La privatización de la empresa Gas del Estado en 1992, fue un crimen alevoso contra todo el pueblo argentino. Recordemos que fueron los Ingleses, apenas sacado de escena Rosas en 1852, que crearon en 1854 la Compañía Primitiva de Gas, para proveer gas destinado al alumbrado público y domiciliario; el gas se obtenía a partir de la combustión de la hulla, que se importaba de Inglaterra a un costo elevado.
Dominaban el mercado de la energía, hasta que el 1 de agosto de 1929, el director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, el general Enrique Mosconi, dispuso la toma del mercado de combustibles líquidos y gaseosos, anunciando que a partir de ese momento sus precios serían determinados por el Estado Nacional.
Poco a poco, el gas fue ganando relevancia dentro de Yacimientos Petrolíferos Fiscales y así el 5 de marzo de 1945 se decretó la creación de Gas del Estado que se convirtió en una de las empresas de gas más importantes en el mundo, colocando a la Argentina como uno de los tres países con mayor aprovechamiento del recurso, solo por detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética.
La política de baja de tarifas permitió que descendieran a solo un 6 % del valor que tenían en 1945 con los ingleses y el contar con un combustible barato, propició el crecimiento de nuevas ramas de la industria, como la cementera, la tabacalera, la lechera, la metalúrgica, la petroquímica y la agroindustria, junto a la creación de empleos y a la movilidad social que se produjo.
Llegó el golpe de Estado de 1955 y el gobierno de Aramburu intentó re-privatizar el gas sin lograrlo, pero el modelo se empezó a aplicar durante la última dictadura militar de 1976 a 1983 y se acentuó en la década del ‘90, cuando se aplicaron rápidamente una serie de cambios sociales, políticos y económicos, que contaron con la complicidad de los medios hegemónicos de comunicación, de dirigentes gremiales permeables y con personeros del neoliberalismo en cargos importantes.
En ese estado de cosas, Gas del Estado, que para 1990 era la segunda empresa más importante del país en términos de facturación, detrás de la también estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, fue privatizada en 1992, en una servil aplicación de las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, dividiéndola en 9 empresas de distribución y 2 de transporte, que se vendieron a menos de un décimo de su valor, estimado en más de 25 mil millones de dólares, a empresas multinacionales europeas y estadounidenses; a bancos extranjeros tenedores de bonos de deuda y a grupos económicos nacionales que se aprovecharon de la situación y formaron una “comunidad de negocios”, es decir, un bloque de poder para resultar ampliamente beneficiados.
Por la venta de Gas del Estado la Nación recibió 300 millones de dólares en efectivo y 1500 millones de dólares en bonos de la deuda externa, que cotizaban entre un 10 y un 30 % de su valor nominal, otorgando la concesión del servicio del gas por treinta y cinco años, es decir, hasta el 2027, renovables por otros diez años más. Astra, Soldati, Pérez Companc, Loma Negra, Invertrad (Acindar), Garovaglio y Zorraquín, Sideco Americana (Macri), CG Argentina (Bunge y Born) y Cartellone, entre otros grupos nacionales, se quedaron con parte del negocio.
Los nuevos dueños solo tuvieron que cambiar el lugar de pago de nuestras facturas; no tuvieron que mover un caño ni una tubería y, de la noche a la mañana, en nuestra Provincia, los usuarios cautivos empezamos a pagar a ECOGAS (del Centro y Cuyana), que hoy pertenece, entre otros, a Nicolás Caputo y que sumando lo ganado por ambas distribuidoras entre enero y julio de 2018, tuvo una utilidad de 1.153 millones de pesos, pagados en dólares y depositados en la Plaza de Nueva York.
Por eso repetimos lo que decíamos al comienzo: la privatización de la empresa Gas del Estado en 1992, fue un crimen alevoso contra todo el pueblo argentino, porque hoy sus dueños solo quieren sacar rápidamente todo el gas posible de nuestro subsuelo y venderlo al mejor postor, sin importarles ni el Cambio Climático ni los daños ambientales que producen al extraerlo.
Columnista invitado
Alberto Lucero
Ingeniero Electricista, Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Mendoza. Titular de “LENIX Publicidad”. Titular de “INFO POINT SYSTEM”. Co-fundador de las A.M.P.A.P. (Asambleas Mendocinas por el Agua Pura), en Tunuyán.


