13. El regreso “no le da el cuero”
Durante más de un año el oficial en ascenso cultivó una relación cotidiana con el mayor Raúl. Algún día de la semana se juntaban en el centro de Buenos Aires a planificar qué clientes atender y qué obras podían inventar para expandir el floreciente negocio.
El coronel era una figura tácita en el esquema que habían armado. El tipo siempre estaba al tanto de lo que se hacía, incluso muchas veces usaba a Raúl para dar alguna propuesta. Mientras que en el cuartel era el jefe de trato estrictamente militar. Incluso de política no se hablaba, tal y como corresponde a un profesional del ejército.
Los sábados iba a la cancha con el cura a ver los partidos del fútbol del Nacional B. Cuando no, Raúl lo pasaba a buscar para ir a las prácticas de tiro y alguna vez hicieron cortos viajes para una partida de caza -vizcachas mayormente-, y hasta alguna vez fueron unos conejos.
Al militar en ascenso le repugnaban esas expediciones, no toleraba los animales muertos, colgados en el borde de la camioneta, chorreando sangre y con ese olor penetrante que no lograba sacar de su nariz por días. Por el contrario, sus compañeros de la expedición disfrutaban incluso de las presas colgando ostentosamente para alarma de quienes se cruzaban en la ruta y lograban ver los cadáveres expuestos.
Algún policía en un control de rutina intentó hacer valer su autoridad pidiendo permisos e intentando revisar armas. Allí bajaba Raúl y mostrando algo y hablando muy cerca del oído del policía lograba franquear el camino con una palmada en la espalda del uniformado.
Los domingos eran día de misa y reunión de cursillistas, volvía a encontrar a Raúl, no el que era hábil en el manejo de armas, tampoco el inescrupuloso hombre de negocios. Allí era el primero en arrodillarse para rezar, el que bajaba la cabeza con contrición al momento de reconocer las faltas que “nos alejan del Señor”. También el que mantenía viva la hermandad, azuzando el fuego de la memoria de los caídos y animando al grupo a ser levadura en la masa.
El militar en ascenso siempre llevaba a todos los ámbitos su Beretta calibre 22 al abrigo de su axila. Le resultaba muy cómodo ese lugar, le recordaba un gatito que había criado cuando era un niño. El felino se quedaba dormido en el hueco ronroneando y dando calor como ahora lo hacia el arma.
Gracias a las frecuentes visitas al centro de la ciudad, empezó a adquirir nuevas perspectivas que le permitieron entender mejor dónde estaba inmerso y qué significaban sucesos que antes lo habían sorprendido, como el Cordobazo.
Ahora podía situar la pueblada dentro de una secuencia de acontecimientos y percibir con mayor claridad las intenciones detrás. Cuando la Revolución Libertadora encumbró como dictador a Pedro Eugenio Aramburu, se inició una política de persecuciones y detenciones masivas con el objetivo de “desperonizar” al país y alinear su economía con el orden mundial de posguerra, liderado por Estados Unidos.
Para el militar en ascenso, el asesinato de Aramburu marcó el momento de mayor debilidad del movimiento que inicio la Revolución Libertadora: se perdió la oportunidad de sepultar para siempre al peronismo. Sin embargo, la firmeza que había demostrado al lograr que la mayoría de los partidos opositores al peronismo formaran parte de la Junta Consultiva Nacional le otorgaba prestigio como militar honorable y hombre decidido.
Había compartido con el Mayor Raúl sus tribulaciones. Así como le había permitido leer un reporte sobre el asesinato de Aramburu, cada tanto le pasaba textos producidos por la inteligencia militar que ilustraban donde estaba la Argentina y el rol de los actores políticos principales.
“Contexto Nacional
“La Revolución Libertadora impulsó un marco represivo que incluyó la criminalización de expresiones políticas asociadas al peronismo, como el canto de la marcha peronista. Un intento de contragolpe fue neutralizado con medidas extremas, resultando en ejecuciones públicas y asesinatos clandestinos, tanto de líderes militares como de civiles. La Constitución de 1949 fue anulada y se impulsó una nueva reforma constitucional alineada con los intereses de la dictadura. Paralelamente, se implementó un estricto control de los medios de comunicación y la clausura de diarios opositores. Miles de opositores fueron detenidos y se institucionalizó el uso de tortura por parte de las fuerzas de seguridad.
