El inmenso riesgo de la psicosis colectiva, que proyecta una obnubilación absoluta, a lo que puede sumarse la exacerbación de la cobardía compartida -inconcientemente- y la misoginia fatal.
La desmovilización organizada y la ruptura de la comunicación personal y directa, nos está conduciendo a un desenlace imprevisible. La incomunicación se ha hecho una costumbre que debemos corregir, de haber tiempo.
El individualismo creciente e impulsado por los mismos factores de poder y la suerte de inanición a que nos sometió la pandemia (todo armado, desde la creación del virus de diseño, por laboratorios estadounidenses). El sistema logró la desaparición de millones de seres seguramente -menos de lo esperado- separando -asimismo- a personas muy organizadas, amistades indisolubles y compañeros de club, o de trabajo.
La psicosis colectiva y desenfrenada está ganando adeptos, sincronizadamente, dado que ha triunfado la ignorancia de la realidad -tras el lavado de cerebros y la negativa a usar el pensamiento y la experiencia-. Todo ello desemboca en la obnubilación; es la obnubilación.
Todo ha conducido a la exacerbación de una cobardía común y compartida, buscando a un@ responsable, para negar u ocultar esa responsabilidad compartida, tal vez-inconcientemente-. Cuando a todo ello se suma la misoginia, que palpita en lo mas profundo -de hombres y mujeres, que padecen tal daño-.
La misoginia y el odio tienen componentes similares y hacen mas daño a quienes los profesan, que a quienes va dirigido, aunque -muchas veces,-, perturbe a la sociedad, en su conjunto. No obstante ello, el conjunto es dañado, el individualismo avanza y nuestras bases se resquebrajen, perceptiblemente, o no.
Todos los avances de la mujer -por ejemplo-, son criticados -acerbamente- y quieren retrotraerse hasta desaparecer. Nada les hace ver que las mujeres son dueñas de sus cuerpos -como nosotros, todos-. Torquemada no está, pero la inquisición continúa, con mayor o menor presencia.
Y se apodera de cerebros -no siempre vírgenes-, pero que han sido atrapados por la prédica. El país y el mundo sufren el efecto del eclipse, que los conduce a la oscuridad. Y ello ocurre, mientras el Eje del Mal, desata una guerra, en Ucrania, haciéndole pagar, a pueblos sometidos a su locura, el armamento, que puede acabar con las especies y con el planeta. Es decir, con la vida.
Si el amor no nos gobierna y continuamos siendo presa -de todo ello-, nuestro destino puede ser trágico. No hagamos responsable de nuestros errores, de nuestra cobardía –misóginamente-, de la desmovilización, de esa incomunicación que nos oprime, a quien nos ha dado todo; porque la Patria es el otro -sino no hay Patria- y estaremos destinados -definitivamente-, a ser la colonia (del Eje del Mal).
Te comento esto, porque te quiero, como hermana, o hermano; como mi semejante que proviene del mismo origen. Si nos negamos a usar la mente y a pensar; a corregir nuestros errores y no achacárselos al otro, pensando que debemos superar la ignorancia, el desapego, el egoísmo -y todo lo que conlleva-, entendamos que no tendremos amor, soluciones colectivas y seremos -para nuestra desgracia-, títeres, o zombies, de una humanidad inexistente.
30 de agosto de 2023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


