Desde su discurso de asunción Massa sostuvo un punto destacable: no se va a devaluar. “La devaluación es una fábrica de pobres.” El control al golpe de mercado es central, y la brecha cambiaria cayo al 90%, lo que no permite bajar la guardia. Las últimas novedades económicas son los avances en la búsqueda de reservas.
Nuestro primer ministro se ha dedicado esta semana a cumplir su misión original: conseguir dólares para aumentar las reservas del Banco Central, y así alejar el golpe de mercado. Consiguió la aprobación de las leyes de promoción de las “turbinas de dólares”: que la agroindustria, que la minería, que los autos eléctricos. Acordó con el campo el mecanismo para que venda su soja. además de su viaje a Nueva York por las gestiones ante los OFIs, también trae unos cuantos millones de dólares.
Se tuvo “una muy buena negociación” con el sector sojero, que obtuvo todo lo que pretendía solo a cambio de vender lo que tenía guardado. Por decreto 576/22 se otorgó un tipo de cambio especial de U$S = 200, sólo para el complejo sojero, y sólo durante este mes de setiembre. El extraño tipo de cambio acordado es tal que los ingresos de los sojeros serán los mismos que si, al cambio actual de 147$, se hubieran derogado las retenciones.
Se estima en 20 millones de toneladas la soja que aún no ha sido liquidada. A partir del dólar soja a $200 la liquidación de la cosecha se aceleró, el Central empezó a recomponer reservas con las compras diarias en el mercado. Como veremos, la estabilidad la pagamos a un exorbitante costo. Se otorgó retenciones cero al sector sojero, lo que siempre consideraron su derecho, lo que ellos denominan “precio pleno” que con una actitud aristocrática, suponen su derecho.
Se calcula en 5.000 personas a los dueños de la tierra en esta situación. El beneficio que el fisco ha regalado a estos “pobres chacareros”, mediante ese tipo de cambio especial, considerando el precio actual de la soja, está en el orden de los 350-375 mil millones de pesos, o sea unos 75 millones y medio para cada uno de estos “necesitados”.
Ha quedado sentado un muy mal precedente, particularmente ante un sector que, a partir del fracaso en el establecimiento de retenciones móviles a las exportaciones de cereales, allá por 2008, le ha declarado la guerra económica al peronismo. La actitud de los grandes productores agropecuarios de retener la cosecha, presionando al gobierno mediante la escasez de divisas que esto genera, se ha reiterado casi todos los años de gobierno peronista desde el mencionado conflicto.
Considero que la medida es un grave error. Para obtener unos cuantos millones de reservas se le ha otorgado una fenomenal herramienta de poder, a un sector insaciable enemigo declarado del gobierno, y que, considerando la experiencia, lo utilizara todos los años en que la cosecha cerealera sea la principal fuente de divisas del país. Tal vez el mayor aporte que hará Vaca Muerta a la sociedad argentina, será constituirse en una fuente alternativa de divisas, y así limitar el poder de unos pocos miles de dueños de la tierra.
Siempre tras los dólares, Massa incluyó en su viaje a Nueva York una visita el presidente del BID, Claver Carone. Se trata del cubano-americano republicano (gusano dirían los cubanos de la isla) que Trump impuso en la presidencia del BID, contrariando la tradición de nombrar latinoamericanos en esa función.
La política principal de ese banco es financiar programas de desarrollo en particular. Desde su asunción, Carone bloqueó todo financiamiento a la Argentina. Massa desbloqueó los créditos vigentes, unos U$D 2.400 millones a entregar de aquí a diciembre, y se aprobaron nuevos créditos por U$D 3.000 millones para 2023, e incluso obtuvo un préstamo de libre disponibilidad por U$D 1.200 millones de dólares para el fortalecimiento de las reservas del Banco Central, de los cuales U$D 500 millones de dólares se desembolsarán en septiembre y el resto antes de finalizar el año.
De la visita a Nueva York nuestra suerte de primer ministro trae también otro crédito de U$D 900 millones del Banco Mundial. De su viaje no trascendió lo hablado, solo el resultado de créditos otorgados.
