Noticias que nos llegan desde Toronto, Canadá
El día del padre, otra oportunidad para entender de dónde venimos y por qué somos lo que somos.
El domingo fue el Día del Padre, una convención que genera por un lado recuerdos y ganancias por el otro. Quiero dejar de lado la oportunidad monetarista.
El padre es esa persona que además de aportar la genética y el apellido, nos ha dado la impronta de lo que somos hoy. Para acceder a la titulación que se inaugura en el nacimiento luego hay que ejercer por toda la vida. El diploma -si es que llega-, será mucho después.
Por imitación, aceptación, rechazo o diferenciación; si no fuera por él, seríamos una cosa distinta.
En la cuenta del debe y del haber, el saldo final varía de persona a persona porque tenemos la mala idea de juzgar a papá con la métrica de hoy, mientras que a él le tocó ser padre hace… décadas, digamos, para no entrar en detalles.
Se trata de que cada quien haga el esfuerzo racional de pensar en aquel momento y recién entonces valorar la situación. Esto no es una invitación, esto es una obligación, máxime para quienes dimos vuelta el codo de la vida y nos tocaron padres que fueron hijos de hombres de principios del siglo XX, incluso de antes de la pandemia, la de la influenza, digo. Y es una obligación razonar sobre aquello que imité, acepté, rechacé o de lo que busco diferenciarme.
Ese trabajo nos ayudará a darle una imagen más real, ni siquiera la del poster de dónde emergerá el cariño con que nos trajeron al mundo, sin poder demostrarlo porque “los hombres son duros, machos y no andan con mariconadas de emociones”. Esta frase que invento hoy, a sabiendas de que no es políticamente correcta, bien la podría haber dicho mi papá en 1960. Se la escuché decir a un padre hace no mucho, mientras reprendía a su hijo que lloriqueaba porque quería jugar con algo que no tenía.
Revisar para no repetir el error. Revisar para valorar. Revisar para entender de dónde me viene a mi esa idea. Que -al fin y al cabo- la salud mental deviene de la revisión de aquellas partes que terminan constituyendo la persona toda.
Y vaya si de mi papá hay cosas que me constituyen. Sólo nos resta la mirada crítica y aprender de lo que han hecho, por acción o por omisión.
¡Gracias por el trabajo realizado y felicitaciones a todos los que son y han sido papás!
Una buena forma de celebrar a papá es pensarlo como parte de ese conjunto de personas adultas mayores que en este momento están siendo dejadas libradas a su suerte por las autoridades de salud y, a veces, por sus propias familias.
Ya hubo esta semana el anuncio de algún ajuste en los pocos ingresos, que no alcanzará a sacar de la pobreza a las personas que perciben algún haber jubilatorio. Pero suma para no desbarrancarse del todo. Pero no, el dinero no es suficiente.
La salud tampoco es solamente la atención médica. Además, convengamos que después de dos años de trabajo intenso en los hospitales, es justo que el personal decida tomar un respiro. Pero si le sumamos aquel personal del ámbito de la salud a quienes la pandemia no les dejó otra posibilidad que caer agotadas, quienes más han sido perjudicadas, como siempre, son las personas más vulnerables.
Desde la llegada del COVID-19 a nuestras vidas, la atención de salud en general -en hospitales como en la práctica privada- se vio sacudida, Incluso hubo quienes cortaron sus líneas de teléfono, dejando a las personas que venían atendiendo, libradas a su propia suerte.
O sea, quienes más las necesitaban no las tuvieron. Hoy, las salas de emergencias están sobrepasadas. Entre quienes esperan hay personas adultas mayores, con enfermedades crónicas, que han visto empeorado su estado de salud porque durante dos años no tuvieron quien les atendiera. Claro que sí, lo urgente está por encima de lo importante. Y ya sabemos el lugar que ocupa la tercera edad. Sobre este tema conversé en la radio Ondasfm.ca, en el programa completo al que se puede acceder aquí.
En este marco es necesario comprender por qué el cuidado de la salud no está al final del camino, sino que es parte de nuestro andar. De no hacerlo, estaríamos como esos equipos de fútbol que apuestan a ganar en la ronda de penales. Hay que jugar todos los días.
En los últimos días se han aflojado, por decirlo de alguna manera, las medidas de precaución para evitar que el virus del COVID-19 continúe su propagación. En esta edición de Línea Uno, Sandra Farias nos cuenta sobre contagios, vacunas y variantes en este devenir sobre las olas, en una nota que se puede leer aquí.
Para tener el fundamento científico es recomendable escuchar la grabación que se puede acceder aquí, del programa radial Línea Uno que se puede escuchar los martes de 8,00 a 8,30 en Radio Ondasfm.ca. En esta ocasión la palabra autorizada del Dr. Jorge Filmus despeja dudas respecto de la conveniencia de la vacuna COVID-19 y sus refuerzos.
El entendimiento nos ayudará a paliar esa sensación que hoy tenemos en Toronto, ¿cuándo es conveniente usar máscaras? o ¿cuándo debo poner una vacuna de refuerzo? Leí en un reportaje a una persona profesional de la psicología decir que es como sentir que vamos volando solamente con el asiento de un avión, pero en realidad lo único que se agarra es el pantalón.
Las viñetas de Luis Carrillos, que se pueden leer aquí me recordaron el concepto japonés de Ikigai, aquello de cuando se une la profesión, la pasión, la vocación y la misión. En el relato de Luis sobre lo cotidiano vamos adentrándonos en su pasión de acompañar a quienes lo necesitan como acto permanente. Algo de esto nos falta respecto de la aceptación de la diversidad. Edna Amador escribe sobre la importancia de la inclusión y como está arraigada en nuestra cultura latino-hispana la discriminación a los que se salen del modelo binario. La nota completa se puede leer aquí.
Estamos en la edición 101. Número caprichoso, que se podría leer como “one o one”, como se puso de moda referir a aquello que es imprescindible. El espíritu que nos anima desde hace dos años y medio, el tiempo de duración de Línea Uno, es el de poder acompañarnos en nuestro idioma. Tratamos de encontrar aquello que nos permite reconocer nuestra capacidad de dar respuesta a los desafíos, aún de aquellos que nos parecen insalvables, como una enfermedad que se mete en todas partes y que se ha llevado más de quince millones de personas, si contamos a quienes no sólo murieron por el virus, sino por las consecuencias de la pandemia. Pero tenemos la certeza que podremos encontrar la sensa, la comunidad toda. Porque no es una tarea individual. De eso se trata Línea Uno.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.