La salida
Todos los lugares públicos delimitados por alguna frontera -pared, empalizada, alambrado o prohibición de traspasarla exhibida a la vista- tienen dos tipos de salidas, unas -las que, un rato antes, te permitieron entrar- que te devuelven al mundo desde el que venís y otras que te depositan en la trastienda de ese mundo, las que se conocen como salidas de emergencia. Salidas que en general dan a los fondos, a los callejones laterales, en fin, a un mundo desconocido o conocido para unos pocos que deambulan por el margen de lo aceptado como normalidad.
Estas salidas de emergencia siempre se utilizan en tropel, con lo que se convierten en tan peligrosas como el evento que obligó a su utilización. Esto sin contar con que algún ingenioso administrador puede haberlas inutilizado para evitar escapes no previstos y no avisó. Se convierten en salidas sin salida a pesar del cartelito verde.
Voy a ser obvio: “estamos ante una situación extrema de emergencia” ¿vieron?
Tenemos que buscar “la salida” que no parece ser aquella por donde entramos y deberíamos intentar no caer en los márgenes.
La política históricamente ha sido una alternativa para salidas de emergencia, a condición de no volver por la entrada ni buscar el cartelito verde. En los últimos tiempos, por la puerta de entrada volvemos a la rosca partidaria con eje en lo electoral y a la “carrera política” y por el cartelito verde encontramos la subvención de la pobreza y otras miserias.
Al interior de lo que llamamos Movimiento Nacional siempre ha sido una preocupación la construcción política, preocupación que se traduce en el perfil y acción del partido político y del Estado, que es la principal herramienta de la política. Es que la organización, aún la no establecida por escrito, asigna roles, reparte excedentes, administra expectativas y direcciona el esfuerzo colectivo.
En este tema de la organización -simplificando- hay algunos aspectos esenciales: ¿con quién? y ¿para qué?, y simultáneamente: ¿cómo? y ¿dónde?; cuestiones que se sintetizan en el discurso político.
¿Cómo andamos en estas cosas en Mendoza?
En adelante no pretendo ser objetivo. De hecho, como reza mi descripción al pie de los textos soy un militante y no podría dejar de serlo; y por supuesto se trata de una verdad relativa, la mía.
El discurso político, en nuestra provincia cabalga sobre una ambigüedad oportunista común a los principales partidos. Se trata de mantenerse dentro de lo “políticamente correcto”, sin hacer muchas olas, ignorando -desde el micro clima partidario- lo que ocurre en la realidad, incluida la política nacional de la que son parte. Esto supone hacerse los desentendidos ante los intereses y grupos de poder que están en la disputa por la conducción del país en su totalidad; o haciéndose parte de ellos.
¿No habría que hacer sentir la voz por la campaña de “acoso y derribo” -como dice Verbistsky- que lleva adelante la oposición al Ejecutivo Nacional, que por acá es el oficialismo?
¿No habría que preguntarle a Suárez por qué apoya todas las violaciones a la Constitución Nacional que hace su partido?
¿No habría que levantar la voz ante el desastroso tratamiento de la pandemia -al estilo del Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- en la provincia? Te mandan a la casa y que Dios te ayude.
¿No habría que ser más enfático por las consecuencias sociales del endeudamiento en que nos dejó Cornejo?
¿No habría que dar una pelea fuerte por la información mentirosa e interesada de los medios de comunicación tradicionales? ¿Cómo hace la población para tener un juicio racional sin información?
El agua y la minería siguen siendo temas en los que la partidocracia es más que ambigua, dicho con delicadeza.
En fin… dejo abierta la lista para que el lector la complete.
La auto justificación la propagandiza Clarín: “Mendoza es la provincia más gorila o conservadora”; en un ejercicio de menosprecio de la inteligencia de sus pobladores. La verdad es que las elecciones las ganan los referentes que generan mayor confianza de resolución de los problemas cotidianos de los de a pie.
Los que creemos en la soberanía del pueblo expresada en las urnas, deberíamos sacudirnos estos contrabandos ideológicos.
Mientras tanto la comunidad que se organiza solidariamente, los movimientos sociales, los pequeños productores, los trabajadores de oficio, etc., etc., todos, en total orfandad, se las rebuscan como pueden.
Entiendo el “instinto gregario” -como decía el General-, entiendo -futbolero como soy- la necesidad de mantener y defender “los trapos”, en fin, entiendo lo tribal que me da identidad. Pero, también, entiendo que si no cambiamos al DT en busca de una lógica distinta y buscamos un 5 que raspe, perdemos veinte a cero.
La creación de Unidad Ciudadana por parte de Cristina Fernández de Kirchner y el pedido del presidente Alberto Fernández de institucionalizar el Frente de Todos, es un ejemplo -parece no entendido todavía- de salidas alternativas por fuera de estructuras consolidadas. Sólo mirando desde otro lado fue posible que Cristina observara el escenario que la llevó a postular a Alberto Fernández.
Perón hablaba de la “causa” motivadora sin la cual las fuerzas sociales y aún las personales no entran en acción. Tal vez el desastre neoliberal haya cumplido la función sistémica de que esta “causa” apareciera, cuando logró la pérdida del “Buen Vivir” para la mayoría de los habitantes de esta nación y conceptualizó que ese Buen Vivir era una utopía imposible.
Con la “Causa” ya en mano -que nomino como el “Buen Vivir”, con todo el debate que pueda haber a su alrededor- y, planteada la construcción política más allá de los límites de las cáscaras partidarias, hay un universo de posibilidades que es posible explorar y en donde construir el Proyecto Político, sea en lo nacional, como en lo local.
Y entonces, LA SALIDA parece estar en lugares donde no hay cartelitos verdes luminosos.
Columnista invitado
Norberto Rossell
Para muchos de los ’70 la política -y el amor- nos insumió más tiempo que el estudio sistemático: dos años de Agronomía, un año de Economía, un año de Sociología. Desde hace años abocado -por mi cuenta- al estudio de la Teoría de Sistemas Sociales de Niklas Luhmann. Empleado Público, colectivero, maestro rural, dirigente sindical, gerente en el área comercial en una multinacional, capacitador laboral en organización y ventas. A la fecha dirigente Cooperativo y Mutual. Desde siempre militante político del Movimiento Nacional y Popular.