Kilos y kilos de ternura e inocencia dan a conocer estos personajes. ¿O sólo se trata de las sensaciones que a uno le quedaron de la niñez, mezcladas con vida, familia, escuela? El componente humano en tanto contexto de personas, interacción, sino tembién empresas grupales como las que encaran varios de esta fauna singular.
Historias sencillas, de hechos que solían ocurrir en el barrio y desde ahí eran proyectados. La caracterología de los personajes conforma un todo amigable, entrañable desde esa cosa familiar… pero no familiera. Los rasgos distintivos de cada uno, perfectamente delineados, al mismo tiempo que convivientes en las tiras y viñetas.
Con los ojos de hoy aparece casi naif el relato de García Ferré. Binvenido entonces re encontrarnos con parte de lo que éramos desde culillitos y culillitas. Las obras de este inventor de entidades e historias, son un paseo plácido. Sólo pueden agregarnos mil cosas y re-cordarnos de dónde vienen los sueños. ¡Ahora viene el recreo!
“Nació en Almería, España en el año 1929. Y a sus 17 años desembarcó en Argentina. Trabajaba como Free Lance para agencias de publicidad, mientras estudiaba en la Facultad de Arquitectura. En los pocos momentos del día que le quedaban libres recorría con su carpeta de dibujos bajo el brazo, las redacciones de las revistas. Hasta que en 1952, su personaje Pi-Pío fue aceptado nada menos que en Billiken.
“En 1959 dejó de colaborar en agencias de publicidad y logró formar su propia empresa de publicidad de dibujos animados. Para ese entonces, los estudios de arquitectura habían quedado truncados en el cuarto año de la carrera y Pi-Pío seguía atrapando la atención de miles de niños.
“Su currículum como publicitario se agrandó con la realización de casi 800 jingles comerciales. Los más exitosos y recordados son “Los gatitos de lana San Andrés”, que ganó el primer Martín Fierro que se dio en dibujos animados, la serie de “La gallina Fanacoa” y “La Banda de los Quesitos Adler”.
“Años más tarde creó su mayor éxito: Anteojito y Antifaz, que comenzaron a poblar horas de la televisión argentina. En forma de historieta, de libros, de discos, de muñecos y hasta de jabones se convirtieron en los compañeros de ficción más populares de los niños”.
“Antifaz: un hombre bondadoso, retacón, calvo y que usa un pequeño sombrero fucsia y un enorme antifaz negro. Es el cómplice número uno de las travesuras de Anteojito”.
Las Aventuras de Hijitus: Los celos de Larguirucho
(Serie dedicada a Carlos Meineri, gran amigo y “odontólogo de cabecera”)