Todo sucedió en el mismo viaje, que hoy recordé, mientras intentaba continuar durmiendo y -tal vez-, soñando o -al menos-, descansando. Vino todo a mi mente, lo viví como me sucedió, hace décadas, ya que los jovatos contamos de a décadas, para no quedarnos en el tiempo. Estaba en el andén, cuando un joven se acercó y me preguntó, ¿usted es Carlos Valle?. Efectivamente, le respondí. ¿Usted vive y es de carne y hueso?. Creo que sí, le dije, no entiendo tu pregunta, ni tu asombro. Como diría Pirandello, sono un uomo qualunque.
-Para mi es un mito y lo hice mas veterano y ya desaparecido. Discúlpeme, pero me han hablado tanto de usted; mis compañeros; mi padre y quienes lucharon y militaron en la Resistencia, a partir del ’56. Ellos eran muy grandes y muchos han desaparecido, por eso mi asombro.
Muchas veces, uno está en el lugar preciso y en el momento justo, como me ha ocurrido a mi. Se fueron dando las circunstancias y -por tener grandes amigos, en todos los sectores progresistas-, sucede. ¿Es cierto que usted estuvo siempre junto a Perón y que él lo consultaba -en todo- y que le escribía los discursos?.
Eso es parte de la imaginación de la gente y tiene que ver con los 36 años que pasé junto a él. Esto si es cierto, fui quien mas años estuvo acompañándolo, en la vida, aunque disentí en muchas cuestiones, lo cual me supo permitir, como a nadie. Le escribí algún discurso, por falta de tiempo, pero solo dándole forma a lo que él pensaba, en general.
El orientaba todo y me pedía lo referente a la llamada izquierda y al progresismo, lo cual era mi especialidad. Apold me decía -en privado-, “sos la mano siniestra del general”. Es un capítulo aparte. Tuvimos grandes disidencias -con Apold-, pero nuestra relación duró hasta su muerte; era padrino de uno de mis primos -Marcelo Alejandro Gallo-, exiliado, hace varios años, en Minas Gerais -a quien quiero mucho- y padre de Marcela Tinayre -no padrino-, según me reveló, por entonces.
El trato afectuoso, con Perón, creó muchas fantasías, haciendo creer -a todos, o a muchos-, que yo influía sobre sus acciones y mensajes. Reconozco que -yo mismo-, era ajeno, al principio, a la magnitud de sus mensajes. El trato permanente; la cercanía, me hacían no estar conciente de su trascendencia, cosa que aprendí con el tiempo.
Digo que me ocurrió lo mismo, con Fidel Castro; el trato amistoso y el lugar en que lo colocan a uno, te hacen perder la noción, hasta que reconoces, con el tiempo, la inmensidad de las enseñanzas que le han dado al mundo. Y como se adelantaban -en el tiempo-, al proceso de la humanidad.
Perón, por el ’47, trataba de hacer entender, a todos los gobiernos, el devenir de los cambios ecológicos, al actuar en franca contraposición a las propias leyes de la naturaleza. Otro tanto hacía quien se consagró como el comandante de Latinoamérica y el Caribe, acompañado de un verdadero elegido, nuestro Ernesto Guevara, el rosarino que conmovió al mundo, que lo tiene como uno de sus referentes, incluso de los jóvenes, muy jóvenes, que lo exhiben, en sus prendas de vestir y acompañando sus reclamos de justicia y sus protestas.
Que uno aparezca en la misma foto no significa que posea su misma estatura, por cierto. Por otra parte, las fotos no fueron mi fuerte; mas bien, las evité. No se puede estar en la clandestinidad y fotografiándose, creo. Hay quienes tuvieron un pedido de captura internacional y salían en los diarios -de todo el mundo-, reunidos, mientras estaban exhibiéndose, con funcionarios extranjeros -¿raro, no?-.
La conversación se desarrollaba en aquél tren y ya había perdido la noción del tiempo y el lugar en que estábamos. La estación en que debía descender, había quedado atrás. Todo esto vino a mi memoria, al pensar que mañana -10 de agosto-, Fidel cumpliría -de estar vivo, físicamente-, creo que 97 y se fue en aquél 2016 de mi primer ACV, cuando estaba en mis cuentas verlo, mas ya era tarde.
Perón estuvo a punto de cumplir 81 y partió tres meses antes de celebrarlo, habida cuenta que nació en octubre de 1893, en el pueblo bonaerense de Roque Pérez; siendo bautizado como Juan Sosa, el apellido de su madre, orgullosamente originaria, aunque a muchos les pese, porque no se puede ser peronista y perseguirlos.
El título del recuerdo, tiene que ver con que terminé durmiendo en un banco de estación, ya que el joven continuó, hacia una localidad mas lejana y yo descendí, para no alejarme mas. No había tren de regreso -hasta entrada la madrugada-, compartiendo el asiento con un sabio linyera, que me aceptó un emparedado, pero no dinero.
“Vivo de la caridad pública, pero el dinero mancha”, sentenció. Pasar la noche en una estación de tren, no era nuevo. Como los paisanos, creía que “para temprano es tarde y para tarde es temprano” y mi afán de compartir diálogos interminables, hizo que me durmiera en los trenes y me pasara varias estaciones.
Coseché muchas experiencias, como la vivida con este joven, que pensó que había hablado con un fantasma. Viví varios episodios similares y casi me convencen de que tenían razón. Pero acá estoy; sigo entre ustedes y tienen que aguantarme. Nada tengo que ver con los espectros, que nunca me asustaron y pienso que dialogué con algunos -tal vez-. Fraternal abrazo.
9 de agosto de 2023 (en tiempos de Patria angustiada, pero grande siempre)
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


