El título de la nota de esta semana puede parecer obvio tratándose de la literatura, pero no lo es. Hay poetas, libros, que nos recuerdan que lo poético es una búsqueda, muchas veces violenta, contra un lenguaje que parece inerte, cosificado, al decir de Ivonne Bordelois. La poesía de Eliana Drajer es, entre otras cosas, eso. Nacida en 1979 en San Martín, desde mediados de los 2000 es parte de grupos que han buscado la manera de poner en contacto a la poesía con un potencial público. Así, surgió primero Carne Fresca que buscaba difundir la obra de escritores y escritoras de la provincia. Luego vendría el colectivo Faltan Dos en 2006, con Mariana Guzzante, Gastón Ortíz Bandes, Luis Quintana, Valeria Caselles y Claudio Rosales que tuvo una fuerte impronta relacionada con lo performático y el teatro para difundir la obra de sus integrantes. En 2008 participó de la primera edición del ENIE (Encuentro Nacional Itinerante de Escritores) en La Punta, San Luis, donde se pone en contacto con otros poetas de la provincia y de Cuyo, como Damián López, Gabriel Jiménez y Carina Maranesi. Este encuentro es importante ya que las lecturas en escuelas y otros espacios culturales y la convivencia con otros autores, le da el impulso para continuar profundizando el camino trazado. El colectivo La moledora de carne, surgió luego de participar en talleres dictados por la poeta Alicia Genovese, además de Drajer, lo integraba Gabriel Jiménez y Mercedes Parral. Con este grupo, a partir de 2012 dictaron talleres en la cárcel de El Borbollón y lograron que las producciones de las mujeres privadas de la libertad aparecieran en una revista que se llamó Mirando hacia afuera. De la poética de Drajer se desprenden dos preocupaciones: la violencia que sufren las mujeres, muy presente en su primer libro “Muñequita chocadora” (2009), y la palabra. Este último tema es el eje de su segundo libro, “La palabra nada” (2018) que fue premiado en el concurso Jorge Leónidas Escudero de la provincia de San Juan. De este libro compartimos dos poemas:
Génesis
Con los dientes arrancá una palabra
sacale la ropa
atale manos y piernas
descuartizala.
alitas aladas antigua aldea agónica atención ancestro alejado
ante ausencia anunciada ahora ayayayay
La lengua chorrea.
LA
La geisha sabe dónde poner el cuerpo.
Tiene un aire ángelcarnal que los puede a todos.
Hace tiempo empezó la conquista por seducir
a los hombres más vigorosos del pueblo.
La geisha sabe dónde poner la boca.
Dónde poner las piernas.
Dónde morder el cuerpo.
Cuando todos apagan la luz
ella sabe dónde poner el mundo de la flor y el sauce.
Cuando termina la noche
busca un cigarro, una copita de sake
y desnuda sale a ver las tres marías.
Tres sorbos de tres copas pequeñas.
Y se queda horas en esa posición
mientras el hombre duerme.
La casa de té la espera mañana,
pasado, hasta que la carne pueda.
Hasta que el incienso más pasional
consuma todos los besos posibles.
Columnista invitado
Sergio Morán
Nació en 1979 en el este de Mendoza, Argentina. Desde 2010 reside en la Capital de esa provincia donde ejerce la docencia en escuelas secundarias. Integró el Taller Más allá de las palabras que coordina Diana Starkman. En 2018 publicó su libro de poemas Calle desconocida (Peces de ciudad). Textos suyos han aparecido en diarios, revistas y antologías, entre ellas Poemas por el agua (Payana Ediciones), producto de la lucha en defensa de la Ley 7722. Desde 2020 dirige la revista digital Futuros eran los de antes, especialmente dedicada a la poesía. Participó de los talleres de historia de la poesía que coordinó Javier Galarza. En 2021 Ediciones en Danza publicó su segundo libro, Ya no acampan gitanos en los baldíos. Su último libro, El amor es un exceso de lenguaje, fue publicado por Peras del Olmo en 2022. Es parte de la Asamblea de Trabajadorxs de la Literatura de Mendoza que lucha por impulsar políticas culturales para les escritores de la provincia.