Durante décadas, particularmente en los tiempos de la guerra fría, el enemigo definido del campo nacional y popular, lo marcamos sin tapujos como el imperialismo, con el centro de su poder en Estados Unidos. Perón ganó las elecciones de 1946 con la consigna “Braden o Perón”. Braden era el embajador de Estados Unidos en la Argentina.
La derecha, o los sectores dominantes, o la oligarquía, o la burguesía trasnacionalizada, o como la llamáramos según el folclore popular más o menos intelectualizado, más o menos peronista, apuntaba como su enemigo al “comunismo ruso”, o “internacional”. Luego fue la “subversión” (pocas veces fue tan clara). Ya desatado el genocidio del ’76, se soltaron la trenza y declararon, al menos al interior de sus fuerzas, con toda claridad que el enemigo (el “oponente”, escribían) era “la población”. Así está en sus documentos, entonces secretos. O sea, el Pueblo. O sea, la Patria.
Entonces… la palabra imperialismo quedó subsumida en la vergüenza de la derrota. Ya nadie se animaba a mencionar al monstruo. La izquierda, o el campo nacional y popular, cuyo eje siempre fue el peronismo, apenas rozaba la definición de soberanía… Hasta que llegó la traición del menemismo. Esta vez fue el peronismo el que tiró la chancleta y se entregó a las “relaciones carnales” (pocas veces tan clara la grosería) con Estados Unidos.
En estos días en que se decidió en Johanesburgo que Argentina integrará el grupo de los BRICS a partir de 2024, se ha producido una situación paradojal. La derecha no ha tenido empacho en declarar su incondicional sumisión a Estados Unidos. Más aún la ultraderecha especificó su alianza (¿?) con Estados Unidos e Israel, el Estado terrorista del apartheid.
Mientras… en el campo nacional y popular… ni una palabra acerca de nuestra condición de neocolonia, nadie que mencione a Estados Unidos como la metrópolis que nos gobierna mediante la deuda con el FMI, los ejercicios y cursos a nuestras fuerzas armadas, las instrucciones y seminarios a nuestro sistema judicial, la conexión directa de los principales y monopólicos medios de prensa, las reuniones de empresarios yanquis donde asisten a rendir cuentas hasta nuestros funcionarios, además de los dóciles oligarcas argentinos. En cuanto a sus enemigos, la derecha no ha tenido más remedio que marcar claramente a Rusia y China, sin dejar de lado, claro está, a la “casta” política, su gran hallazgo propagandístico de campaña electoral.
No habrá sentido épico ni mística militante si no marcamos a fuego a los enemigos de la Patria. No entusiasma a nadie luchar contra el payaso Milei (payaso peligrosísimo, por cierto). Mucho menos contra Macri o la Bulrich. Se hace imprescindible la construcción de un sentido popular, trascendente, histórico, que promueva la generación de líderes que encarnen lo mejor de nuestra historia nacional y latinoamericana.
Agosto de 2023
Columnista invitado
Fernando Rule Castro
Referente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Ex preso político de la dictadura cívico eclesiástico empresarial militar. Militante político. Escritor.


