Apuntes autobiográficos sobre la izquierda cristiana, parte 1
Aunque te cueste creerlo, hice la secundaria en un colegio de curas, el Emaús de El Palomar. Sí, el mismo donde estudió Juan Alberto Badía, aunque no llegamos a conocernos personalmente. Por eso quizás te preguntes por qué hoy pienso tan distinto, como bien dejo en claro en distintos artículos en este mismo diario. (1 a 12) En realidad, las cosas no son tan diferentes… más bien aquel tiempo fue una época germinal y no sólo para mí.
Relato en primera persona porque estoy haciendo catarsis, una especie de terapia para darle más fuerza a mis debilitadas raíces. La historia personal, como la Historia Social son eso: raíces.
La mía era la primera promoción de Bachillerato Comercial, con seis años de estudios al fin de los cuales nos recibíamos de bachilleres y peritos mercantiles. Todos nos sentíamos un poco conejillos de Indias, ya que estas cosas como estudiar seis años era extraño, y tener 13 asignaturas por año era un poco cruel.
En mi caso estaba compensado porque empecé el primer año sin haber cumplido aún los 12. Claro, había hecho la primaria en seis años, ya que mi “primero inferior” como se le decía en ese entonces al “primero”, fueron sólo tres meses y me fletaron al “primero superior”, que es como se llamaba al segundo año de hoy. Mis viejos me habían enseñado a leer y escribir a los cuatro años. En primer grado molestaba.
Era un “traga” en la primaria y la secundaria la empecé en 1964 con el pie izquierdo: un 2 en Caligrafía y otro en Matemática en mi primer boletín, por lo que ese día fui a casa previéndome la paliza que iba a darme mi padre como era costumbre. No ocurrió tal cosa, por suerte, así que fui mejorando hasta convertirme en un alumno que todos los años era premiado no llevándome ninguna materia a diciembre o marzo, más diplomas por asistencia perfecta, más diplomas por conducta perfecta, más un par de años electo “mejor compañero”, porque le soplaba a todo el mundo en los exámenes. Los seis beneficiados de esas travesuras eran mi piso electoral al momento de elegir al mejor amigo y darle una medalla. Pero era malo jugando a la pelota y tímido con las pibas, hasta el último año en que fui abanderado. Mi último año, 1969; allí me puse de novio con una chica nacida en Orense, Galicia, cuatro años más grande que yo.
Nunca voy a olvidarme del primer día de clases, cuando la primera profesora entró al aula saludando en francés. “Hoy es miércoles 18 de marzo”, pero lo dijo en francés. Estuvo toda la clase gesticulando para hacernos entender lo que estaba diciendo. En realidad lo entenderíamos mucho después. Nunca quiso hablar en español en clase durante los cuatro años que la tuvimos como profe, ni siquiera en el colectivo, cuando le cedíamos el asiento, pero para mirarle las piernas. Una mujer de una belleza que nos ponía tontos. Y al Padre Edmundo, el rector, también. Se notaba mucho.
Por influjo de mi padre, un calabrés rosista que me regalaba libros permanentemente y me hacía leerle libros de Historia (era sastre y la costura no le permitía leer), tomé gusto por hurgar en el pasado. Creo que de allí más tarde iniciaría esa carrera en la Universidad de Buenos Aires (UBA), sin alcanzar a recibirme, pero terminaría logrando el título de museólogo recién a los 35 años y con ese diploma en 1994, habiendo fracasado un nuevo proyecto familiar de vida en San Rafael, pude dar clases de Historia en Malargüe y hoy soy jubilado docente. Mi viejo quería que fuera ingeniero agrónomo. Los mandatos paternales siempre están en el inconsciente, pero también suelen ser contradictorios.
Un año antes de la secundaria, mi viejo me llevó por primera vez al cine, y fuimos a ver Viaje al centro de la Tierra, una película que me fascinó, aunque recientemente volví a verla en Youtube y me pareció un bodrio supremo. Otro mandato que quedó dentro de mí, porque hoy la Espeleología sigue estando en el centro de mi escenario.
