Recorre todos los rincones de la Patria el deseo de millones de argentinos y argentinas que queremos volver a tener un Estado presente y ver un gobierno haciendo obras tangibles y simbólicas a favor de las grandes mayorías. Los líderes y las lideresas son emergentes de sus pueblos, quizás los más lúcidos y valientes. Esas personas que, con perspectiva de estadistas, suelen anticiparse a los acontecimientos a las vez que trazan directrices hacia el futuro de ventura.
No la veo a Cristina Fernández, Videpresidenta de la Nación, lléndose a su casa al finalizar este mandato institucional. Creo que sabrá interpretar no sólo el deseo, sino también todos los sueños que lo acompañan. Fue la primera presidenta electa de nuestra historia, luego reelecta por más de 54 % de los sufragios. A lo largo de los ocho años de mandatos más la antesala que hizo junto a Néstor Kirchner, su esposo, compañero y ex Presidente, marcó/marcaron un rumbo claro.
Tanto es así que no es dable darle de comer a los traidores que, incluso desde la gestión de la que forma parte, le han bajado el precio al peronismo y al kirchnerismo, mientras la tasa de pobreza supera la del 50 % de nuestra gente. Hay un deber histórico y no podemos sentir la orfandad, cuando ella se encuentra en perfecto estado de salud y con tanto para dar. Tiene todo el derecho a hacer lo que considere más conveniente pero la queremos al frente de Casa Rosada.