El domingo 9 de julio, al cumplirse 207 años de la Declaración de la Independencia argentina, se inauguró en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, el gasoducto Néstor Kirchner que se extiende por 573 kilómetros desde Tratayén, Neuquén. Allí estuvieron el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, Sergio Massa, ministro de Economía y pre candidato a presidente por el espacio Unión por la Patria y Agustín Rossi, jefe de Gabinete y pre candidato a vice por el mismo espacio.
El gasoducto pretende recuperar la independencia energética dentro del viejo paradigma peronista de la tercera posición de mediados del siglo pasado: “soberanía política, independencia económica y justicia social.”
Independencia, según la tricentenaria Real Academia de la Lengua Española (RAE) significa: cualidad o condición de independiente. Libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro.
Recordemos que el rey Felipe V estableció la RAE de la lengua española, bajo el lema: “limpia, fija y da esplendor”, cuya gramática, Nebrija publica en el mismo año en que Colón llega a América. La RAE fue y es una especie de policía de la lengua, algo así como la policía del pensamiento que George Orwell describía en su célebre novela “1984”.
La lengua es la primera arma que emplea el invasor en el territorio dominado; verdad de Perogrullo desde la noche de los tiempos.
Desde la llegada de Colón, los pueblos sometidos en toda la extensión de Hispanoamérica, se han sublevado con diversos resultados. Negativos claro está. La América criolla se emancipó tras un proceso extenso de luchas a lo largo del continente que arrancó en 1810 y concluyó dos décadas más tarde. Pero… la voracidad imperial europea estuvo tras la decadencia de España y Francia. Inglaterra apetecía todo lo que le negó su antigua colonia del norte. La antigua colonia del norte, desplazó a la metrópolis el siglo pasado y Latinoamérica pasó a ser el patio trasero.
Estados Unidos se independiza de Inglaterra en 1776. Cinco años más tarde, el Inca José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru, es ejecutado y descuartizado en la plaza del Cuzco, Virreinato del Perú, por rebelarse a las autoridades españolas e intentar la Independencia del Perú. En su agitada lucha obtuvo el apoyo de indígenas y criollos tanto en el Virreinato del Perú como en el del Río de la Plata; logró convulsionar a doce provincias del primero y a ocho del segundo, pero la rebelión fue finalmente sofocada. Sin embargo, plantó la semilla que germinaría tres décadas más tarde.
Caído prisionero el rey de España por Napoleón, los patriotas ignoraron la autoridad del Virrey y establecieron el primer gobierno patrio. La declaración de la Independencia, en el caso de las Provincias Unidas del Río de la Plata demoró seis años más, hasta que el Congreso reunido en la provincia de Tucumán la declaró el 9 de julio de 1816, a instancias de los diputados enviados por el creador del Ejército Libertador, el General don José de San Martín.
La expulsión de las tropas españolas de Sudamérica demoró varios años más. Hubo que esperar a la batalla de Ayacucho, que se desarrolló en la Pampa de Quinua, en la localidad que adoptó el enfrentamiento de los dos ejércitos, el criollo y el realista, en el norte de Perú. Los ganadores, henchidos de orgullo, regresaron a sus pueblos de origen a sabiendas que los señores de cada distrito seguirían defendiendo los antiguos privilegios coloniales. Entonces, las guerras fueron internas y los grandes virreinatos se fragmentaron en esas luchas entre hermanos.
El Gran Libertador, el General San Martín, partió a su largo exilio para no manchar de sangre americana a su sable corvo. Alberdi, el autor de las Bases de la Constitución de 1853, lo visitó en su casa de Boulogne Sur Mer, diez años antes. Alberdi escribió al tratarlo: “el rasgo que más lo impacta es la modestia del autor de tantas hazañas y su cerrada negativa a hacer alarde de ellas y a recibir honores”. Alberdi, en 1859, consiguió celebrar en Madrid un tratado con el gobierno de la reina de España, Isabel II, que reconoció nuestra independencia y puso término a todo reclamo de la antigua metrópolis.[1]
Para entonces, los ferrocarriles recorrían todos los continentes; Buenos Aires ya tenía su primera línea desde el actual Teatro Colón hasta Floresta. La reina Victoria había desplazado a la reina hispana y Londres se erigía como nueva metrópolis, el modelo agroexportador comenzaba su ciclo virtuoso celebrado por los conservadores en el Centenario de la Revolución de Mayo.
El Teatro Colón fue el escenario elegido por el cantautor Abel Pintos para dar su concierto este 9 de julio. Allí estuvieron chicos y chicas de todas las provincias para escuchar y cantar las canciones patrias más tradicionales. La maravilla musical, difundida por la tv pública, fue promovida por muchas organizaciones gubernamentales y civiles, incluso la Asociación del Fútbol Argentina (AFA). Lo más aplaudido fue el himno nacional argentino. Por esa razón, en la entrega de los premios Martín Fierro, Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, le entregó a Abel Pintos el reconocimiento de la entidad expuesto en un cuadro con la camiseta de la selección campeona del mundo con la firma de los 26 jugadores.