Según trascendidos periodísticos la Casa Blanca, que no debemos olvidar es la autoridad real de los mencionados Organismos Financieros Internacionales, le propuso a Massa crear un swap energético, una suerte de endeudamiento con garantía en la futura producción de Vaca Muerta, cuando -gasoducto Néstor Kirchner de por medio- sea exportable. En un mercado en tal desorganización como el gasífero en medio de la guerra en europea oriental, no resulta aconsejable establecer acuerdos hasta que las aguas se tranquilicen, establecer precios incorrectos tendrá un alto costo.
Es clara la diferencia en las políticas de corto plazo, de obtener fondos para reforzar las reservas internacionales, incluso a costos difíciles de dimensionar por sus consecuencias, de las de mediano y largo plazo, que forman y transforman la estructura económica y social de un país.
El primer ministro sostiene una visión desarrollista de la economía, donde supone que los incentivos impositivos y cambiarios a sectores claves generadores de divisas, como la agroindustria, los hidrocarburíferos, los autos eléctricos, la economía del conocimiento; permitirán alcanzar el crecimiento sostenido, al levantar, o cuanto menos limitar, la pesada restricción externa que padecemos en momentos como éste. “Turbinas de dólares” es la frase que eligen usar en su gabinete económico para definirlos.
El presidente sostiene una visión similar, esto se pone en evidencia porque las leyes de promoción sectorial a la industria automotriz y la biotecnología recién aprobados fueron presentadas a principios de su mandato. Junto al blanqueo a la construcción, sancionada hace 15 días; y la promoción a la agroindustria, aun en tratamiento en Diputados, componen el paquete de leyes de promoción sectorial que suponen generarán divisas
El decreto 576/22, es un engendro legal para diversos gustos. A la par de no cobrarles las retenciones a los sojeros al poner un tipo de cambio de $ 200, la recaudación por retenciones se destinará a un “refuerzo de ingresos para los más vulnerables”, que según el decreto “asegure una adecuada alimentación para las personas en situación de extrema vulnerabilidad”. No se le retiene a los sojeros pero las retenciones se les dan a los excluidos. La magia de esto, de gastar dos veces el mismo dinero, una con los sojeros y otra con los excluidos, solo lo permiten los artilugios financieros cambiarios. El decreto parece ideado por los mismos que inventaron el “pure”.[1]
Mientras se consigue ampliar las reservas a un muy elevado costo, el Ministerio de Desarrollo Social dio de baja los planes Potenciar Trabajo de 40 mil jóvenes que cobran la beca Progresar, por “incompatibilidad” entre prestaciones. Son poco menos de $ 24 mil al mes, un ahorro total anual $ 11,5 mil millones. Este ahorro en los subsidios a jóvenes estudiantes es tan solo un magro 3% de lo que se acaba de regalar a los dueños de la tierra para que liquiden la soja.
La sociedad argentina es profundamente desigual, y además contiene muy elevados niveles de exclusión. El proyecto desarrollista tal vez sea capaz de solucionar la restricción externa, pero entre sus objetivos no se encuentra reducir la desigualdad y la exclusión. Como vemos, las recientes medidas amplían la inequidad social.
Mientras en lo económico se contiene el golpe cambiario, y en lo político se discute sobre el atentado a la líder y los discursos de odio que lo provocaron, del divorcio entre ambas políticas del gobierno nadie parece preocuparse.
La desigualdad se amplía, la exclusión crece. El resultado de las últimas elecciones generales tomó a muchos por sorpresa, para las próximas elecciones deberíamos haber tomado nota de las consecuencias de no tener fuertes políticas de inclusión social.
Columnista invitado
Hugo Castro Pueyrredón
Licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1993. Trabaja en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación desde 2004 como asesor en temas económicos del Frente de Todos. Especializado en el rol del Estado en la economía, finanzas públicas y análisis presupuestario. Participa en la evaluación de diversos proyectos de inversión. Además, ejerce la docencia universitaria en la UBA desde los años ’90.
[1] Mecanismo de ganar unos pesos comprando al dólar oficial y vendiendo al ilegal (o blue)


