Poema.
El tiempo del recuerdo, ¿es un tiempo igual al tiempo de los relojes, o es otro tiempo, regido por otras leyes, manejado por nuestra psiquis?
Sin duda el recuerdo es una verdadera máquina del tiempo, ¿pero podemos manejarla a nuestra voluntad? ¿O acaso su programa es fijo y nos obliga a viajar siempre hacia los mismos momentos de nuestro pasado?
La máquina del tiempo del recuerdo sólo viaja al pasado. Pero es muy peligrosa: puede ser que el viajero nunca logre regresar.
El siguiente poema pertenece a un escritor argentino llamado Efraín Imandel, cuya vida fue tan trágica y surrealista como solamente puede serlo la vida de un verdadero artista. Este increíble autor, desconocido para la mayoría del gran público, desapareció sin dejar rastros tras de sí, más que sus hermosos poemas, algunos escritos en prosa y hasta algunas novelas. Muy poco de este material ha sido publicado, y sólo últimamente se encuentran sus cosas en Internet.
“Lluvia infantil”
Llueve y sin embargo es setiembre.
En la casa redonda de mi infancia
El patio de ladrillos será oscuro
Y llorará el parral sus hojas por venir;
Se inundará la amarilla galería de baldosas
Y los tristes tambores de las goteras me alejarán para siempre
De aquellos días.
Había un brasero bajo la mesa y crujía
El piso de maderas largas cada noche.
Qué largas noches aquéllas.
Qué largos los veranos
Los días en que la siesta no acababa
Y el dueño del sol, una lagartija gigante,
Impedía los juegos y las voces.
No hubo infancia más callada que la mía.
Y sin embargo veo a mi sueño
Regando la banquina con un tarro en la punta de un palo
Y veo la vecina viuda y a sus hijas
Ansiosas de perder el virtuosismo,
Los crepúsculos inmóviles y los aros
De piedras de colores que llevaba mi abuela,
La rabia de mi madre en la cocina oscura y vieja,
Y mi papá una valija y una jabonera de lata.
Llueve.
Y sin embargo es setiembre.
Debería el sol madurar brotes y ramas,
Pero el mundo se niega a despertar esta mañana.
Se queda en el patio de ladrillos
Y los macetones colorados,
Más allá las calas que decoran una acequia negra
Y los conejos blancos de la tía solterona.
Alguien prendió una radio
Y vuelan los gorriones desde abajo del alero,
Telarañas calladas,
Cae el polvo de adobe, otra llovizna y los ladrillos y el cantero del jazmín.
Alguien prendió una radio
Ya corre la voz clara y mecánica del futuro
Por las baldosas amarillas,
Por los tablones llorones de la pieza del medio,
Dobla la pared redonda con la imagen de la Virgen,
Y abre la puerta.
Abre definitivamente la puerta del tiempo
Para que se vaya ese niño
Ese pequeño monstruo que nunca habla,
Y que se vaya con la pregunta de su silencio
Al mundo
A la calle condenada
Al camino incierto de los pasos sin retorno.
Columnista invitado
Daniel Fermani
Profesor de Enseñanza Media y Superior en Letras y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas, diplomado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Ha llevado adelante una profunda investigación en el campo del arte, trabajando el concepto del tiempo, la experimentación con la escritura en teatro, novela y poesía. Ha indagado en las raíces de la Posmodernidad en busca de nuevas técnicas actorales y dancísticas y sus consecuencias en la dramaturgia y en el trabajo teatral. Publicó cuatro novelas, dos de ellas en España y Argentina; cuatro libros de poesía; y tres volúmenes de obras teatrales. Desde 1999 dirige la compañía de Teatro Experimental Los Toritos, fundada en Italia y que prosigue sus actividades tanto en su sede de Roma como en Mendoza, y con la cual lleva a delante su trabajo sobre técnicas de teatro experimental. Ha ganado dos veces el Gran Premio Literario Vendimia de Dramaturgia; el Premio Escenario por su trabajo en las Letras; la distinción del Instituto Sanmartiniano por su trabajo a favor de la cultura, y una de sus obras de teatro fue declarada de interés parlamentario nacional al cumplirse los 30 años del golpe de Estado de 1976. Fue destacado por el Honorable Senado de la Nación por su aporte a las letras y la cultura argentinas. Ha sido Jurado nacional para el Instituto Nacional del Teatro (INT).