La primera de las tres clases de la Trifecta del Pensamiento Nacional (1) fue el 27 de junio de 2024 vía ZOOM y, como dijimos antes, fue dictada por el historiador Mariano Cabral. Estuvo dedicada, por entero, a la figura y el pensamiento de Raúl Scalabrini Ortiz.
Justo ese día se cumplían 80 años de un extenso discurso del General Perón (2) antes de ser Presidente, donde se dicen cosas que la dirigencia peronista de hoy ignora por completo.
La exposición del profesor Cabral recordó a una conferencia de Gustavo Koenig, de la comisión de Defensa del PJ nacional (3) quien desde hace años viene rescatando el pensamiento de Perón sobre los recursos naturales como cuestión geopolítica. En la concepción peronista, la soberanía es un tema central. También lo fue para los pensadores yrigoyenistas nucleados bajo la sigla FORJA.
Y así entramos en el tema…
Cabral nos recuerda un dato no menor: cuando Hipólito Yrigoyen asumió su primera presidencia en 1916 fue, como todos los anteriores, invitado a la embajada británica para discutir la composición del gabinete nacional. El Peludo se negó y eso tuvo sus consecuencias a mediano plazo. Los radicales de hoy seguramente no saben esto o, si lo saben, pensarán que allí empezaron los problemas del país, cuando nos negarnos ser-colonia-de…
“En Europa se enseña historia europea, y acá también”, se quejó Cabral, al señalar que la historia nacional está casi ausente, si se tiene en cuenta que en la secundaria se empieza por Egipto, Mesopotamia, luego Grecia, Roma, etc. Como si los pueblos originarios no fuesen parte de NUESTRA historia, como si nada tuviéramos que ver con eso. Ya alguna vez escribimos sobre Rodolfo Kusch y Guillermo Magrassi que, cada uno a su manera, dirían que “todos somos indios” y que la cultura indígena sobrevive incluso en la vida cotidiana de las grandes ciudades parcialmente europeizadas (4).
“Uriburu fue nacionalista pero cipayo, fue nacionalista del nacionalismo europeo, pero no del nacionalismo argentino”, señaló el disertante, para empezar a hablar de la Década Infame (1930-43), en que pasaron a manos inglesas los ferrocarriles que habían sido construidos con capitales y trabajo argentinos.
En un momento de su vida, Rabindranath Tagore (1861-1941) había dicho que “es de los nubarrones más oscuros de donde provienen las lluvias más fértiles”, ello para alentar al optimismo frente a las adversidades. Don Hipólito expresó lo mismo con otras palabras: “todo taller de FORJA parece un mundo que se derrumba”. Por eso, muerto Yrigoyen y la UCR entregada de pies y manos al imperialismo británico, los radicales yrigoyenistas crearon una corriente interna a la que llamaron FORJA – Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina. Allí encontramos a Homero Manzi (Homero Manzione, santiagueño; el autor de los mejores tangos no era porteño), Enrique Santos Discépolo, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz (correntino) y muchos otros. Todos pensantes del país desde el país. Siempre perdieron las internas frente a las huestes del radicalismo de Alvear, el Menem de la década del ’30.
Para el caso de Scalabrini Ortiz, había viajado a Europa y estudiado economía. Allí estaba siendo duramente cuestionado el liberalismo por el marxismo, pero también por Lord Maynard Keyness, quien proponía un Estado capitalista de bienestar para evitar el comunismo.
En FORJA se va, justamente, forjando la idea de un nacionalismo popular, no oligárquico como el de Leopoldo Lugones o José Evaristo Uriburu. No se trataba, por ejemplo, de reivindicar a Rosas desde la derecha católica, sino desde la izquierda, la izquierda NACIONAL, una izquierda no subordinada a la Unión Soviética.
No era imprescindible estar afiliado a la UCR para militar en FORJA, con lo cual ya estaba anunciado desde el principio que la separación iba a ocurrir en algún momento.
El Pacto Roca Runciman a mediados de los ’30, que consistió en conseguir que Inglaterra vuelva a comprar carne argentina a cambio de crear (y controlar desde Londres) el Banco Central (1935) y que los ferrocarriles, frigoríficos y medios de comunicación, entre otras cosas, pasen a manos inglesas, fue el detonante de una gran bronca.
