Noticias que nos llegan desde Toronto, Canadá
Empezamos la semana con una nevada que dejó vastas zonas de Toronto con una alta capa de nieve y a cientos de automovilistas atascados. Nos sorprende quizás por lo infrecuente, pero es lo previsible del invierno. Cada una de las personas afectadas tiene distintas historias que contar. Luis Carrillos nos cuenta en esta edición, en una nota que se puede leer aquí con qué se encontró durante la nevada.
Para saber cómo está la situación en hospitales de Toronto durante la crisis de Ómicron, Sandra Farias conversó con el enfermero Rubén Rodríguez del Hospital Humber River, quién nos da excelentes recomendaciones para cuidarnos y cuidar a los demás. Aquí se puede ver la entrevista.
Hubo otros relatos de inconvenientes que trajo la nieve, fueron muchas las que se escucharon desde los ámbitos escolares y de guarderías: quién se hace cargo de los niños, ¿eh? Todos estos rumores no acallaron las voces que siguieron desde la semana anterior por la idea del gobierno de François Legault, premier de la provincia de Quebec, de poner un impuesto a los que no se vacunen. En este punto quiero detenerme.
¿Qué motiva la decisión de las personas antivacunas? Esta es una pregunta que permite, primero, entender las razones de estas personas y acercar posiciones. Castigarlos, excluirlos, multarlos no es la solución, sólo aumenta el problema y provoca el efecto opuesto al buscado: desconfiar más aún en los sistemas políticos y en las autoridades de salud.
En Canadá, al igual que muchos países, los no vacunados han ido quedando como fuera del sistema. Se les han aplicado restricciones de todo tipo, se les ha despedido por cientos entre trabajadores del sector público, no se les permite viajar en tren o en avión y aun así en Ontario un 12 por ciento de la población aún no quiere vacunarse.
El anuncio en Quebec de un posible impuesto a los no vacunados ha causado que se cuatriplique la cantidad de personas que tomaron sus citas, a 6 mil por día. Encuestas de opinión pública le dan un 60% de aprobación a la propuesta de Legault.
Este fenómeno social nos habla de varios problemas simultáneos en nuestra sociedad. El primero es hacer pasar todo por la óptica del dinero en vez de promover valores sociales altruistas. En segundo lugar, plantea un problema ético porque discrimina al que piensa distinto, es decir, esta lamentable iniciativa en Quebec presenta un doble desafío desde lo ético y lo moral.
Familias han quedado divididas por esta controversia de vacunarse o no. Padres atemorizados han secuestrado sus hijos para que no se los vacunen. Repartir helados como se hizo en Rusia, cervezas y hasta efectivo -como se ha hecho en Alberta- tampoco ha sido un incentivo.
Estamos entrando en un problema ético del cual será difícil salir aun cuando Ómicron haya pasado. La crisis del sistema de salud y su financiamiento, lo privado y lo público, lo individual y lo colectivo, los derechos y deberes del ciudadano y del Estado, son todos elementos para analizar ante esta disyuntiva.
Se considera clave para combatir la pandemia inmunizar y proteger a más personas contra la enfermedad grave de COVID, ya que la variante Ómicron del virus, que se propaga rápidamente, sigue colmando las unidades de cuidados intensivos y un número desproporcionado de pacientes no está vacunado, lo que multiplica la cantidad de contagiados en su entorno.
El problema con la penalización económica de los no vacunados es que se genera el efecto no deseado: en vez de incitarlos a vacunarse, que podría ocurrir en un porcentaje, se envía el mensaje de que la salud pública es un bien por el cual se puede pagar para recibir atención, algo que éticamente es contrario a los principios fundamentales de la Carta de Derechos y Libertades de Canadá.
El acceso a la salud gratuita y universal es uno de los principios en los que el país se cimentó.
Por otro lado, la idea de cobrar nunca ha ido en detrimento de cambios de conducta directamente en la población, por ello quienes evaden las leyes y las normas continúan haciéndolo y las cárceles siguen llenándose.
Este impuesto además profundizaría las desigualdades sociales, dejando a la población más vulnerable, menos educada y más desprotegida sin acceso a la salud.
El mejor camino es continuar dialogando y abrir puertas para el entendimiento de la ciencia y de lo que significa vivir en sociedad, esto es, no se trata del individuo y su libre elección solamente. Del otro lado de la libertad de cada persona están sus deberes y obligaciones con la sociedad en la cual vive. El vacunarse entra en esta categoría, es un deber social ante una crisis de salud hospitalaria sin precedentes en nuestro tiempo.
Las libertades individuales tienen un límite, cuando mis decisiones personales afectan a otros y en este caso a muchos, entonces el límite es evidente.
Cuando de pequeños nos ponían en frente una comida que no nos gustaba, protestábamos, llorábamos, hacíamos un berrinche. Cuando nuestra madre o abuelas con tanto amor nos enseñaban de la importancia de aceptar la comida y agradecerla nos daban una lección para toda la vida.
El castigo no es el camino, ni tampoco la monetización del problema, sino la concientización, hacer entender que es por el bien de la sociedad en su conjunto.
Mientras tanto, la campaña de vacunación continúa en todo el mundo con resultados disimiles por la multiplicidad de factores que inciden en su éxito. En América Latina se da una situación que merece atención y reconocimiento. Alberto Juan Barrientos nos lo cuenta en una nota que se puede leer aquí. No hay que perdérsela.
Como estamos de recomendaciones, en esta edición comienza la sección Línea Uno le recomienda. Un espacio donde podrá encontrar libros, películas y series de televisión recomendadas por nuestro equipo de colaboradores. Fernando Rouaux nos presenta la serie Dopesick, (enfermo de drogas), una dura realidad que sirve para entender la crisis de opioides en Norteamérica. Aquí se puede leer su comentario.
El compromiso de información que iniciamos al inicio del sacudón pandémico a principios del 2020 se fortalece. Vamos por el número 80 del Boletín Línea Uno. Además, este 2022 agregamos un espacio más para informarse rápidamente de todos los temas importantes de la semana en Canadá. Aquí se puede escuchar, En resumen, un podcast preparado por Sandra Farias.
La próxima semana tendremos nuevas miradas para compartir y, como siempre, esperamos su comentario que nos ayuda a mejorar nuestra tarea.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.
(Furgón de Cola 80, 20 de enero de 2022)