En 2019 murió Yolanda Ortiz, una mujer que sigue siendo aún polémica en los círculos políticos más o menos “léidos”. La derecha la acusa de “zurda” y la izquierda peronista en la rosca de que “el ecologismo” es un invento de las potencias para impedir que nos desarrollemos industrialmente.
Ese discurso industrialista-nacionalista-peronista sigue vigente en muchos, muchísimos dirigentes que, en nombre de la doctrina nacional y popular, reivindican al fracking y a la megaminería extractivista en manos extranjeras como si eso fuera “la Patria”. Literalmente.
A todas luces, la política ambiental del menemismo fue de lo peor (una reforma constitucional que entrega a las provincias los recursos naturales no es poca cosa… una provincia no puede negociar con la Barrick Gold o Total), pero posteriormente el kirchnerismo no tuvo una política clara al respecto; de hecho, fue Cristina en persona quien propagandizó el fracking en campaña, y eso lo admiten muchos militantes, aunque en secreto.
En el primer caso (década de los ’90) porque el peronismo había perdido su alma en manos del liberalismo que pregonaba el fin de las ideologías, sobre todo las ideologías de izquierda y el populismo de a de veras. En el segundo caso, por la lobotomía colectiva a la que alguna vez nos referimos en un artículo publicado hace un año y medio en este mismo diario. (1)
Esa lobotomía dio pie al surgimiento de una generación (la de la mayoría que aún no peina canas), que vive en un eterno presente, con desconocimiento y hasta desprecio al pasado, a todo el pasado, y desprecio al futuro. “Carpe diem”, una frase muy útil para aplicar a la psicología individual y a la mística, pero que para nada se lleva bien con las ciencias históricas, políticas y sociales, Psicoanálisis incluido. Eso permite que, por ejemplo, un Mauricio Macri llegue a ser presidente, o que los docentes de Mendoza sigan votando al radicalismo, etc.
Pero nos interesa enfocarnos en eso que, desde la pandemia, atañe a lo ambiental, que tanto molesta a la derecha peronista (a la derecha antiperonista no vale la pena nombrarla porque es irrecuperable) y que tanto ignoran los más jóvenes y progresistas. O, más bien, que les enseñaron a ignorar, ya que nacieron o se formaron en la Segunda Década Infame (1989-2001).
Yolanda Ortiz fue la primera secretaria de Ambiente de la Nación, repartición creada por el propio General Perón; poco antes de morir se le rindió un homenaje en vida (2) y el mayor homenaje fue haber sancionado una ley nacional para la educación ambiental, conocida como Ley Yolanda, y que tiene cosas buenas y otras no tanto, sobre todo en provincias medievales como Mendoza. Lo mejor: la obligatoriedad de que los empleados y funcionarios ambientales reciban capacitación ambiental.
Era tucumana y doctora en Química, especializada en Toxicología; en su juventud obtuvo una beca en La Sorbona, Francia, donde vivió hasta casi el regreso de Perón al país en 1972.
Ambos habían respirado los nuevos aires del progresismo verde, el Mayo Francés (1968) ese que veía que el capitalismo no sólo destruía vidas humanas, sino que destruía la misma casa (“oikos” en griego) del hombre.
Hacía mucho, medio siglo antes, Alexis Carrell había advertido que el hombre había construido una civilización en la que él mismo era un engranaje más.
En 1973 Yolanda fue la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de América Latina, designada por el propio Perón. Un detalle no menor a la hora de pensar que en muchos aspectos Argentina es pionera en derechos humanos, en este caso los derechos ambientales.
La flamante Secretaría formaba parte del Ministerio de Economía, como una forma de advertir que lo económico y lo ecológico no sólo pueden, sino que deben ir de la mano.
Cosa que hoy sonaría rara: Parques Nacionales, Minería y Recursos Hídricos pasaron a formar parte de esa Secretaría. Usted ha leído bien señor lector, ha leído bien: la Economía no puede desarrollarse CONTRA la Naturaleza. Concepto que muy pocos peronistas, viejos y jóvenes, entienden.
