El filósofo francés Alain Badiou en su libro El Siglo, hace referencia a la Anábasis, que a su vez recuerda la obra del historiador griego Jenofonte. Anábasis designa un retorno a casa, pero es un retorno que hay que inventar. En la obra poética de Adelina Lo Bue Sagliembeni, hay algo de eso. De padres italianos, estudió medicina y desde siempre leyó mucha literatura, en especial los clásicos. Así, sus primeros poemas, según cuenta, tienen esa influencia. Luego la lectura de obras orientales, el contacto con el mundo y caminar por la ciudad con Fernando Lorenzo, a quien considera un maestro, le ayudó a mirar de otra forma a su alrededor. En su poesía hay intimismo pero siempre ligado a la preocupación existencial, que no excluye una mirada a temas como la ecología o la ciencia en un mundo globalizado. Después de la debacle de la globalización, amplias franjas de la sociedad parecen estar en esa anábasis, en la búsqueda, en la invención de un camino de regreso y la poesía de Adelina es parte de eso, la mirada personal está atravesada por la indagación cósmica de una manera particular en su poética: “quizá llegues oculto en el espacio/ cuando la noche pase” (Vuelve poeta, El color del terciopelo). La búsqueda poética estuvo alimentada por los grupos en los que participó: Octacordio, Aconcagua y el grupo Aleph que editaba una revista de crítica y creación del mismo nombre. Su obra incluye: Línea de fuego (1985), Mapas (1995), Poema del universo (1999), Elegías (1999), Señales rupestres (2009) y El color del terciopelo (2021). Dos poemas de distinta época para compartir en cualquier noche de verano:
Laurel de una generación
Vengo
de una ciudad en ruinas
Me miro para no perderme
Todo sucede cuando el tiempo me devora
Tiempo no quiero morir
Quiero encontrar el laurel de mi generación
la huella
que no borre el viento
¿Qué música estremecerá mi presencia
cuando la voz evoque la leyenda?
En: Mapas
Catedral de junio
Lo eterno ya está viejo de sueños
Llegan los días a la catedral
Un viento venido del cielo extendía la ciudad
En la mañana sopla un aire que seduce
Hace tiempo que la música espera en la catedral
y junio esparce su hora secreta
Escucha el canto que las campanas traen
hacen temblar la fuerza de los ángeles ausentes
A veces nos equivocamos
pero debajo del viento
nadie abandona su destino
Un vuelo de palomas ensambla el resplandor de la vida
Los árboles consumen
el aire húmedo de ese hilo de luz
empuñado en su puerta
Una y otra vez
el alma en penumbras
Águilas se lanzan en la multiplicada espesura
Al avanzar
livianos en la inmensidad
el espíritu fluye en esta hora salvaje
Ya no hay ventanas en la eternidad
Fuimos imagen y culpables de la visible belleza
Ella tembló como ahora nosotros
El presente se ha hecho misterio
En: El color del terciopelo
Columnista invitado
Sergio Morán
Nació en 1979 en el este de Mendoza, Argentina. Desde 2010 reside en la Capital de esa provincia donde ejerce la docencia en escuelas secundarias. Integró el Taller Más allá de las palabras que coordina Diana Starkman. En 2018 publicó su libro de poemas Calle desconocida (Peces de ciudad). Textos suyos han aparecido en diarios, revistas y antologías, entre ellas Poemas por el agua (Payana Ediciones), producto de la lucha en defensa de la Ley 7722. Desde 2020 dirige la revista digital Futuros eran los de antes, especialmente dedicada a la poesía. Participó de los talleres de historia de la poesía que coordinó Javier Galarza. En 2021 Ediciones en Danza publicó su segundo libro, Ya no acampan gitanos en los baldíos. Su último libro, El amor es un exceso de lenguaje, fue publicado por Peras del Olmo en 2022. Es parte de la Asamblea de Trabajadorxs de la Literatura de Mendoza que lucha por impulsar políticas culturales para les escritores de la provincia.