Hay personas que no tienen problemas en hacer uso para sí de bienes comunes y de espacios bellísimos, profundamente ligados a lo mejor de nuestra historia, sin que se les mueva un pelo. Hacer negociados en torno a ellos, por ejemplo y, en definitiva, mellar la importancia relativa de lo que somos, cómo se manifiesta esto en nuestro paisaje urbano. Suarez camina por ahí a la vista de todos.
Se mete con el Parque, creado a instancias de un conservadurismo provincialista que, cuidando la salud de todos, propuso emplazar en medio de la roca un pulmón verde. Extrema audacia y gran efectividad a la hora de llevar adelante el emprendimiento, que preservara a los citadinos de los zondas furibundos y sirviera de contralor ambiental en una territorio desértico como el nuestro.
Así está hoy este lugar tan caro a lo que somos, que ahora nos cuesta carísimo, por la privatización encubierta de su limpieza, cuidado y riego. Así y todo avanza el plan para diezmarlo, con gran cantidad de sus exóticas especies en peligro, otras ya secas y mucho más que se puede detectar in situ. Es triste tener que hablar de un tema como éste, que debería ser siempre sujeto de disfrute por todo lo ancho.
(Fotos: gentileza Lorenzo Ferretjáns)


