Parafraseando a don Atahualpa: “Mal´haya triste destino, los Aguaribays argentinos…”. Y más triste destino, si tuvieron la desgracia de nacer cerca de un templo mormón.
El Aguaribay era el árbol sagrado de los Incas y sus frutos encierran un carozo que es empleado como sustituto de la pimienta, de allí que en Cuyo se lo llama Pimiento. Los incas lo consideraron sagrado y lo llamaron el árbol de la vida, porque se extraía de él un bálsamo para curar las heridas. Fue plantado a la vera de las rutas de comunicación del Imperio Incaico para dar protección a los chasquis y el Inca Garcilaso de la Vega, en 1613 contaba como preparar un brebaje curativo con hojas del árbol sagrado, para el sistema urinario y para eliminar la sarna y curar llagas.
Un árbol tan venerado por los pueblos originarios del Sur, no podía ser del gusto de una Iglesia Mormona de Nueva York y por eso, cuando empezaron la construcción del gran Templo Mormón en las cercanías del Challao, lo primero que hicieron, con el guiño de las instituciones oficiales encargadas de cuidarlos -violando la Ley N° 7874-, fue usar la motosierra para talar alevosamente ONCE aguaribays sagrados, que vivían brindando sombra y oxígeno a la sociedad desde hacía décadas en la Calle Posse, al Norte del Templo.
No contentos con la matanza de esos ONCE aguaribays de la Calle Posse, pusieron la mira en un solitario aguaribay de la Calle Coni, al Sur de esa propiedad, que también había soportado estoicamente sequías y pestes para darnos sombra y oxígeno y entonces la comunidad, apoyada por el Grupo “Guardianes del Arbolado”, inició desde enero del 2023, una gran campaña de concientización y de defensa de ese solitario ejemplar, haciendo varios actos en el lugar para llamar la atención de las autoridades responsables del Templo, buscando evitar la llegada de la motosierra también a ese árbol, que al decir de don Atahualpa Yupanqui, tenía “triste destino”.
La Comunidad pasó todo el año 2023 haciendo guardia para evitar que lo asesinaran, pero en la noche del 20 de diciembre, amparada en la oscuridad llegó la motosierra y también lo mató, haciendo desaparecer su cuerpo para no generar reacciones de la comunidad y dejando solo aserrín en el piso como prueba de esa muerte.
Y para demostrar que se saben culpables, en la noche del 1 de enero de 2024, también en forma subrepticia, sacaron el tocón de ese abnegado ejemplar, para que nunca pueda volver a rebrotar.
Las fotos muestran, paso a paso, la lenta agonía del aguaribay sagrado de la calle Coni y… ¡la falta absoluta de conciencia ecológica de los dueños del poder!!!
Columnista invitado
Alberto Lucero
Ingeniero Electricista, Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Mendoza. Titular de “Lenix Publicidad”. Titular de “Info Point System”. Co-fundador de las A.M.P.A.P. (Asambleas Mendocinas por el Agua Pura), en Tunuyán.


