¿Dónde vivir? ¡Un problema para muchos!
Los santiagueños emigrantes
“Es preferible la libertad de las grandes ciudades. Allí tendrán acceso a la cultura en sus diversas manifestaciones (cines, teatros, televisión, escuela, universidades para sus hijos, etc.) atención médica adecuada, viviendas dignas, trabajo medianamente seguro. Allí no habrá necesidad de salir todos los años, desde enero a agosto, en largas caravanas, arrastrando a sus mujeres, hijos y enseres, en busca del jornal salvador de la zafra azucarera en Tucumán o de la cosecha de algodón del Chaco.
“Sobrevendrán nuevos y diferentes problemas, es cierto, pero nunca más observarán con desesperación las graves secuelas ocupacionales, educacionales y sanitarias que esas migraciones golondrina aparejaban.
“Un pedazo de su ser ha quedado al irse… Quizá una lágrima de recuerdos surque por sus mejillas al escuchar los sones acompasados de una chacarera o al contemplar, en estación Retiro, los trenes que se alejan llevando a un familiar o amigo de vuelta al pago. Pero su destino ha sido ya trazado. Ni él, ni sus hijos, ni sus nietos, regresarán jamás. La incertidumbre que parezca libertad, será siempre preferible”.
Raúl E. Dargoltz
“Hacha y Quebracho”
Santiago del Estero, el drama de una provincia
Ediciones del Mar Dulce, marzo 1985
Págs. 173 y 174
El relato que Raúl Dargoltz, abogado oriundo de Santiago del Estero, donde vivió hasta su muerte, resulta muy demostrativo; nos lo da como hombre comprometido. Fue dirigente del FIP ( Frente de Izquierda Popular) y de la Izquierda Nacional. Dargoltz ilustra como testigo el drama de su provincia, en este su muy buen trabajo. En él nos muestra el drama de un pueblo que como tantos otros, ha hecho nuestra Historia y que luego padeció el olvido de la planificación política orquestada desde la hegemónica Buenos Aires. El país oligárquico vinculado al Imperio Británico. Recién será a partir de 1945 cuando los provincianos, muchos de ellos convertidos en obreros industriales alrededor de la ciudad de Buenos Aires o Rosario, serán tenidos en cuenta en la Argentina planificada de Perón.
La emigración hacia las grandes ciudades desde el campo, ha sido una constante del siglo veinte y todavía continúa en el presente. El censo nacional de población de 1914, fue el primero en indicar la notable presencia de la población urbana, en ese momento en el que las estadísticas daban prácticamente la misma cantidad de habitantes tanto en el ámbito rural como en el urbano. La paridad la daba el gran aporte que los inmigrantes europeos, llegados desde fines del siglo XIX, daban a las grandes ciudades, no solo a Buenos Aires y Rosario, sino además a Córdoba, Mendoza y Tucumán, como las más destacadas.
Ya en el censo de 1947 predominará la población urbana. La causa determinante de ello fue la industrialización. Ahora bien, el tema que nos ocupa aparece como resultante lógica del proceso histórico, brevemente explicado. Todo migrante al llegar a su destino, de lo primero que se ocupa es de saber dónde va a vivir. Así aparecerán distintas alternativas de urgencia. Antiguas casonas convertidas en inquilinatos (“conventillos”), donde numerosas familias se hacinaban a una por habitación. Otra oportunidad era la de ocupar terrenos baldíos en común acuerdo con otros necesitados, construyendo modestas casas (“ranchitos”), así surgirán las “villas miseria”.
Pero no todo quedará allí. La consolidación laboral de obreros de origen extranjero o provinciano los impulsará a comprar un lote, espacio de tierra de 200 m2 aproximadamente, que pagarán en cuotas. Este fue un fenómeno típico de la era del peronismo (1945 – 1955) y que después se continuará en los años sucesivos, a pesar de las crisis económicas periódicas que afectaban mayormente a la industria. Fue entonces que aparecieron en las grandes ciudades y más particularmente en el Gran Buenos Aires, empresas inmobiliarias que compraban y fraccionaban terrenos ( 100 ó 200 ha), vendiendo los lotes en cuotas a familias trabajadoras. Eran los “barrios nuevos” donde los trabajadores construían sus casas de a poco, “a pulmón”. También los sindicatos ya poderosos construían barrios para sus afiliados. Así crecerán las ciudades hacia las afueras y los censos seguirán sentenciando el avance del urbanismo.
En 1990 se calcula tan solo el 13% de población rural en todo el país y en nuestros días (2020), se estima en un 5% . El Estado, en particular durante los gobiernos populares se ocupó de atender al problema de la vivienda en la población. En la primera presidencia de Yrigoyen se construyeron edificios de tres pisos de pequeños departamentos con escaleras, para trabajadores, en particular empleados públicos. Popularmente se las denominó “casas colectivas”.
Durante la primer época del peronismo se construyeron numerosos barrios en todo el país, en su gran mayoría conformados por suntuosos chalecitos de 2 y 3 habitaciones y muchos otros barrios a través de los sindicatos. Esto también ocurrió en el período 1973/76 . La era democrática desde 1983 se distinguió por la conformación de planes de vivienda con la participación activa del Estado nacional, los Estados provinciales y los sindicatos. En especial el ciclo de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, se desarrolló la construcción de viviendas en gran cantidad, con planes para todos los sectores sociales.
Con el correr del tiempo y el avance vertiginoso de la urbanización, el déficit habitacional se fue acentuando por las políticas recesivas de los gobiernos liberales o neoliberales. Casas vacías ocupadas, nuevas villas miseria, algunas convertidas en complejos informales como la “Villa 31”, junto a la terminal de ómnibus Retiro en la ciudad de Buenos Aires. Situaciones forzadas de ocupación de terrenos por familias carenciadas, el reclamo de sus propietarios y la represión policial, a pesar del esfuerzo de las autoridades para resolver ese tipo de situaciones conflictivas.
Como ocurriera recientemente en la localidad de Guernica, en el Gran Buenos Aires. A esta problemática se agrega la de emprendimientos inmobiliarios para sectores sociales de clase media acomodada o sectores de altos ingresos. Van a las zonas de menor costo de la tierra, donde hay espacios vacíos, buscan construir barrios privados tipo “countries”, construyendo primero y encareciendo los espacios cercanos, generando el desplazamiento por compra de sus lotes o casas de los sectores populares. Generando un desplazamiento de los trabajadores y los más humildes, de hecho.
Esta pulseada social sobre la tierra habitable nos obliga a la reflexión sobre la estructura demográfica del país. La ciudad monstruo que es Buenos Aires y el conjunto de la llamada AMBA (Área Metropolitana Buenos Aires) y la falta de desarrollo armónico del interior del país, con provincias de escasa población con un potencial económico notable. Será necesario pensar un país con desarrollo industrial sostenido, con polos de desarrollo racionalmente planificados, con tendencia al pleno empleo, por encima de la exclusiva producción agrícola-ganadera y el imperio de las finanzas.
Así se resolverán gradualmente no solo el problema de vivienda, sino también el de la educación, la salud, la convivencia en paz y el bienestar de nuestro pueblo. Debemos destacar en el presente, el esfuerzo, pausado pero constante, del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en orientar su gestión hacia una industrialización sostenida con alto desarrollo tecnológico para alcanzar las metas antes mencionadas.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político
Me gusto mucho el relativos