Con el golpe de 1976 Yolanda debió exiliarse en Venezuela. Había sido la primera mujer en ocupar un cargo público ambiental, y su norte permanente fue el “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” de Perón 1972, que reclamaba una “transformación de las conciencias, una Revolución Mental”.
Falleció en la CABA a los 94 años, el 22 de junio de 2019.
Ya en 1999, un periodista llamado Antonio Elio Brailovsky (fallecido en 2022), había escrito en la revista Todo es Historia (la de Félix Luna), algo interesante: “Perón, el general ecologista”. Agosto de 1999, Año 33, Nº 385.
Conocimos a Brailovsky en 1973-78, cuando trabajábamos en el Departamento de Prensa del Banco Central de la República Argentina. Él iba a diario a buscar las gacetillas y a testimoniar el crecimiento desmesurado de la Patria Financiera y sotto voce charlábamos de política.
Años más tarde, pudimos entrevistarlo para el house organ Bancarios del Provincia (del Banco de la Provincia de Buenos Aires), donde nos contó sus desventuras en distintas áreas públicas donde ocupó cargos y de donde lo echaron. Tiempos de Alfonsín…
Lo ambiental y lo económico iban de la mano para él, y eso lo plasmó en su célebre libro Memoria Verde, donde dice claramente que todo modelo económico trae, ineludiblemente, una alteración en los ecosistemas y que, por lo tanto, la historia debe escribirse desde una perspectiva “verde”.
Un ejemplo: cuando Pedro de Mendoza llegó en 1536 a fundar un real, un apostadero (no una ciudad como se sigue diciendo), ni siquiera pudo bajarse del barco, ya que la sífilis avanzada lo tenía a maltraer. Debió huir corrido por los originarios, y en la huida fueron abandonados vacas, toros, caballos y yeguas , que crecieron y se multiplicaron en medio de pastizales de más de dos metros de altura…. Había mucha comida, mucho agua, y no había predadores. Nada del pastito a ras del piso que existe hoy, sino pastizales donde, por ejemplo, el gobernador Martín Rodríguez, aún en el año 1820, se perdió un par de veces.
Cuando en 1580 vino Juan de Garay y fundó la “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre” (así se llamó la CABA en su ÚNICA fundación), se encontró con miles y miles de ejemplares de ganado vacuno y equino. Y entonces las “vaquerías” (cacería de vacas para sacarles el cuero y salar la carne, ambos para exportar) se transformaron en el primer gran negocio económico, y allí Buenos Aires empezó a rivalizar con el Alto Perú, cuyo centro económico era el cerro Potosí…
Toda la economía de nuestro interior estaba orientada a mantener la economía de Potosí (ciudad donde nació nuestro Cornelio Saavedra y donde Belgrano acuñó nuestra Primera Moneda Patria en 1813): los orejones de Cuyo, las carretas de Tucumán, las mulas de Córdoba iban a parar al Alto Perú.
Cuando se perdió el Alto Perú y se convirtió en Bolivia el interior quedó colgado del pincel: Buenos Aires era un nuevo centro comercial, al declararse nuestra Independencia, basado en el extractivismo de la materia prima, ya la “vaquería” se estaba convirtiendo en “ganadería” y la exportación de esa materia prima aportaba mucho dinero, mayormente mediante el contrabando.
Así como suena, la Revolución de Mayo de 1810 fue hegemonizada por contrabandistas criollos que querían legalizar y blanquear el contrabando con Inglaterra sin pasar por España. Obviamente que en ese contexto Moreno y Belgrano eran idealistas molestos. Belgrano decía, por ejemplo, que no debíamos vender cuero crudo a los ingleses para luego comprarles a ellos los zapatos, sino que debíamos fabricar nosotros mismos nuestros zapatos. Un industrialista cuyo legado no se enseña en las escuelas.