Antes, el Bicentenario de la In-dependencia fue celebrado en la Casa de Tucumán por el ex presidente, el ingeniero Macri, quien se las ingenió para pedir disculpas al rey de España: “los patriotas debían haber sentido una gran angustia por tener que separarse de España”[2], dijo refiriéndose a quienes tuvieron la decisión de independizarse.
El ingeniero que no cayó en la educación pública sino que se educó en el Cardenal Newman, antes había confundido el 25 de mayo, Día de la Patria con el 20 de junio, Día de la Bandera.
Este domingo 9 de julio, Mauricio Macri restó relevancia a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner al manifestar que el gobierno había demorado tres años la construcción de una obra que Juntos por el Cambio había dejado encaminada, lo que le costó a la Argentina más de 5 mil millones de dólares en importación de energía. “En 2019, dejamos la licitación lista y el financiamiento preparado. Solo tenían que avanzar”. La respuesta de la vicepresidenta Fernández desmintiendo esos dichos motivó una nueva reacción de Macri que derivó en un debate sobre política energética de ambos gobiernos, pero fundamentalmente, estas dos figuras aunque no sean candidatos, que representan dos modelos.
La vicepresidenta cuestionó los dichos de Macri, quien le restó importancia a la inauguración del gasoducto, diciendo: “ahora se entiende por qué su mamá lo castigaba por mentir”. [3]
Más allá de esto, la mentira tiene patas cortas y si en algo se ha destacado el nuevo siglo, es en entronizar la mentira en el discurso de los líderes de la extrema derecha, llevado al paroxismo en la extrema extrema. Hecho comprobado en el ex presidente estadunidense Donald Trump o en el brasileño Jair Bolsonaro.
El pensamiento binario de las redes transformó la visión de la realidad en blanco – negro, en bueno – malo, amigo – enemigo, cuando la realidad está salpicada de matices grises, propia del cultivo de un pensamiento crítico del que hay que huir como de los libros, según parece hacen algunos.
Fuera de esto que es dicho al pasar, los habitantes de ésta, la región más desigual del mundo, sabemos que nos debemos la segunda independencia; independencia que la bruma del nuevo orden emergente intenta ocultar, pero que a la vez también posibilita fortalecernos entre nosotros mismos dada la potencialidad de recursos materiales y humanos, ávidos de continuar siendo una región de paz y protección medioambiental.
Columnista invitado
Roberto Gregorio Utrero
Nació en Tunuyán, Mendoza, en 1947. Casado, cuatro hijos, tres nietos y un bisnieto. Técnico Mecánico; Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública; Becario de la FUGEVAR, Río de Janeiro, Brasil (Política Fiscal) y de FUNDAP, San Pablo, Brasil (Políticas de gobierno y empresas públicas); Diplomado en Economía Política, FLACSO Argentina; Magister en Historia de las Ideas Políticas Argentinas, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo; Doctorando en Ciencias Sociales, UNCuyo; ex asesor consultor en materia de cooperativas de la Asociación Internacional de la Seguridad Social AISS, Oficina Regional para las Américas, Buenos Aires; docente, presidente y fundador del Instituto Cultural Argentino Brasileño (ONG); ex asesor de la Dirección Provincial de Cooperativas; ex asesor de la Federación de Cooperativas Argentinas Limitada. FeCoVitA; ex asesor de la Dirección de Escuelas de Mendoza; ex asesor del Consulado General de Brasil en Mendoza; ex docente de la Universidad de Congreso y la DGE; escritor, autor de: La dama de Sao (1996) nouvelle editada en Brasil; Ensayo sobre la torpeza, novela inédita; Joaquím Machado de Assis, uma indagacao aberta e permanente (2005); Des cuentos Desencuentros (2011), Zeta Editores; De Extremadura a Cuyo, el viaje sin retorno (2012), Zeta Editores; Ferrocarriles Argentinos, destrucción recuperación, (2012) trabajo federal coordinado por Juan Carlos Cena; Supone que estorba (2013), novela inédita; Impulso civilizador y política de Estado en Mendoza, el Ferrocarril 1884-1914, tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, (2014); Justificando ausencias (2015), novela inédita; La mujer del pintor (2016), novela inédita; La colmena ferroviaria, relatos de los Talleres Diesel (2020) Lucero y Maffioli Editores; Huir al terruño, el lento derrotero familiar, novela próxima a editarse, además de haber publicado diversos artículos en Argentina y el exterior; cronista semanal de Revista Con Nuestra América, blogspot editado los sábados desde Costa Rica.
Notas
[1] Félix Luna, Juan Bautista Alberdi, Edit. Planeta, Bs. Aires, 1999, pág. 94.
[2] www.eldestapeweb.com
[3] Página 12, 14 de julio de 2023.