El ingreso al bellísimo pulmón que los conservadores cranearon para Mendoza e inauguraron en 1896, ha sido adornado hasta el paroxismo. Es una afiebrada sumatoria de luces, diseños y colores. Parece tratarse de la culpa que busca caminos para estallar. Siempre y cuando esta sea una palabra que Suarez esté en condiciones de reconocer. Don Ángel Bustelo lo trataría de amoral, porque no conoce la moral.
Semejante escenificación bien de las navidades yanquis, te deja una buena sensación. Parece que se tratara de un espacio muy cuidado, en el que los responsables obraran bien. Lo que pasa es que muy pocos saben que se trata de una vergonzante pantalla a la que debemos sumar lo que le mandaron hacer a la Empresa Santa Elena (limpiar y regar), sólo en las zonas más transitadas y para la gilada.
A propósito, regar con un camión que debe transportar unos 10.000 litros de agua, como me anotició un amigo, no resuelve el problema de sequía inducida. El Gobernador está destruyendo el Parque por distintos motivos. Lo mueven desde un negocio vinculado a la venta de la madera hasta la privatización total, que idea junto a su correligionario macriradical y neoliberal Horacio Rodríguez Larreta.
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