Cada nueva censura me produce una enorme vergüenza. No puedo creer que sea protagonista de algo tan vil, tan rastrero y que daña de modo indecible el paradigma democrático. Con ésta son catorce las veces que me han sacado del aire en los casi 37 años mi carrera profesional. Triste récord, otra cucarda que colgar en un pecho que se estremece de sólo saberse silenciado.
Me pregunto si tiene sentido ahondar en las formas y el contenido de cada uno de estos ultrajes, que ponen en duda la palabra que han empeñado tantos. Sin ir más lejos, el dueño de Radio Noticias FM, a quien dejé muy en claro mi apoyo crítico a los gobiernos populares como así mi oposición cerrada a las administraciones neoliberales. Hablo de Mendoza y el país.
Ya me había comentado que en el Gobierno estaban molestos porque “les pegaba a diario”. A eso siguió algo de escaso corte filosófico -es de principios livianos e intercambiables- con lo cual me dio a entender que “cuando las cosas están mal hay que decirlas”. Ojalá me haya vendido caro, por lo menos para pararse. Está quemando cartuchos y, más que el último, le interesa siempre el próximo cheque.
Siempre te digo lo que veo, lo que pienso, lo que sé. No me gusta guardarme nada porque los temas me molestan en la garganta y, lo que es peor, en el entendimiento. Tributo al paradigma del periodismo como un ideal del que ir en pos, a sabiendas que pueden resultar apabullantes las consecuencias de esta tarea. Pero no me veo de otro modo realizando un trabajo que disfruto enormemente.
No me alcanza con saber que si me censuran es porque lo que digo incide, rebota, retumba. Estas acciones deleznables me sirven para saber que estoy vigente, tengo una enorme cantidad de público que me ha seguido y me sigue. Pero en nombre de ellos y de la libertad no debemos permitir hechos como éste. Hay que decirlo en todos lados, hay que denunciarlo.
El discurso único abomina de miradas y palabras discordantes, más si son enarboladas para ponerlo en dudas. Trabaja codo a codo, abroquelado, cinchando por mantenernos adormecidos entre envíos televisivos, radiales y gráficos que no se ocupan de los temas comunes. Es un dispositivo perfectamente aceitado en aras de seguir tallando un sentido común individualista.
La política es mala palabra para el Poder real, por eso fue siempre combatida por las gestiones antipopulares y, desde ya, por todas y cada una de las dictaduras criminales y ladronas. Siempre existen seres grises que sirven para todos los mandados. Uno de ellos es sacar del medio -expresión que aquí se utiliza en al menos dos sentidos- a una persona como yo que dice tantas verdades.
El sistema tiene a tiro los resortes para quitar a todos quienes osemos seguir practicando lo que aprendimos bajo el nombre periodismo. Máxime cuando se trata de una persona como yo, puesto que cuestiono la megaminería y el fracking, dos de las nuevas formas del control social, la destrucción del agua, el aire y la tierra. Es la fábrica de coimas a cuyo ritmo bailan demasiadas personas.
Te lo cuento a diario desde aquí. Te consta cada una de las cosas que denuncio porque te muestro la prueba. Pero esto tiene el precio de un nuevo desgarro, de otra marca más en un lomo que aguantó y aguanta. Me avergüenza que sean tan necios, tan entreguistas. Las catorce veces que me han censurado han sido a lo largo de la Democracia… ¡evidentemente de muy baja intensidad!
Me censuraron una de las naves insignia de mi carrera, la querida Latinocracia, una vez más. Se viene la nueva contienda electoral y los que deciden no pueden soportar que diga todo lo que ocurre. Ellos dependen de muchos negociados para los que trabajan. Hacen del statu quo una forma permanente de seguir facturando toda corrupción.
Desde el 31 de enero de este año disfruté de mis envíos de radio de lunes a viernes de 08,00 a 12,00 junto a veinte columnistas invitados y corresponsales en Canadá, España, Chile, Mar del Plata y Buenos Aires. Un montón de energía y entendimiento puestos al servicio de la búsqueda de la verdad. Pero al mismo tiempo sin olvidar el disfrute de la compañía que se plantea desde la radio.
En un mundo de noticias falsas y operaciones hechas con los más perversos personeros de “la justicia” se hace difícil la comunicación sincera y al hueso. No quiero decir que sea imposible, como una treta discursiva que me permita aferrarme a mi pasión, para seguir adelante. De hecho tengo otros proyectos además de sostener este querido diario con el que el 9 de julio cumplo 2 años.
Cuando llegó al gobierno el ex Presidente Mauricio Macri había 15.000 periodistas en blanco en la Argentina. Cuatro años después habían quedado 9.500, mostrando otra de las lacras neoliberales. La llegada a Casa Rosada del Presidente Alberto Fernández vino con el dato que éste no quería que se hablara de política en Canal 7 La Televisión Pública, algo que denunció hace meses la enorme colega Sandra Russo.
Pero encima que no modificó en nada el trazado mediático heredado del macriradicalismo, no generó política de estímulo para medios nuevos ni el sostenimiento de los alternativos existentes, ni de los profesionales como tales. Ni hablar que remonte algo parecido a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Se ha tomado muy a pecho la orden que le dio Héctor Magnetto, uno de sus históricos mandantes.
Así las cosas y tomando en cuenta que los partidos políticos más importantes del país tributan de igual modo a todas las formas del extractivismo y la contaminación, esta nueva censura de que he sido objeto también recae sobre vos. No quieren que sepamos, mucho menos que digamos, que relacionemos, que denunciemos. El Poder real corta el bacalao y que nadie saque la cabeza.
Larga vida a los negociados de quienes se sirven de la función pública en los tres poderes, que encima son simples empleaduchos de los que manejan el andamiaje corporativo trasnacional. Asimismo debemos tenerlos perfectamente identificados, para no volver a votarlos. Le hacen mucho daño a la libertad, al pensamiento, a la vida en común. Dañan a la Democracia y eso no debemos permitirlo.
Para callarme tendrán que matarme, será la única manera de que lo logren. A propósito, quiero hacer responsable de mi seguridad y de los míos al Gobernador Rodolfo Suarez. También deseo dejarle muy claro al primer mandatario que duplicaré mi accionar para impedirle que destruya ambientalmente este hermoso lugar del mundo que habitamos. Por los mendocinos y las mendocinas.
Marcelo Sapunar