Esa, los contrabandistas devenidos en liberales, es la “gente” que todavía controla las riendas del país. La familia Macri se enriqueció gracias al contrabando, ¿no?
Luego de Rosas vendría la agricultura a gran escala y el desarrollo de un capitalismo dependiente agroexportador.
Entonces la fauna autóctona de la pampa húmeda fue desplazada por el ganado traído de Europa, luego el trigo competiría con el maíz americano, y los pastizales desaparecieron. Hoy la soja y los agrotóxicos están terminando la faena.
Si trasladamos ese esquema a Cuyo, el desarrollo de la vitivinicultura y la fruticultura en el pedemonte, que requería de mucha agua, provocó el desecamiento de las tierras bajas en el este de, por ejemplo, Mendoza. Allí tenemos un desierto donde antes hubo lagunas y humedales.
Esos son algunos conceptos extraídos o deducidos de Memoria Verde.
Pero volvamos al siglo XX y los años ’70. Y a nuestra homenajeada.
Perón había sido el artífice de una transformación económica en los finales y a posteriori de la Segunda Guerra Mundial. Pocos recuerdan que hay cosas que pensaba, escribía y decía en esa época (1949 y 1953, como veremos en entregas posteriores) donde advertía sobre la importancia de que los recursos naturales fuesen administrados por la Nación, no por las provincias ni por privados.
(El punto nodal para sostener, una vez más, que el menemismo no tuvo nada que ver con el peronismo. N del A).
Sobre ese famoso mensaje a los pueblos, sostiene Mauro Accurso en un articulo de 2018. (3)
“Creemos -dice Perón- que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología, y de la necesidad de revertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.
En opinión de Perón, existe un cruce de razones económicas, culturales, sociales, políticas y tecnológicas que llevan a la degradación ambiental y que requieren de un abordaje integrado para su superación. “Esta heterogeneidad de causas -dice- debe dar lugar a una heterogeneidad de respuestas, aunque en última instancia tengan como denominador común la utilización de la inteligencia humana”.
Interesa especialmente la adopción de puntos de vista ecologistas para criticar el modelo de sociedad vigente: “La humanidad -agrega- está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que no llega a adaptarse a las nuevas condiciones”.
“En el último siglo ha saqueado continentes enteros, y le han bastado un par de décadas para convertir ríos y mares en basurales, y el aire de las grandes ciudades en un gas tóxico y espeso. Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civilización del automóvil, que se asienta sobre un cúmulo de problemas de circulación, urbanización, seguridad y contaminación en las ciudades, y que agrava las consecuencias de la vida sedentaria”.
Esta profesión de fe ecologista tiene un alcance que después no se repitió en su partido (ni en ningún otro) con la misma intensidad: “Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo. No se puede construir una nueva sociedad basada en el pleno desarrollo de la personalidad humana en un mundo viciado por la contaminación del ambiente, exhausto por el hambre y la sed y enloquecido por el ruido y el hacinamiento. Debemos transformar a las ciudades cárceles del presente en las ciudades jardines del futuro”.
“Las mal llamadas ‘sociedades de consumo’ -dice también- son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto, porque el gasto produce lucro. Se despilfarra mediante la producción de bienes innecesarios o superfluos y, entre estos, a los que deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna corta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos”.
Un aspecto sugestivo es la durísima crítica a la modernización tecnológica, en la que Perón ataca algunas de las manifestaciones que en ese momento se anunciaban y que hoy están ingresando en nuestra vida cotidiana.
“Mientras un fantasma -el hambre- recorre el mundo devorando 55 millones de vidas humanas cada 20 meses, afectando hasta a países que ayer fueron graneros del mundo y amenazando expandirse de modo fulmíneo en las próximas décadas, en los centros de más alta tecnología se anuncia, entre otras maravillas, que pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casa harán sus compras desde su hogares por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos. La separación dentro de la humanidad se está agudizando de un modo tan visible que parece que estuviera constituida por más de una especie”.