A mi viejo no le gustaban los curas. Mejor dicho, no le gustaban que los llamáramos “padre”, porque “acá tu único padre soy yo”, pero se la empezó a bancar cuando llegó al país el Padre Hermenegildo desde Alemania, para hacerse cargo de la Parroquia Cristo Rey, de la misma congregación del Colegio Emaús, los Padres de los Sagrados Corazones. Nunca entendí que, odiando a los curas, me mandara a un colegio católico.
El Padre Hermenegildo necesitaba un traje nuevo y mi viejo hacía trajes a medida. Así, lo invité a ir a casa, pagó en efectivo y por adelantado, y a los dos días ya tenía su traje nuevo. Los curas ya estaban dejando de usar sotana… Desde ese hecho mi viejo dejó de odiarlos. Poderoso caballero es Don Dinero.
Eran casi todos alemanes, incluso el Padre Francisco José Bode, nacido en Leipzig y venido a mi vida en un momento de crisis entre mis padres. No hablaba casi español, así que acordamos que él me enseñaría alemán y yo a él le enseñaría español. Fue poco tiempo, creo que en 1968-69. Recuerdo que luego de mis confesiones, él me proponía que yo mismo decidiera qué penitencia me merecía. Y recuerdo que me decía cosas como que “con sólo confesarse antes de morir una mala persona no va al paraíso”, invitándome a pensar en la importancia de no usar a la religión como una forma de lavar culpas. También se ocupaba permanentemente de aclarar que “no todos los alemanes son nazis” y tomaba distancia del totalitarismo y del fascismo. Era muy firme al respecto.
En cambio, el Padre Félix era español y estudiaba Psicología. Un día me pidió hacer unos test para un trabajo práctico, y en la devolución me recomendó acercarme al Psicoanálisis. Así como suena, un cura católico aconsejando sumarme a las huestes de Freud, cuyo nombre de pila (Segismundo) era el mismo que el de mi madre. O sea que también había mandatos maternos. Todavía hoy hablo de estas cosas con mi analista.
“En aquel tiempo”, como se repite en el Nuevo Testamento, no había redes sociales y se discutían otras cosas en la secundaria: si los Beatles o los Rolling Stones, el Concilio Vaticano II (hecho al que el Canal 11 -hoy TELEFE- dedicaba un programa semanal para explicar cosas que no entendíamos mucho y que sonaban a importantes). Teníamos clases de religión, pero también le preguntábamos a algún cura que había viajado a Estados Unidos que nos contara sobre los hippies. O la Guerra de Vietnam. En 1968 discutíamos, en clase y en el recreo, sobre la Primavera de Praga y el Mayo Francés, y los asesinatos de Robert Kennedy y Luther King, todos hechos de ese año. Las primeras minifaldas nos quitaban el sueño.
Estábamos en busca de algo alternativo al capitalismo y al comunismo, pero nadie nos hablaba del peronismo, que seguía siendo mala palabra. El “anti” (peronismo, comunismo) era una actitud naturalizada, hasta que un día el Padre Armando Lanzani (argentino, de la misma congregación) me paró el carro cuando me dijo “¿por qué ponés como objetivo estar contra el comunismo? No sería mejor buscar canales de diálogo?”. ¡Carajo!… me cagó la mente, te juro… Que un cura te diga que un cristiano no debe ser “anti” comunista… ¡joder!, como diría el padre de mi novia gallega.
Ese mismo año se estrenaría Las sandalias del pescador, y allí entenderíamos que el cristianismo era otra cosa. El espíritu del Concilio Vaticano segundo ya se respiraba…
Recuerdo que en el año 1967 ya me había hecho la costumbre de ir a misa los domingos y volver a casa para leer el diario El Mundo. Fue allí donde leí que el Che Guevara había caído en Bolivia. La noticia venía presentada de manera tal que sentí alivio. Luego, con el tiempo, entendí que había ocurrido algo malo.
A los 15 años todas estas cosas hacían ruido en mi cabeza y en la de varios compañeros de la secundaria. También hacían ruido algunas hormonas… otro tema eran las “relaciones sexuales prematrimoniales” (así se les decía), sobre lo cual sí se discutía mucho, pero en voz baja. Colegio de varones… hoy el colegio Emaús es mixto y supongo que las discusiones de ese tipo no se dan de ninguna manera, pero en esos tiempos eran omnipresentes y yo militaba en el bando de los castos. Virginidad que perdería a los 20 años, luego de terminar la secundaria, con una piba de colegio católico (mi tercera novia) que sería mi compañera para todo el resto de mi vida, hasta que se fue para siempre en diciembre pasado. Con ella compartiríamos ideales desde el día en que leyó una Carta al País, que escribí y publicó Clarín, a mediados de 1970, y me escribió. Yo tenía 18 y ella 17. No nos separaríamos nunca más.