Recordemos que casi al terminar la década se producía el intento de asesinato de Lisandro de la Torre, que había denunciado ese pacto. Recordemos que en esa década se escribieron los tangos más pesimistas y de denuncia conocidos, como los de Enrique Santos Discépolo: Yira, Yira (1929), Cambalache (1934), Uno (1943).
Cuando en 1943 se produjo el único golpe de Estado justificable de la Historia (opinión personal del autor), FORJA apoyó en masa a ese gobierno de facto. Ese mismo año FORJA, sin Scalabrini, contactó a Perón, quien no estaba inventando la pólvora, sino simplemente adaptando a la realidad nacional lo que diez años antes, en 1933, Franklin Delano Roosevelt había hecho al asumir la presidencia de EE. UU. y que habilitara a que fuera reelecto tres veces más, cosa sobre lo cual los “republicanos” argentinos nunca dijeron ni mu.
Dice el disertante que, siendo Scalabrini Ortiz agrimensor en el Chaco, tuvo contacto con los qom (mal llamados “tobas”), y pudo ver cómo el proto-peronismo favoreció a los laburantes, y escuchó de ellos: “con coronel Perón gobernando, indio trabajando, patrón pagando”.
“El hombre que está solo y espera” es una de las grandes creaciones literarias de Scalabrini Ortiz donde, como él mismo reconoce, se describe a sí mismo en la década del ’30: la soledad, la tristeza, un tiempo con el mayor índice de suicidios. Fue publicado en 1931 y el mismo autor reconoce que, las masas que protagonizaron el 17 de octubre del ’45, eran hombres que estaban solos y esperaban. Esperaban la venida de un nuevo mundo. El mismo día en que Leopoldo Marechal baja de su 7º piso en su departamento cerca de Once con una de sus pipas en la mano y se suma a la multitud. “El subsuelo de la Patria sublevado” diría Scalabrini Ortiz de esa jornada.
El hombre que había estado solo y esperaba, recién conocería a Perón en 1944, en La Plata, en ocasión del discurso histórico donde delineó el futuro nacional (2). Allí Perón le entregó una tarjeta con la leyenda “para la filial La Plata de FORJA”, que Scalabrini Ortiz devolvió con otra leyenda: “le vamos a pedir los trencitos”, haciendo referencia a la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles.
Como todo FORJA, como Perón, Scalabrini Ortiz era neutralista en la guerra, lo que le valió el mote de “nazi”; en esa época se tildaba de “nazi” a todos los que no se ponían del lado anglo-norteamericano en la guerra. Todavía se sigue haciendo eso, lamentablemente.
Scalabrini Ortiz apoyó, pero desde afuera, la reforma constitucional de 1949, pero fue atacado por los peronistas de derecha. Recordemos que antes de morir la misma Evita había advertido sobre la peligrosidad de los “gorilas de adentro” y eso bien lo supo la Generación del ’73 y lo sabemos hoy quienes hemos leído y/o enseñado Historia Argentina. Lo cierto es que Scalabrini Ortiz y otros comenzaron a alejarse del gobierno a partir de la muerte de Eva; luego, en 1954 Perón busca un acercamiento, pero ya era tarde. El golpe de 1955 había sido planeado en Londres desde bastante tiempo antes.
Falleció en 1959, a poco de triunfar la Revolución Cubana. No alcanzó a ver los alcances de esa otra revolución, la de su propio país, que había quedado trunca, y aún lo está.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, profesor de Historia jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología (FAdE). Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Co-fundador de la Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares (2007) y de la Agrupación Luis Barahona (2018), Malargüe. Colaborador de nuestro diario desde -casi- los orígenes, en temas históricos, políticos y ambientales. Para conocer toda su producción en nuestro diario mirá aquí.
Notas
La trifecta del pensamiento nacional / por: Carlos Benedetto
https://argentinahistorica.com.ar/intro_archivo.php?tema=8&titulo=17&subtitulo=56&doc=163
https://marcelosapunar.com/?s=Carlos+Benedetto – pág. 12
Clase completa: https://youtu.be/JRsZtBqlxws