“Escenario Internacional
“Durante el período analizado, la escalada de la Guerra Fría influyó directamente en la región. La Crisis de los Misiles en Cuba (1962) y la intervención de Estados Unidos en Vietnam desatando una guerra (1964) consolidaron la Doctrina de Seguridad Nacional. Esta doctrina promovió la militarización de los países latinoamericanos mediante golpes de Estado y la adopción del terrorismo de Estado como herramienta de control. El Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (conocido como Escuela de las Américas) ha sido instrumental para este objetivo.
“Movilización Social y Resistencia Interna (1969-1972)
“En Argentina, entre 1969 y 1972 se registró un incremento significativo de insurrecciones populares. En 1969, episodios como el Cordobazo, el Rosariazo y el Tucumanazo evidenciaron el rechazo a las políticas de seguridad del régimen de Juan Carlos Onganía y los ajustes salariales. El Cordobazo, en particular, combinó huelgas laborales con movilizaciones estudiantiles, alcanzando el control del centro de Córdoba antes de ser fuertemente reprimido por el Ejército, con un saldo de decenas de muertos y cientos de detenidos.
“Simultáneamente, surgieron movimientos armados como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Estas organizaciones, junto con sectores vinculados a la “liberación nacional”, incluyendo la influencia de la Teología de la Liberación y agrupaciones marxistas tradicionales, que enfrentaron violentamente tanto a la dictadura como a sectores peronistas que pretendían marginar al líder exiliado, Juan Domingo Perón.
“Impacto Político y Respuestas Institucionales
“La creciente conflictividad debilitó el gobierno de Onganía, exacerbando la crisis social y política. En este contexto, amplios sectores juveniles adoptan posiciones revolucionarias y antiimperialistas, inspiradas en modelos como la Revolución Cubana y el legado del Che Guevara. También se observaron tendencias hacia vías democráticas, destacando el triunfo electoral de Salvador Allende en Chile (1970).
“Estrategias de Reconducción Política
“Tras el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu por Montoneros, el general Alejandro Agustín Lanusse asumió la tarea de implementar el denominado Gran Acuerdo Nacional. Este plan buscaba neutralizar la figura de Perón mediante una estrategia de reivindicación histórica y concesiones simbólicas, como la restitución de los restos de Eva Perón y la resolución de los impedimentos legales que obstaculizaban el retorno del líder en el exilio.
“El 27 de julio, en un discurso ante un auditorio compuesto exclusivamente por figuras masculinas de la élite política y militar, Lanusse desafió públicamente a Perón a regresar antes del 25 de agosto, argumentando que, de no hacerlo, su figura quedaría desacreditada como mito político. En sus palabras: “A Perón no le da el cuero para venir”.
“Conclusión
“El análisis de este período evidencia una interacción compleja entre dinámicas internas de represión y resistencia, influencias internacionales y estrategias políticas de reconstrucción. El entorno social y político continúa siendo un terreno fértil para el conflicto, la insurgencia y la redefinición de alianzas estratégicas en Argentina.”
El sábado el Mayor Raúl lo pasó a buscar por su casa en el barrio. El militar creía que iban a una práctica de tiro, pero al subir al auto se dio cuenta que nadie estaba vestido para la ocasión.
-Es que vamos a la cancha de Nueva Chicago- dijo Raúl.
-¿Pasamos a buscar al cura, entonces?-.
-No, esta vez va a estar muy movido para las sotanas-.
Eso lo supo al llegar, se trataba del primer acto de la Juventud Peronista, los que a toda costa querían traer al General Perón de vuelta a la Argentina. Esa consigna de los dedos en “V” era para denotar que “Perón, Vuelve”.
-Eso es lo que tenemos que evitar a toda cosa, que Perón vuelva-.
Le dijo a Raúl mientras buscaban un lugar en la tribuna repleta de jóvenes que al militar le recordaban los barbudos de Córdoba.
-Cuide las palabras, amigo. Hable en voz baja que acá estamos en campo enemigo-.
-¿Y… para qué vinimos si ni hablar se puede?-.