Con el Padre Francisco venía asistiendo a los primeros “Cursos de Pastoral Juvenil”, dictados por teólogos colombianos y argentinos que reivindicaban el pensamiento de Charles Moeller y de Pierre Teilhard de Chardin. Todavía en 1972, ya noviando con Marta y habiéndome alejado de los curas del Colegio Emaús, seguíamos asistiendo a esos cursos y hay algunas frases que nunca dejaron de impresionarme por venir de sacerdotes católicos: “la Historia es la historia de la lucha de clases”, “la lucha armada es el único camino para llegar al socialismo”. Ese día la imagen del padre Lanzani me vino a la mente, sonriente. Ese mismo año 1972 comenzamos ambos a psicoanalizarnos y aún hoy me viene a la mente el cura Félix.
Volviendo hacia atrás, en 1967 teníamos en “el Emaús”, cuarto año, un profesor de Economía Política, abogado, que un día dijo, textualmente “Rivadavia fue el personaje más nefasto de la Historia Argentina”… era claro, estaba contándonos la tramoya de la Baring Brothers. El chabón nunca llamaba a dar lección y ponía la misma nota a todo el mundo: 8. Lo que más le interesaba era hacernos razonar. Renegaba contra el sistema judicial diciendo que “cuando la Justicia es lenta, ya no es Justicia”… O sea que ya en aquel tiempo había quienes renegaban contra este tema tan omnipresente en este país.
Habíamos formado una elite de los cinco “tragas” del curso, y un día la madre de uno de ellos me dijo “ese profesor me parece que fue candidato a vicepresidente” y me dejó regulando. Efectivamente, el profe era Horacio Sueldo. Era un buen, excelente, profesor, pero no sabíamos que había sido co-fundador la Democracia Cristiana, que había sido comando civil en su provincia, Córdoba, en 1955. Ni que luego se había dejado atravesar por el espíritu del Concilio Vaticano II y se acercaba lentamente al peronismo. Para empezar, siendo compañero de fórmula del Dr. Matera en 1963.
Sueldo había nacido en 1923 y era apenas dos meses mayor que mi viejo, el calabrés rosista. Murió a los 92 años, hace siete años. Se cumplen en estos días…
Wikipedia le dedica pocos párrafos, de manera que estos recuerdos pretenden hacerle justicia a la memoria de mi maestro: “Horacio Jorge Sueldo (Villa del Rosario, Córdoba), 13 de julio de 1923 – Buenos Aires, 10 de mayo de 2016) fue un abogado, periodista y político argentino, miembro fundador del Partido Demócrata Cristiano, fue candidato a presidente por esa fuerza y ejerció como diputado nacional entre 1973 y 1976”. Caramba. Demasiado escueto el relato de vida.
Mi secundaria fue atravesaba por la dictadura de Onganía. De hecho, en el mismo Colegio Emaús había un alumno que era sobrino del ministro de Educación de la dictadura, José María Astigueta.
Al terminar la secundaria sobrevino el caos personal. El mejor alumno del colegio Emaús no encontraba su vocación y tardé hasta 1973 para empezar a estudiar Historia en la UBA, carrera que abandoné en 1979. Antes, en 1972, había abandonado Periodismo y en 1970 había dejado atrás Agronomía. En 1971 ya estaba noviando con la culpable de la pérdida de mi castidad, y con la forzada reapertura democrática nos tiramos de cabeza a militar en las filas del Partido Revolucionario Cristiano, cuyo caudillo era Sueldo, y que se diferenciaba del Partido Popular Cristiano, mucho más cercano al justicialismo.
