Singular, como todos. Con una gran diferencia, quizás: la perseverancia en un camino de rebeldía artística sin comillas, así como suena. Siempre rompiendo los estereotipos, siempre buscando nuevos rumbos. La Minujín se ha pasado la vida corriendo velos, para ver que hay detrás. De paso, comparte lo que encuentra.
Su obra parece siempre realizándose. El movimiento es una constante que edifica y mantiene la pulsión muy arriba. Lo que hizo en los ’60, ’70 y ’80, cumple con las coordenadas de una suerte de presente continuo. A la vez, el modo de mostrar su arte lo elige festivo y lúdico. Hay cabida en sus obras para salir a jugar.
De ahí en más pueden sumarse las biografías y los comentarios de todo calibre. Lo concreto es que influyó en miles de artistas del mundo, que se dejaron llevar por ese deseo de buscar una nueva modalidad. Hacer de una brizna de aire un ventarrón que sacuda las ideas preconcebidas. Correr los límites, al límite. Florecer.
“El Di Tella: vanguardia, escándalos e historia del instituto que cambió el arte argentino para siempre
“Artes plásticas, música, teatro, danza e innovación tecnológica. El Instituto Torcuato Di Tella (ITDT) duró poco más de una década, pero cambió para siempre la manera de entender y vivir el arte en el país. Un recorrido por aquellos años de ilusiones en un contexto político y social conflictivo, que forjó a muchos de los artistas más importantes
“Hace muchos años comenzaba uno de los fenómenos culturales y artísticos más importante de Argentina y la región: el Instituto Torcuato Di Tella (ITDT). Existen muchas historias alrededor de su breve y controversial existencia, que albergó muestras polémicas, fue el “semillero” de grandes artistas y que generó un legado cultural. Pero, ¿qué fue el Di Tella?, ¿por qué su figura se agigante con los años?, ¿dejó un legado artístico a largo plazo o solo fue un boom del momento?
“Nada tiene sentido si primero no se comprende el contexto histórico y político. Por eso, es importante destacar que la explosión de libertad creativa de la década del ’60 no fue un fenómeno argentino, sino el resultado de una serie de medidas políticas y económicas que se realizaron, en gran parte, lejos de esta región del mundo”.
Marta Minujín
“(Buenos Aires; 30 de enero de 1943) es una artista plástica argentina, conocida por sus obras vanguardistas producidas principalmente durante las décadas 1960, 1970 y 1980. Su obra, de carácter conceptual, pop, psicodélico y de acción, entran en la generación baby boomer que, en los años 1960, revolucionó las normas sociales preestablecidas y generó una contracultura. Es la tía del actor Juan Minujín.
“Minujín nació en Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires. Habiendo vivido una infancia que ella misma ha descrito como “horrible”, Minujín estudió Bellas Artes en algunas escuelas nacionales sin recibirse. En 1961 presentó su primera exposición individual con tan solo 18 años e inició su breve paso por el informalismo. Ese año, Minujín consiguió una beca en Francia y para emanciparse falsificó su documento y se casó con el economista Juan Gómez Sabaini. En 1962 regresó a la Argentina, pero un año más tarde vuelve a París gracias a otra beca. Allí se vincula con el nuevo realismo y realiza su primer happening, La destrucción (1963), en el que colegas de Minujín destruyeron los trabajos de la artista.
“De vuelta en Buenos Aires, Minujín presentó varios happenings, performances e instalaciones artísticas en el Instituto Di Tella, entre ellas la celebrada La Menesunda (1965). Durante fines de los años sesenta, Minujín se adhirió al movimiento contracultural hippie en Nueva York tras haber ganado la Beca Guggenheim, donde se volcó al arte pop y el arte psicodélico. Durante esta época y más tarde en la década de 1970, trabajó tanto en Buenos Aires como en Nueva York. A fines de los años setenta siguiendo las sugerencias de Roberto Mackintosh comienza con los obeliscos en movimiento y sus obras seccionables y a principios de los ochenta se vuelca al arte ambiental con obras como Repollos (1977) y Toronjas (1977), y a proyectos que desacralizaban mitos populares, como El obelisco de pan dulce (1979) y Carlos Gardel de fuego (1981). En 1983 y en celebración del retorno de la democracia en Argentina, Minujín presentó en la Avenida 9 de Julio El Partenón de libros, formado con libros prohibidos durante la dictadura militar.
“Durante los años ochenta su interés por la revisión de los mitos se vuelca a la escultura griega clásica, con obras que caen o se fragmentan como Venus de Milo cayendo (1986) y Joven helénico fragmentándose (1982); sin abandonar el arte de acción produciendo obras como su colaboración con Andy Warhol en 1985. Desde los años noventa su trabajo ha sido revalorizado y consagrado en diversos homenajes y retrospectivas. Actualmente, Minujín continúa trabajando como artista en su taller en el barrio porteño de San Cristóbal.
“En 1964 fue invitada al Premio Nacional Di Tella, centro de referencia de los artistas de la época, donde expuso “Eróticos en technicolor” y “Revuélquese y viva”. En la segunda obra los espectadores debían ingresar en una tienda de tela, goma pluma y madera, repleta de colchones multicolores, para echarse en la cama y dar vueltas para cumplir con el propósito explícito de la artista de unir “arte y vida”. Ese mismo año realizó el happening “Cabalgata” frente a las cámaras de Canal 7, convirtiendo a la transmisión en algo inédito hasta ese momento. En la acción, unos caballos que tenían atados a sus colas recipientes con pintura, coloreaban algunos colchones; un grupo de atletas, al mismo tiempo, reventaban globos y dos músicos de rock eran envueltos con cinta adhesiva. Poco después, en el Estadio del Cerro, en Montevideo, presentó “Suceso Plástico”, una performance con quinientos pollos, mujeres gordas, atletas, bailarinas, quince motociclistas policiales, un helicóptero que arrojaba al público pollos vivos, talco y lechugas”.
(Texto de Juan Batalla; y selección de la red de redes)


