Las primarias han sido un vendaval como nadie esperaba. En lo único que se acertó en pronósticos previos, es en que habría muchos votos en blanco, y un bajo nivel de asistencia: eso se cumplió. Pero el fuerte aumento porcentual para Juntos por el Cambio –con sus nuevas y múltiples denominaciones- resultó totalmente inesperado aún para sus propios miembros, manteniendo en números brutos lo obtenido en 2019. Y en el Frente de Todos estuvo lo central, porque su pérdida de votos, tanto en números directos como en lo porcentual, ha sido vertiginosa: muy por fuera de lo esperado. Se suponía una baja, pero de ningún modo tan marcada.
Es cierto que la pandemia –palabra que ya no nos dice nada- ha sido un cataclismo social y económico como el cual no tenemos memoria. Pero resulta notorio que la población no lo consigna. Tampoco ha tenido importancia la gestión de la vacunación, a la hora de votar: se da ahora por natural que estemos casi todos vacunados, y que la mortandad haya disminuido drásticamente. Incluso algunos se quejan del tiempo de aislamiento, apostrofado con aquella frase efectista de “la cuarentena más larga del mundo”, repetida por quienes no tienen la más remota idea de cuánto duró esa cuarentena en Alto Volta, Dominicana, Finlandia o Burkina Fasso (si es que saben que esos países existen, claro).
Pero lo cierto es que la población no ha mejorado la mala situación que la llevó a votar contra Macri en 2019: y se ha sentido abandonada por un discurso que ha hablado de cercanía, de cuidado y de presencia estatal, cuando en los hechos las dificultades persisten, y en algunos casos se han acentuado.
Claro que la deuda externa aprieta, y que se ha renegociado bien con los privados: deuda que tomaron quienes ahora fueron votados. Pero esos temas son abstractos e inexistentes para buena parte de la población. Se vota por el bolsillo, y por el bolsillo actual: es lo que importa a la hora de las urnas.
Creció Milei –sólo fenómeno porteño, por ahora- creció un poco la izquierda, orgullosa de ser tercera fuerza, si bien a años luz de las primera y segunda. De cualquier modo, muestran la disconformidad con el FdT y, secundariamente, también con las nuevas caras del macrismo.
Habrá que ver cómo reacciona el gobierno. Macri, con desaprensión sobre cuestiones de coherencia, se “peronizó” entre las Paso y la general hace dos años, y creció… ocho puntos!! Tantos, como los que a nivel nacional ha llevado ahora JxC sobre el peronismo unido. Habrá que ver si el gobierno –con todos los medios en contra, ahora retroalimentados- puede encontrar una suerte parecida. Desde ya, muchos sectores progresistas se han alarmado con el avance de JxC, y tal vez ello pueda favorecer al Frente de Todos.
Al pasar, Mauricio Macri quedó muy descolocado: no sólo no impuso candidat@s sino que se metió en la interna de Córdoba y Santa Fe, perdiendo en ambos distritos. No lo subieron al acto de festejo final.
La UCR ha quedado también en situación ambigua. La apariencia es que le fue muy bien: ganó su coalición en el país y en los principales distritos, y Manes hizo buen papel en provincia de Buenos Aires. Pero con un Lousteau fuera de carrera y un Tetaz que se sale del mapa de la derecha promercado, su única carta de peso era Manes, alguien nada orgánico al partido. Cuando se lo reclutó se pensaba en ganar: pero las encuestas –al menos en esto acertaron- mostraban que perdería. Y perdió. Hizo buena elección, pero el PRO ganó en CABA y provincia de Buenos Aires, y hasta Negri (esta vez asociado a Macri) cayó en Córdoba, principal bastión radical.
Victoria total del PRO en la interna: la UCR quedó aferrada a una coalición donde será subordinada por varios años más. Sus candidatos a presidencia, quedan en debilidad evidente: Morales, Cornejo, el mismo Manes (quien exhibe más ambiciones que posibilidades). Y el partido seguirá siendo el que pone estructura y votos en todo el país a su coalición, mientras el PRO cosecha, y se continuará minando la identidad partidaria del radicalismo.
De cualquier modo, el principal desafío es para el gobierno y el Frente de Todos: si repite una tan mala elección en noviembre, muy complicado será el período hasta el final del mandato. Indirectamente, también hay mensaje para JxC: si la dialéctica del voto va a ser la de ir de una coalición a otra con tanta fluidez, puede esperarse un pronto agotamiento de la legitimidad del sistema político: hoy ha triunfado quien fue eyectado en primera vuelta hace menos de dos años. Borgeanamente, parece que no se vota por el amor, sino por el espanto.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.