Dos caras de una misma moneda. ¿Qué nos dejó la Revolución de Mayo?
Desde siempre nos han descripto un 25 de mayo color de rosas, French y Berutti repartiendo cintas celestes y blancas en la plaza, con una multitud de plebe donde los criollos y españoles vestían de calza y galera, a la moda europea; los negros caminaban las calles adoquinadas vendiendo productos para sobrevivir y los representantes de la Primera Junta, brillaban no solo por su profesión, sino por su honradez, para la construcción de una nueva Patria.
En realidad nuestro sentimiento nacionalista se manifestó en 1.806 y 1.807, cuando expulsamos a un ejército profesional, como lo fue el ejército inglés; por ese entonces éramos un hijo huérfano de “nuestra madre España”.
Aquel 25 de mayo, cuentan las crónicas, caía una tenue llovizna, se contaban alrededor de 500 personas de un total de 40.000 que vivían en Buenos Aires, donde casi no habían paraguas por su costo altísimo y sólo la élite porteña podía obtener.
Se cuenta además, que las escarapelas repartidas eran un reconocimiento hacia el Virrey Cisneros, en caso que se negara a dejar su lugar.
Los negros no tenían ningún derecho y seguían siendo esclavos, cada cosa que vendían engordaba los bolsillos de sus amos.
Los de galera y calzas ajustadas por supuesto eran los peninsulares, la nueva burguesía, gentes de profesión comerciantes, abogados, terratenientes y de apellidos de gran nombre: “los Álzaga, los Martínez de Hoz”, entre otros. Pero lo que importa de este proceso llamado Revolución de Mayo es analizar las dos caras de esa misma moneda, gente con buenas intenciones como Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, entre otros. Estos hombres se inclinaron por un cambio de Gobierno más profundo, donde los poderes estuviesen divididos, donde se respetaran los derechos de todos/as, incluso para los más desposeídos, los negros, los indios y los criollos, no sólo de Buenos Aires, sino también del interior; para parir así, desde la mirada de lo colectivo, la verdadera construcción de nuestra Patria.
Estos grandes próceres que dejaron todo en vida, para crear una nación libre e independiente, son la cara de la moneda que tenemos que pulir. Hombres de fe que, de una manera delicada, fueron corridos del marco político, enviados a misiones militares suicidas al alto Perú, para desgastarlos física y moralmente y lograr lo que nunca nadie iba a lograr. Claro, con la excepción del más grande prócer de nuestra historia Argentina, el General Don José de San Martín, quién cortó de una vez por todas las cadenas que nos ataban a “nuestra madre España”.
Hablamos de personas que estudiaron en Europa y otros en América en la Universidad de Chuquisaca, bañados de humildad y honradez y algunos sumidos en la pobreza absoluta, como Manuel Belgrano a su muerte.
En cambio otros de inclinación más conservadora, vieron la revolución como un negocio. Allí revistaba el Presidente de la Primera Junta de Gobierno, Cornelio Saavedra. Ellos se conformaban sólo con un cambio de gobierno y no de sistema. Pensaban compartir su poder con la nueva burguesía rioplatense y con mercenarios como Santiago de Liniers…, que paradoja ¿no?; aquel “héroe” de la reconquista de Buenos Aires por 1.806, fue un verdadero contrarrevolucionario, dispuesto a dar cada gota de su sangre para saciar su avaricia.
Hay que dejar en claro que el puerto, fuente de poder y riqueza, de ninguna manera sería compartido con los sectores sociales de clase baja y mucho menos con el interior. Siempre se miró un gran discriminación y desprecio al interior, pese a no haber industrias florecientes allí; se destacaban los vinos elaborados en Mendoza y las artesanías en el norte argentino; todas estas producciones fueron desapareciendo con los productos provenientes de Europa.
Desde el punto de vista social la esclavitud era moneda corriente por aquellos días. Desde el punto de vista cultural todo lo proveniente de Europa era lo que se debía copiar o imitar; ideas, objetos, productos. vestimenta entre otras cosas. Mientras, todo lo que pertenecía a nuestras tierras se tenía que extirpar.
Desde el punto de vista político, por supuesto de rasgos conservadores, los cargos públicos, les serían otorgados a esta nueva élite porteña, con la rara excepción de entregar algún que otro puesto a un criollo acomodado o adinerado.