“El ser humano, cegado por el espejismo de la tecnología -dice-, ha olvidado las verdades que están en la base de su existencia. Y así, mientras llega a la Luna gracias a la cibernética, la nueva metalurgia, combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos teóricos fabulosos, mata el oxígeno que respira, el agua que bebe y el suelo que le da de comer, y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin medir sus consecuencias biológicas”.
Nadie prestó atención a ese mensaje, o casi nadie, en ese momento. Las prioridades eran otras.
(Aun hoy, y conocemos casos concretos, hay dirigentes “peronistas” que se niegan a leer a “ese” Perón. No quieren leerlo. Por ejemplo, el ex intendente peronista Juan Carlos Agulles de Malargüe y parte de su gabinete, como su ex asesor institucional y un oscuro personaje (José Muñoz) que terminó siendo diputado provincial y ahora trabaja políticamente para la familia Félix. Algún día daremos más nombres de personajes que se dicen peronistas pero se niegan a leer a Perón. Damos pistas: busquen en el historial de legisladores malargüinos que ocuparon u ocupan bancas).
En 1974, el 1 de Mayo, pocas horas antes de pelearse con la Juventud Peronista en la Plaza de Mayo, Perón dio su último discurso inaugural ante la Asamblea Legislativa, y allí dijo:
“La lucha por la liberación es, en gran medida, también lucha por los recursos y la preservación ecológica. Y en ésta tarea vamos a empeñarnos. Los pueblos del Tercer Mundo albergan las más grandes reservas materiales y de materias primas, particularmente las agotables. Pasó la época en que podían tomarse riquezas por la fuerza con el argumento de la lucha política entre países o entre ideologías. Tenemos que trabajar para hacer también del Tercer Mundo una comunidad organizada. Esta es la hora de los pueblos y concebimos que en ella debe concretarse la unión de la Humanidad”. (4)
En realidad, no había pasado tal época. Mientras Perón decía eso, el mundo estaba sumido en una crisis del petróleo, y las guerras por ese combustible fósil siguen hasta hoy mismo. Perón aludía a que además los pueblos podían ser dominados por otros métodos más sutiles, como estamos experimentando en nuestro país: lavaje colectivo de cerebros para hacernos creer que la megaminería y el fracking traerán trabajo y bienestar, golpes blandos, etc.
Cuando escribimos el artículo referenciado en (1) pusimos el acento en lo que pasó en Plaza de Mayo ese día 1 de mayo de 1974. Sin renunciar a eso que escribimos, ahora es tiempo de poner la vista en lo que había pasado en los dos años y pico anteriores a la muerte de Perón, incluyendo la irrupción de Yolanda Ortiz en nuestra historia. Ese discurso fue, como el Mensaje de 1972, verdaderamente revolucionario, aunque Perón había dejado de serlo en otras cuestiones.
Yolanda Ortiz fue una defensora de los derechos humanos y de la naturaleza. Su mirada de lo ambiental se apoyaba en el “pensamiento complejo”: solo es posible entender los problemas sociales si estudiamos la relación entre sociedad y naturaleza. Como Chico Mendes en Brasil. Como Brailovsky.
Iremos desmenuzando ese pensamiento profundo en las próximas entregas.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.
Notas
- https://marcelosapunar.com/2021/05/25/reflexiones-sobre-el-25-de-mayo-y-el-peronismo-por-carlos-benedetto/
- https://www.youtube.com/premium?ybp=Eg9GRXdoYXRfdG9fd2F0Y2gqEmRtZWEtYWNxLWMtZWdzb1ZEZDoaCAYYASoUChJkbWVhLWFjcS1jLWVnc29WRGQ%253D
- http://artepolitica.com/articulos/por-un-peronismo-verde/
- https://youtu.be/sDlKiAXgKqc