Estamos aprendiendo, como dijo Sun Tzu, al enemigo hay que tenerlo cerca, agarrado del cinturón para saber qué es lo que hace. Si a Perón le da el cuero para venir, nosotros tendremos que meter la mano ahí.
Al militar en ascenso le pareció que esa frase la había escuchado en la película El Padrino. La había visto el día del estreno, unas semanas atrás, en uno de sus paseos por el centro. Se sonrió pensando en la picardía de Raúl. Pero todavía no lograba encajar cómo podrían meter la mano y quienes eran esos “nosotros”.
Esa semana en la Confitería de calle Perú y Avenida de Mayo hubo caras largas y sobre la mesa, además de las tazas de café se podía leer la tapa de un periódico:
“Miles de militantes colmaron el estadio de Nueva Chicago para recordar a Evita y desafiar al gobierno militar.
“El sábado 28 de julio, el estadio de Nueva Chicago, en el barrio porteño de Mataderos, fue escenario de una multitudinaria convocatoria organizada por la Juventud Peronista (JP) en conmemoración del vigésimo aniversario de la muerte de Eva Perón. Inicialmente, el acto había sido planeado para el Luna Park, pero Tito Lectoure, su propietario, cedió ante las presiones del gobierno militar y denegó el permiso. Finalmente, el evento encontró su lugar gracias a Paulino Niembro, dirigente metalúrgico y presidente del club Nueva Chicago, quien ofreció el estadio para la jornada.
“Cerca de 15 mil personas se reunieron bajo las banderas del peronismo. El acto comenzó con un minuto de silencio en homenaje a Evita y a “todos los caídos en la lucha por la liberación”, seguido por la entonación del Himno Nacional. Los últimos versos fueron cantados con fervor, mientras la multitud saltaba y agitaba los brazos, marcando el tono combativo de la reunión.
“El evento continuó con la Marcha Peronista y los discursos de varios oradores, entre ellos Mario Hernández, de la Asociación de Abogados Peronistas, quien llamó a organizar comandos de defensa para proteger a Juan Domingo Perón ante su esperado regreso al país. Sus palabras, que incluían críticas al presidente de facto, Alejandro Lanusse, fueron acompañadas por cánticos de las tribunas, como el resonante “¡Aquí están, estos son, los fusiles de Perón!”.
“Otro de los oradores destacados fue Rodolfo Ortega Peña, abogado y reconocido intelectual, quien utilizó metáforas futboleras para ridiculizar a Lanusse: “Actúa como Didí en River, se pasa el tiempo explicando sus derrotas. Pero acá ya no hay tiempo suplementario. Estamos en el segundo tiempo y vamos ganando seis a cero”. Su alusión culminó con una frase lapidaria que arrancó ovaciones: “A Lanusse le podría caber el título que Perón le explicaba a Braden que otorgan los argentinos a los que venden el país al extranjero: ¡hijo de puta!”.
“Las consignas coreadas por la multitud reflejaban el clima de tensión política de la época. Entre ellas, se escuchaba: “Lanusse, marmota, Perón va a venir cuando se le canten las pelotas”.
“El acto en Nueva Chicago, con su tono desafiante y masiva participación, dejó en evidencia la vigencia del peronismo como fuerza política y su capacidad de movilización, incluso bajo la opresión de la dictadura militar.”
Finalmente, Raúl le quitó el diario al militar en ascenso, quien lo había tomado entre sus manos y lo había aferrado como si fuera un madero en medio de un naufragio en alta mar. Su gesto de desesperanza era tan evidente que Raúl debió sacudirle el brazo.
-No se deje llevar por los cuentos de los periodistas, nosotros tenemos muchos más elementos a nuestro favor, incluidas las armas- dijo forzando una sonrisa.
Lo miraba, pero no respondía, parecía no escuchar el razonamiento.
-No vamos a hacer un papelón como el que hicieron los de la Armada que inventaron una fuga para fusilar a esos presos en Trelew, encima que dejaron vivos a algunos. Nosotros los vamos a hacer desaparecer-.
Instintivamente, se llevó la mano a la sobaquera. El contacto con el suave contorno de la Beretta calibre 22 le devolvió el ánimo.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.


