil se redujo en un 70%. La matricula secundaria creció un 15%. La matrícula universitaria creció un 120%. Las 2/3 partes de los universitarios de hoy son primera generación. Si quisiéramos mejorar estos índices habría que rediseñar las políticas productivas y fortalecer las políticas redistributivas. Lograr mayor calificación, para lograr mayor competitividad, productividad y mejores retribuciones salariales.
Es indispensable que haya importantes inversiones en infraestructura social ,vivienda y servicios básicos indispensables. Nuestros pueblos tienen que tener acceso al agua potable, al saneamiento, a una vivienda digna, a una adecuada alimentación. Hay además otros servicios básicos que también deberían ser garantizados ( luz, gas, internet). Obviamente será prioritario para la región salud pública, gratuita y de calidad, educación pública, gratuita y de calidad en sus tres niveles. Necesitamos más generaciones de universitarios, más generaciones de técnicos, necesitamos lograr una notable disminución de la desigualdad formativa.
Cabe alguna duda de lo increíblemente transformador y revolucionario sería la implementación de la Renta Básica Universal (RBU) en los Países de América Latina?. Hablamos de una RBU con todas sus características: Individual, Universal, Incondicional, Suficiente y Permanente. Además de lo que significaría en materia de ampliación de derechos y de libertad, la materialización de este derecho humano de ciudadanía transformaría la matriz social de nuestros Países. Desaparecería la pobreza extrema, la indigencia, el hambre casi de inmediato. Lamentablemente las estructuras del poder político dominante, del status quo, están muy atadas a las reglas financieras y de mercado dominantes, están muy atadas a conceptos erróneos en cuanto a la ayuda social. Existe por otro lado, en el seno de la sociedad un relato impuesto y consolidado sobre la dignidad, hay una profunda confusión en la definición de trabajo y empleo, Por ahora se niegan a reconocer los enormes atributos de la RBU. Hay muchas resistencias, Deberíamos como sociedad evolucionar, ir dejando atrás lo antes posible estas perimidas, obsoletas, colonizantes, esclavizantes, estigmatizantes estructuras mentales, políticas y económicas.
Vamos por una América Latina con Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social.
Si hablamos de salud, necesitamos reforzar y mejorar el sistema sanitario argentino y regional. Lograr que toda América Latina tenga salud pública, gratuita y de calidad. Sería espectacular consolidar una red latinoamericana de salud, con políticas integradas y complementarias que garanticen el acceso salas de primeros auxilios, hospitales, medicamentos, vacunas, instrumental, insumos médicos. Hay que desarrollar y potenciar los laboratorios y las empresas de la región. La Pandemia nos ha demostrado que los países poderosos del Planeta acapararon los recursos, priorizaron sus intereses y dieron la espalda a África, Asia y América Latina.
Vamos por una América Latina con Soberanía Sanitaria.
Sería fundamental en esta nueva etapa diseñar un plan a largo plazo de industrialización complementaria, de sustitución de importaciones. Salir del esquema de economía primaria, incorporar más tecnología, más ciencia en las fases de producción y desarrollo. Hay que mejorar los niveles de innovación y competitividad internacional. Debemos ser creativos, explotar nuevas ideas, nuevos mercados. El siglo 21 es el de la cuarta revolución industrial, hay una disputa por los recursos naturales y por el conocimiento. Casi el 90% de lo que exporta América Latina son commodities, y más del 40% de lo que importamos son manufacturas. Hay un gran desequilibrio alli. Hay que ajustar los programas de formación a los nuevos tiempos. Apuntar a la regionalización, a la federalización de los programas de estudio, diseñar programas regionales de formación técnica.
Deberíamos plantearnos nuevamente la creación del Banco Común del Sur ( Financiamiento Local, Regional para el Desarrollo). Deberíamos plantearnos el uso de monedas locales en el intercambio regional. Deberíamos proponernos integrar el sistema eléctrico regional, extender e integrar las redes de gas, unir las redes de ferrocarriles, construir nuevas carreteras, puentes, puertos, facilitar y abaratar el intercambio. Para este desarrollo es indispensable articular tareas entre los ministerios involucrados, organismos, instituciones, universidades, institutos tecnológicos. Otorgar becas, programas de estudio unificados, crear una bolsa de pasantías de trabajo regional. Hay que apuntar a un crecimiento equitativo, sector público y privado unido para dar un salto de calidad.
Lo mismo en el plano cultural, intensificar y consolidar planes regionales de desarrollo y de integración cultural, con divulgación, financiamiento, becas de intercambio, fortalecer el arte popular. Los ministerios de cultura, los institutos de cine, música, danza, artes plásticas, las editoriales etc deberían tener agendas comunes y complementarias.
Las organizaciones de pueblos originarios de la región deben fortalecerse e integrarse cada día más. Se deberían crear espacios de intercambio sobre las problemáticas de cada país y región. Programar foros rotativos, unir los pueblos en la pluralidad y la diversidad. Debatir sobre los desplazados, las migraciones, sobre el avance de las corporaciones y las oligarquías locales sobre sus tierras, el desmonte indiscriminado, la contaminación de selvas, ríos, montañas, lagos. La invisibilización de las diferentes culturas, la discriminación, la xenofobia, la lucha por la restitución de tierras. El acceso a la tierra, vivienda, educación, salud. Organizar un instrumento regional de rescate y conservación de las lenguas originarias, de su arte, música, danzas, vestimentas, ritos ancestrales, medicina, etc. Deberían existir más espacios de discusión política y deberían acceder a más espacios de poder. América Latina fue conquistada con sangre derramada, fue saqueada, sus pueblos originarios fueron masacrados, desplazados. Los sobrevivientes han sido y son ignorados. Hay una deuda histórica que debemos reparar. El negacionismo resulta como mínimo inaceptable en esta nueva etapa por construir.
(continuará)
Columnista invitado
Daniel Musso
Miembro de la Red Humanista por la Renta Básica Universal