En estas condiciones solo una guerra total derrotando a los realistas (fuerza empleada para la defensa de la monarquía española), nos daría la libertad absoluta.
Buenos Aires y la nueva burguesía se negaron a colaborar con el General San Martín y apoyar la gesta libertadora, para ellos era una causa sin sentido. Terminaron finalmente enviando sus esclavos en lugar de sus hijos; para la conformación de un nuevo ejército, quién le otorgaría la libertad definitiva, no sólo a Argentina, sino también a Chile y Perú.
Ahora bien, ¿qué nos dejó la Revolución de Mayo?.
Que este poder que señalamos fue y es la fuente de todos los males, si hacemos un paralelismo con la actualidad, transformando sectores sociales y personas en seres materialistas, mezquinos, arrogantes y usureros que solo piensan en ellos y su círculo cerrado.
Ante este poder, aparece como resistencia y agiganta las figuras de Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Mariano Moreno y el emblemático y distintivo personaje de Don José de San Martín, el más grande entre los grandes. Ellos no cayeron en la tentación del poder y la concentración de la riqueza, pensando siempre en una Patria hermanada que incluyera a los olvidados, a los maltratados, a los humillados y a los despojados.
Es una fecha importante, sí, destacamos cosas importantes, sí; pero me temo mi querido lector que al menos para mí, hay muy poco para festejar, porque si avanzamos en la historia, tardamos 6 años en proclamar nuestra independencia. En ese camino sufrimos 43 años de guerra civil, que nos permitió proclamar una Constitución que contemple los derechos de todos y 52 años en hacerle entender a Buenos Aires -por las malas- que la avaricia y la mezquindad no son buenas, como se dice… matan el alma y la envenenan.
Lo más triste es que podemos seguir así hasta nuestros días, hacer un balance de nuestra realidad y llegar a la conclusión que siempre, en nuestra historia está marcado a fuego este desestabilizador modelo que deteriora, confunde, se disfraza, se embandera con causas heroicas, sensibles y revolucionarias que hacen a la libertad e independencia. Es una suerte de contradicción pues es una casta demoníaca la que termina devorando la esperanza de los pueblos y de nuestra Patria en particular.
Este neoliberalismo tiene para colmo de males, la desfachatez y el atrevimiento de jactarse en cada acto o celebración el sentido de pertenencia, destacando a estos próceres; que si hoy vivieran serían perseguidos y condenados por este modelo, que es con el que debemos terminar y así alcanzar la definitiva independencia de nuestra Patria.
Columnista invitado
Hugo Bayón Cervero
Técnico Químico y en petróleos; recibido en la E.T.I.E.C. (Escuela Técnico Industrial Emilio Civit) de Maipú, promoción 1971. Trabajó en la actividad privada desde 1972 a 1980: Destilerías de Alcoholes Orandí y Massera S.A.; laboratorista en Bogedas Arizu de Godoy Cruz; control de calidad en Embotelladora Pepsi Cola; en el laboratorio de Bodegas Sáenz, Briones y Cía. Desde 1980 a 1992 se desempeñó en la Municipalidad de Maipú en Control Industrial y Comercial; y como para técnico de veterinaria estuvo en el Frigorífico Vildoza y en el frigorífico de ganado menor Naser Hnos. En 1993 comenzó a trabajar en el Departamento General de Irrigación en el Control de Efluentes industriales y Cloacales, hasta llegar a ser Jefe de División, hasta 2018 cuando se jubiló en esa repartición del Estado. Participa en radio desde 1993 en F.M. Familia con temas de comunidad y sociales. En 1997 comenzó el programa “Argentina…Tierra Nuestra” por Radio Nacional, abordando temas ecológicos y ambientales. Con esta misma temática y desde la conducción estuvo en LV10 Radio de Cuyo. Por esa tarea fue nominado tres veces al Premio Martín Fierro del interior del país (2001, 2006 y 2008). Trabajó dos temporadas en LV8 Radio Libertador y en FM Carrodilla, obteniendo el premio Gaviota Federal de A.A.D.A. (Asociación Argentina de Artistas) como el mejor programa de rubro ecológico. También fue futbolista desde 1.971 a 1.984, en la primera división del fútbol mendocino, jugando en varios clubes.