En la Juventud del PRC, años 1972-73, mi compañera y no hacíamos una revistita a la que le dimos el nombre de Camilo, por el cura guerrillero colombiano asesinado en 1966, el mismo año en que finalizaba el Concilio Vaticano II. Al principio Camilo era impresa, a hurtadillas casi, en el mimeógrafo Gestetner del Colegio Emaús, hasta que un día el mismo Padre Francisco muy amablemente nos dijo que eso no era posible seguir haciéndolo. A pesar de haberlo dicho con la diplomacia del caso, creo que me enojé con él.
La Democracia Cristiana había sido fundada en 1954, y entre los fundadores estuvieron Sueldo, Guido Di Tella (que luego sería canciller de Menem y a quien volví a ver en el velorio de Augusto Conte Mac Donnell en febrero de 1992), José Antonio Allende y Juan José Torres Bas, cuyos escritos políticos me fascinaban. Por ejemplo “Por una vía no capitalista de desarrollo”, donde utilizaba la palabra “herodiano” para llamar a los “cipayos”, cosa coherente en un cristiano, ¿no?.
“Al estallar el golpe de Estado de 1955 Sueldo se unió a grupos conspiradores, y al estallar la Revolución Libertadora formó parte de los comandos civiles que enfrentaron a las fuerzas leales al gobierno constitucional”, recuerda Wikipedia, y agrega: “fue candidato a vicepresidente por el PDC, en la fórmula encabezada por Lucas Ayarragaray en las elecciones presidenciales de febrero de 1958. Para las elecciones de julio de 1963, el PDC pretendió una alianza con el neoperonismo, llevando una fórmula presidencial con Raúl Matera y Sueldo como candidatos a presidente y vice respectivamente; no obstante, la dictadura proscribió la candidatura de Matera, de modo que la fórmula terminó siendo Horacio Sueldo – Francisco Eduardo Cerro, que obtuvo el 3,4 % de los votos”.
El PDC se dividiría luego, el PPC iría al FREJULI y el PRC formaría la APR (Alianza Popular Revolucionaria) junto a Oscar Alende y el Partido Comunista. La APR terminó en cuarto lugar ese histórico 11 de marzo de 1973. La APR apoyó a Cámpora y estuvo en la Plaza del 25 de mayo de 1973, tema sobre el cual reflexionamos oportunamente, aunque de manera incompleta (13) hace casi dos años. Supongo que el PRC no quiso entrar al FREJULI por la presencia allí de Frondizi, que conspiró contra Perón en 1955, luego lo traicionó en 1958 y ahora aparecían en un mismo frente. El desarrollismo capitalista, como decía Torres Bas, no era el camino.
Horacio cumpliría 50 años el mismo día en que López Rega ejecutaba el golpe palaciego contra Cámpora, 13 de julio de 1973. Luego vino el horror: Sueldo sería perseguido por la Triple A, refugiándose en Itatí, Corrientes, desde donde mandaba cartas a sus conmilitones. Debo tener en algún lugar la carpeta con el epistolario Sueldo-Benedetto; el día que lo encuentre lo voy a publicar, te lo prometo.
En general, tanto en esas cartas como en las reuniones clandestinas posteriores, Sueldo lucía quebrado, aunque afirmando, respecto de los militares, “mi principal objetivo político es sobrevivirlos”.
Volviendo hacia atrás, aquel 17 de noviembre de 1972 Horacio Sueldo encabezaría la columna del PRC bajo la lluvia, pero con un gorro de albañil de esos que se hacían con papel de diario en esos tiempos. Habíamos hecho noche en la casa de Eduardo Pimentel (luego candidato a vicegobernador de Bs.As. y co-fundador de la APDH en 1975), y nos sentíamos extraños, Marta y yo, marchando al lado de los otrora aborrecidos peronistas. Bajo la lluvia y los gases lacrimógenos debimos huir a campo traviesa viendo correr las ratas entre nuestros pies, y topándonos con un militar pistola en mano que tenía cara de miedo, mucho miedo. Creo que, si se le hubiese escapado un tiro en ese momento, habría sido linchado y supongo que por eso era su cara de pánico. Tenía un arma, pero estaba rodeado de gente furiosa.
Ese día, al huir del campo de batalla y ganar la avenida para volver a casa, con la ropa mojada y rota, ironizamos con Marta “nos hemos bañado”. Un compañero que nos escuchaba dijo “nos hemos dado un baño de pueblo”.
