La explotación y exportación de minerales se remonta al origen mismo de nuestro país. Nuestro nombre actual, Argentina, deriva de argentum, plata en latín, porque los primeros conquistadores observaron el uso de adornos de plata por los pueblos originarios y el río de la Plata recibió ese nombre, porque por allí pasaban los envíos de plata del Potosí, hoy Bolivia, hacia España desde 1544.
Si bien en nuestro imaginario la Argentina era esencialmente un país agrícola-ganadero, desde la década del ´90 ha desembarcado aquí la Mega Minería, para explotar yacimientos varios en la zona de la Cordillera de los Andes, alentada por leyes muy favorables dictadas por presiones del banco Mundial y del FMI en esos años; en el 2018 completaron el vaciamiento del primer gran negocio, que fue Bajo de la Alumbrera, en Catamarca y nosotros podemos “llorar sobre la leche derramada”, como decía la fábula de Samaniego.
De allí declararon llevarse 12 millones de oz de oro y nos preguntamos: ¿cuánto es esto? Podemos compararlas con el total del oro que entró a España por el puerto de Sevilla, luego de esquilmar a toda América a lo largo de 300 años y que fue 17 millones de oz y veremos que un solo yacimiento, explotado hasta estrujarlo usando toda la tecnología actual, les permitió en sólo 20 años obtener un tesoro equivalente al 70 % de lo que se fue a Europa en 300 años de despojo.
De Bajo La Alumbrera se llevaban 650.000 toneladas de barro por año y declaraban la cantidad de oro y cobre que contenía ese barro y por esa declaración nos pagaban las regalías. Pero se demostró que el barro contenía, además del oro y cobre declarados, 46 minerales distintos, algunos aún más valiosos que el oro, como wolframio, titanio, estroncio, berilio, niobio y varios más.
El wolframio, también llamado tungsteno, es un metal escaso en la corteza terrestre y se emplea para fabricar herramientas de corte; el titanio es imprescindible en la tecnología aeroespacial y se usa en la fabricación de prótesis e implantes; el estroncio se utiliza en tubos de rayos catódicos de televisores color y en pigmentos para pinturas; el berilio se usa para circuitos integrados y el niobio se utiliza en superaleaciones.
Como vemos, se llevaron gratis minerales valiosísimos, que nosotros ahora debemos importar procesados, a los precios que nos digan en lugar de fabricarlos localmente con nuestros minerales. Recordándonos la pobreza del cerro Potosí y la opulencia de los reyes españoles, el lugar de origen de estas riquezas que se fueron gratis, son las localidades de Andalgalá y Belén, que siguen registrando altos índices de pobreza, desnutrición y graves deficiencias en servicios básicos como agua potable, cloacas y pavimento.
Este es el triste y verdadero derrame que produce la Mega Minería, que con tanto apoyo del gobierno Provincial y de algunos empresarios favorecidos, quieren implantar con Cerro Amarillo.
De nosotros depende que se repita el despojo y volvamos, dentro de 20 años, a “llorar sobre la leche derramada”.
Columnista invitado
Alberto Lucero
Ingeniero Electricista, Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Mendoza. Titular de “LENIX Publicidad”. Titular de “INFO POINT SYSTEM”. Co-fundador de las A.M.P.A.P. (Asambleas Mendocinas por el Agua Pura), en Tunuyán.