Una justicia miserable, zombie y títere; machirula y reprimida.
Esto es comenzar por el final, desde el enclave colonial mas grande del planeta, poblado por centenas de miles de cipayos (sin riesgo) y ruines apátridas; extranjeros nacidos, por una rara casualidad, en la Argentina. Tal vez se los haya sembrado -aquí-, para -como semilla de carácter transgénico, o especie híbrida-, servir y ser súbdit@s, del eje del mal (EE. UU, England, Estado Sionista de Israel -David Ben Gurion me dijo todo lo contrario, directa y personalmente, pero se equivocó-, junto a los esclavos estados europeos que, sirviendo a la OTAN, son acólitos del mismo eje, aunque se mueran de frío -por romper relaciones con Rusia-, o de hambre).
Tal vez le digan a sus pueblos -sometidos-, que se trata de “obediencia debida” y “punto final”. O -quizá-, pidan ser amnistiados, sobre los millones de ciudadanos yacentes, en fosas comunes. Primero, crearon un virus de diseño, en un laboratorio de Wuhan, pero de Pfyser y profesionales del departamento de estado.
Pero no alcanzó, pues el plan es el de asesinar cientos de millones, por etapa, ya que no les alcanza poseer la casi totalidad del poder económico del mundo. Guían a la tierra hacia una guerra nuclear, con Rusia y China, como meta de su ofensiva, a través de terceros -como siempre- y lejos de su territorio.
Tal vez piensen que las especies morirán (matan miles de millones de abejas, porque saben que es otra forma de extinción, al evitar que se polinice el aire) y los efectos, para el eje del mal, sean neutros, mas eso terminará o implosionará el planeta, con todo signo de vida, sin duda.
Con sus 315 invasiones y ataques genocidas, en todo el globo, creen (con ignorancia, ceguera ¿o locura?) en esa posibilidad. De ese eje del mal y de pocas personas -muy pocas-, frente a ocho mil millones de seres (muchos presos del hambre y de la sed). Lo he afirmado mil veces: estoy en contra de la pena de muerte, mas esos países y esos personajes (incluidos sus súbditos, mercenarios -en la Argentina abundan-, sicarios y otros), no merecen vivir.
Lo ocurrido en Ecuador, Bolivia, Perú, Uruguay, Argentina y el resto del mundo, es la prueba palmaria y palpable. Entre 2015 y 2019, hubo una dictadura, en nuestro país, que encarceló, sin pruebas -porque sí-, a decenas de ciudadan@s, acusados, en forma deliberada, de lo que, en realidad, hacían ellos (todos, por acción u omisión; cómplices y partícipes necesarios).
Cometieron crímenes de lesa humanidad (algunos ya habían participado, en la dictadura empresarial militar genocida); vaciaron, saquearon y entregaron; evadieron y fugaron, cientos de millones de divisas y endeudaron, por cien años. Dejaron “tierra arrasada”.
Mas, vino un gobierno nuestro, que no fue nuestro y convalidó el desastre; naturalizó y aceptó, sin análisis alguno (pese a que EE. UU./FMI, violaron las reglas propias y que se hizo a contrapelo del derecho y de las instituciones, en la Argentina). En una palabra, el imperio le dio, en mano y en forma personal, a Macri, el mas grande de los préstamos, pero, una vez mas, el pueblo lo pagó, con hambre e indigencia crecientes.
Ello, pese a que el actual presidente juró y perjuró, que no sería así y que no habría ajuste alguno. En síntesis, pasamos de la dictadura de la tierra arrasada, al estado de excepción. Un desastre de siete años, sin solución de continuidad. Hoy nos encontramos con que se pretende proscribir, por enésima vez, a Perón, a Cristina y al fantasma inmortal -tal vez asesinado, por el imperio y la runfla-.
Nos quieren proscribir a todos. Escondieron la Constitución; el Derecho y la Justicia, obrando como simples delincuentes mafiosos y trataron de esgrimir lo inesgrimible. Los títeres capaces de cualquier cosa (sicarios, con armas pueriles), acusaron torpemente y sin argumentos ni pruebas, o sea que es todo una farsa tragicómica, pero de la peor factura y como una canallada inmensa.
De acuerdo con la Constitución vigente, de 1994, si hubiera una mínima responsabilidad (que no la hay), sería de los Jefes de Gabinete, o sea de Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Sergio Massa y Abal Medina. No se imputó, ni procesó, a ninguno de ellos, porque no correspondía. Pero, a estar de lo sucedido, se los amenazó y se los ató de pies y manos.
Falta de convicción; falta de coraje; falta de testas ¿y testes?. Tal vez, ellos lo sepan. De cualquier manera, la fuerza intelectual y moral, de la mas grande estadista de los últimos cien años (hija, sucesora y discípula del mas grande líder del siglo XX y de la Jefa Espiritual de la Nación), es patrimonio suyo. Y ella es el pueblo, en su máxima expresión.
Nadie puede, ni debe, hesitar. La duda nos desnuda. Pensemos que harían -hoy-, Moreno, San Martín, Belgrano, Monteagudo; María Remedios del Valle; Manuela Pedraza; Juana Azurduy; Evita y Perón. Somos sus hijos y debemos hendir nuestros pies en sus huellas.
Pensemos, asimismo, en nuestros hermanos negros, cobre, incas, mayas, mexicalis; originarios -en general- y sepamos que nuestro opresor es el colonialismo salvaje. El de 1498 y el de hoy y siempre (nombrémoslo, como lo nombremos). No olvidemos, por lo tanto, a Lautaro, a Tupak Amaru y a todos nuestros luchadores, por la vida y la libertad, que algún día gozamos, gracias a ellos.
12 de diciembre de 2022
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.