Con Eduardo Pimentel seríamos, en 1982, confundadores del FOSMO (Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio)
Ese mismo año se habían hecho muchas reuniones en la sede central del PRC en Buenos Aires, en la calle Venezuela al 1800, muy cerca del Congreso Nacional. Por allí desfilaron Jorge Abelardo Ramos, Héctor Sandler, Ernesto Jauretche (sobrino del gran Arturo), Juan Gabriel Labaké, etc.
Labaké fue a inaugurar, a Haedo, la sede del PRC-Morón, en la casa de mis viejos, en el mismo salón donde un tiempo antes había escrito mi primera carta (involuntaria) de amor publicada en Clarín. El mismo salón que había sido la sastrería-biblioteca de mi viejo. Mi vieja ya estaba separada y alquiló ese salón al PRC, sólo hasta el 11 de marzo de 1973. Labaké dijo algo esa vez que me quedaría por siempre marcado a fuego: “no somos antiperonistas, estamos en el andarivel izquierdo, estamos a la izquierda del peronismo, nunca contra, siempre en el mismo camino”. Luego Labaké se pasaría al PJ y sería el abogado de Isabelita.
Ese mismo año 1972 se estuvieron ensayando varios proyectos electorales de izquierda pro-peronista. La más fuerte tenía como lema “Éste es el principio del F.I.N.”. La sigla significaba “Frente de Izquierda Nacional”, y sus líderes eran Abelardo Ramos y mi profe de Economía Política cinco años atrás. Ya estaba cantado, pero un día Ramos se cortó solo y lanzó el F.I.P., Frente de Izquierda Popular, y Sueldo quedó colgado del pincel, aunque conservó su alianza con Oscar Alende. Y buenas relaciones con el Partido Comunista y UDELPA (Unión del Pueblo Adelante, ya que Lanusse había prohibido el uso de la palabra “argentino” o “nacional” en las denominaciones partidarias).
1973 fue un año más que difícil. Desde una banca en el Congreso ya no era tan lineal la lectura de la realidad. El diputado Ortega Peña sería asesinado luego de salir de una reunión de trabajo con otros colegas, entre ellos Sueldo. Ya nos hemos referido a ese año en otra nota. (13)
También ese año el dirigente guerrillero Envar El Kadre fue a verlo a Sueldo para pedirle que intercediera ante Perón para parar la matanza que se había iniciado (y no pararía hasta 1979). Sueldo organizó una reunión entonces, no a solas con Perón, sino con varios otros dirigentes y en la foto salen todos. Pero la cosa empeoró.
Luego del derrocamiento de Salvador Allende (11 de septiembre de 1973), Sueldo escribió una serie de extensos artículos en la contratapa de La Opinión, señalando los errores de la Unidad Popular, pero también los aciertos, y donando a los exiliados chilenos el dinero que cobró por esos artículos. Donde hay fuego cenizas quedan, nunca hay que olvidar que Allende llegó a presidente por el voto de los democristianos chilenos capitaneados por Radomiro Tomic. Sueldo estuvo allí, como también estuvo nuestro amigo Héctor Chaves. (ver citas 14 a 26)
“Fue perseguido por la Triple A por una denuncia en contra de ésta que hizo en la prensa; cuando su nombre apareció en una lista de personas a asesinar, se refugió largo tiempo en Itatí, provincia de Corrientes” dice Wikipedia. Su ostracismo continuaría hasta 1983, cuando el país ya era otro, y mi profe también. Me reuní con él un par de veces, pero ya no era lo mismo. En ese tiempo ya estaba militando en Humanismo y Liberación, una escisión del PPC.
