Con la cabeza de los dirigentes
El pueblo voltea tranqueras (vallas) y rompe candados. Sabe quien es quien y sabe a quién debe responder. Nada ni nadie puede detenerlo. Es como el agua bendiciendo nuestra tierra madre, que nos da vida, alimento y dignidad.
Ellos no están. Todavía calculan y especulan. Se limitan a escribir tuits. Solo está el pueblo; sin cálculos; sin reservas mentales. Los esperaban; es cierto. Pero ellos estaban en otra cosa. Porque si la eliminaban, les quedaba el “campo orégano”, para propios y extraños.
El 22 de agosto, es el 17 de octubre. Y -ese día-, nos pasaron tantas cosas. Una fue verla a Eva, descarnada y con la voz quebrada, renunciando a ser algo, que ya le quedaba chico. Ella inolvidable, frágil -pero mas que brava-. Perón y Néstor; lo mejor que creas y se te ocurra, están en ella; si, son ella. Y ella, como ell@s, están en el pueblo. Son el pueblo.
Ese pueblo, que nunca necesita directivas, ni de fríos, ni de tibios; menos aun de decadentes. Y es un gran pueblo. Sin edad. El que puede y sabe que puede, cuando la Patria lo necesita. Es el mismo pueblo que derrocó a los ingleses y reconquistó nuestro suelo; a nuestra gente; consagrando la soberanía de la nueva y gloriosa nación, en ciernes. Fue ese 12 de agosto, que ya no se celebra, pero que está vivo; en nuestra mente y en todos nuestros corazones. Porque, aunque tantos continúen obedeciendo las directivas de Churchill y las de un miserable Stanley mas, el pueblo no olvida.
Están presentes, a nuestro lado, la Madre de la Patria, Remedios del Valle; Manuela Pedraza y todas las mujeres y niños, que obligaron las capitulaciones de los almirantes piratas, como los bravos guerreros de entonces, mientras otros, como hoy, esperan que se produzcan resultados, para aparecer en escena. Mas, ya no engañan a nadie.
Cuando el pueblo se pone de pie y arranca, multitudinariamente solo, sabe a quien responde. Es la voz de la conciencia y de la sangre. Solo con sus gestos, ella es la que conduce. Puede estar en silencio, pero es la Mater et Magistra, de todos, aun de quienes -ganados por el odio, de los lavadores de cerebro; títeres y zombies, de la masa amorfa-, creen odiarla, pues ella les dio dignidad y justicia social; soberanía e independencia, a todos los argentinos -propios y extraños-.
A esa madre de todos, responde el pueblo que, mayoritariamente, se volcó en las calles, rompió el cerco fascista y la rodeó. La demostración de amor, con su pueblo, es la única verdad. Porque la única verdad es la realidad y nosotros la llevamos en andas, al calor de la calidez de sus brazos protectores.
Si, es cierto, a despecho del tiempo, a mis 85 años, siendo mucho menor, es mi madre, con la estatura que mi madre tuvo. No necesita que nadie se apiade de ella, el abrazo de ella, con el pueblo, va mas allá del tiempo y la distancia. Nadie puede evitar su condición inmortal, ya es eterna.
28 de agosto de 2022
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.