Socorramos a los adolescentes que se encuentran fuera del sistema. Varias generaciones han venido y vienen llevando sobre sus hombros el dolor de haber sido despojados de toda esperanza. Claro, si consideramos que sus padres quizás también vivieron vacíos de esperanza, es preciso que al análisis sea formulado desde su causa y no desde su efecto.
Cuando escuchamos por ahí que son estas las generaciones que arrastran un legado sin rumbo y sin esperanzas, condenados a vivir sufriendo la desigualdad y no tienen ni derecho a estar resentidos. Es que, de ser así, el resentimiento los convierte aún en más vulnerables. De este modo son presas sobre quienes otros resentidos, que quizás forman parte del sistema aunque en sus escalones más bajos; descargan su furia. Llegan a decir que habría que erradicarlos… ¡o matarlos! ¡Que no existan!, se llega a escuchar. Violencia que irremediablemente retorna en violencia.
Querramos o no deberemos estar seguro de cumplir con una de las máximas del General Manuel Belgrano, quien escribió: “El mejor medio de socorrer la mendicidad y la miseria es prevenirlas y atenderlas en su origen, proporcionando los medios para que se busque su subsistencia”.
Salvando honrosas excepciones, sistemáticamente el poder político -y especialmente el poder económico, que no ha cesado de imponerse y manejar a ese poder político- también es responsable de esta situación. Los jóvenes que “ni estudian, ni trabajan”. Una adolescencia deteriorada y lejos de tener una existencia con esperanza como para ser dignificada.
El desarrollo con inclusión supone invertir en salud, educación, trabajo; propendiendo a la necesarísima igualdad de oportunidades. Siempre falta, siempre hay que hacer más en un mundo que -de modo vergonzante- concentra la riqueza en pocas manos.
Quienes en nuestro país invirtieron en estas consignas vitales, no pudieron terminar con su causa porque los gobiernos que los han sucedido, de ideología neoliberal, no consideran que el desarrollo en lo social sea una inversión.
Para esos dirigentes se trata de un “costo” -en vez de una inversión en futuro- y como tal estos indigentes pueden ser un dique de contención para sus negocios y el enriquecimiento aún mayor de sus fortunas.
Columnista invitado
Hugo Bayón Cervero
Técnico Químico y en petróleos; recibido en la E.T.I.E.C. (Escuela Técnico Industrial Emilio Civit) de Maipú, promoción 1971. Trabajó en la actividad privada desde 1972 a 1980: Destilerías de Alcoholes Orandí y Massera S.A.; laboratorista en Bogedas Arizu de Godoy Cruz; control de calidad en Embotelladora Pepsi Cola; en el laboratorio de Bodegas Sáenz, Briones y Cía. Desde 1980 a 1992 se desempeñó en la Municipalidad de Maipú en Control Industrial y Comercial; y como para técnico de veterinaria estuvo en el Frigorífico Vildoza y en el frigorífico de ganado menor Naser Hnos. En 1993 comenzó a trabajar en el Departamento General de Irrigación en el Control de Efluentes industriales y Cloacales, hasta llegar a ser Jefe de División, hasta 2018 cuando se jubiló en esa repartición del Estado. Participa en radio desde 1993 en F.M. Familia con temas de comunidad y sociales. En 1997 comenzó el programa “Argentina…Tierra Nuestra” por Radio Nacional, abordando temas ecológicos y ambientales. Con esta misma temática y desde la conducción estuvo en LV10 Radio de Cuyo. Por esa tarea fue nominado tres veces al Premio Martín Fierro del interior del país (2001, 2006 y 2008). Trabajó dos temporadas en LV8 Radio Libertador y en FM Carrodilla, obteniendo el premio Gaviota Federal de A.A.D.A. (Asociación Argentina de Artistas) como el mejor programa de rubro ecológico. También fue futbolista desde 1.971 a 1.984, en la primera división del fútbol mendocino, jugando en varios clubes.