A poco de iniciarse la dictadura de 1976, desaparecieron cinco compañeros del Banco Central, y varios debieron exiliarse. Conformábamos una comisión gremial opositora a la conducción oficial. Sentí la guadaña cerca, mis hijos aún no aprendían a caminar, y decidí ir a consultar a Sueldo sobre qué hacer. Me aconsejó afeitarme la barba, cortarme el pelo y se ofreció a ir a hablar juntos con un militar para deslindar responsabilidades respecto de la guerrilla. Volví a casa con más miedo, era de noche y un helicóptero sobrevolaba mi cuadra en Villa del Parque. Hablé con Marta y estaban presentes el pediatra de mis hijos y su esposa, psicóloga. Charlamos del tema y ellos me señalaron que “afeitarte y cambiar la apariencia va a llamar la atención, mejor quedate así”. Y entonces decidí poner primera con el estudio de los ovnis, una suerte de exilio interior. Conversado ésto con mi psicoanalista, éste me advirtió que “los consejos para protegerte en realidad te están exponiendo”. Esa vez no hice caso a mi maestro. Años después supe que Augusto Conte había intentado hacer lo mismo con su propio hijo Augusto María, quien terminó desaparecido. Mi apreciación personal de este hecho es que Sueldo nunca había dejado de ser un ingenuo idealista que se negaba a aceptar el horror al que nos enfrentábamos.
En 1977 volvimos a reunirnos clandestinamente, varios jóvenes militantes, con Sueldo, con Enrique Pavón Pereyra y con Monseñor Jaime De Nevares, en nuestra casa de Villa del Parque, Buenos Aires. Marta y yo ya éramos padres. De eso hablaremos más adelante… Pero en lo personal creo que es un buen resumen de 10 años de historia y de Historia: en 1967 empecé a admirar a mi profe de Economía Política y diez años después estábamos junto a otros militantes reunidos en secreto. En 1967 estábamos transitando el primer año de una dictadura y en 1977 el primer año de otra dictadura. Pero ésta última fue peor.
¿Muchos recuerdos, no?. Lo que cuento acá es la pura (e incompleta) verdad.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.
Notas
1) https://marcelosapunar.com/2020/11/12/sectarismo-1-por-carlos-benedetto/
2) https://marcelosapunar.com/2020/11/19/sectarismo-2-por-carlos-benedetto/
3) https://marcelosapunar.com/2020/11/26/sectarismo-3-por-carlos-benedetto/
4) https://marcelosapunar.com/2020/12/03/sectarismo-4-por-carlos-benedetto/
5) https://marcelosapunar.com/2020/12/11/sectarismo-5-por-carlos-benedetto/
6) https://marcelosapunar.com/2020/12/18/sectarismo-6-por-carlos-benedetto/
7) https://marcelosapunar.com/2020/12/25/por-carlos-benedetto/
8) https://marcelosapunar.com/2020/12/31/sectarismo-8-por-carlos-benedetto/
9) https://marcelosapunar.com/2021/01/07/sectarismo-9-por-carlos-benedetto/
10) https://marcelosapunar.com/2021/01/14/sectarismo-10-por-carlos-benedetto/
11) https://marcelosapunar.com/2021/01/22/carlos-benedetto-3/
12) https://marcelosapunar.com/2021/03/11/sectarismo-12-por-carlos-benedetto/
13) https://marcelosapunar.com/2021/05/25/reflexiones-sobre-el-25-de-mayo-y-el-peronismo-por-carlos-benedetto/
14) https://marcelosapunar.com/2021/05/27/sostiene-chaves-1-por-carlos-benedetto/
15) https://marcelosapunar.com/2021/06/03/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-parte-2-carlos-benedetto/
16) https://marcelosapunar.com/2021/06/10/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-3-por-carlos-benedetto/
17) https://marcelosapunar.com/2021/06/18/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-4-por-carlos-benedetto/
18) https://marcelosapunar.com/2021/06/25/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-5-por-carlos-benedetto/
19) https://marcelosapunar.com/2021/07/01/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-6-por-carlos-benedetto/
20) https://marcelosapunar.com/2021/07/08/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-7-por-carlos-benedetto/
21) https://marcelosapunar.com/2021/07/16/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-8-por-carlos-benedetto/
22) https://marcelosapunar.com/2021/07/22/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-9-por-carlos-benedetto/
23) https://marcelosapunar.com/2021/07/29/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-10-por-carlos-benedetto/
24) https://marcelosapunar.com/2021/08/05/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-11-por-carlos-benedetto/
25) https://marcelosapunar.com/2021/08/13/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-12-por-carlos-benedetto/
26) https://marcelosapunar.com/2021/08/20/sostiene-chaves-o-el-abc-del-peronismo-13-por-carlos-benedetto/


