Apuntes autobiográficos sobre la izquierda cristiana, parte 2
Te juro que no me la esperaba, pero mi nota anterior (1) armó un flor de revuelo. Muchos amigos de Horacio Sueldo tomaron contacto conmigo y a su vez contactaron a otros, y varios de ellos ofrecieron aportar más información sobre mi profe de Economía Política en el Colegio Emaús. Incluso llegué hasta Guillermo, el hijo de Horacio, quien tiene 12 años menos que yo y estudió la secundaria en el mismo colegio, “El Emaús”. Otro es el hijo de quien le dio asilo a Horacio durante la dictadura en Itatí, Corrientes en su casa donde, como todos quienes lo visitaban, afirmaban que estaba dispuesto a usar un arma de fuego para defenderse.
Empezaron a caer sobre mi cabeza infinidad de recuerdos y de caras de gente que admiraba y también de gente a la que siempre avizoré como traidores. Así que ya habrá motivos para dedicarle a Horacio Sueldo algunas notas más. Estamos desempolvando un pasado importante, curiosamente silenciado por quienes no quieren que el pensamiento progresista huela a “cristianismo” postconciliar.
Si hacés memoria (para ello tenés que ser viejo como yo), en esa época las reuniones, incluyendo las clandestinas, se arreglaban por teléfono. Teléfono fijo, no había celulares. Hoy no lo haríamos ni locos, ¿no?. Había mucha ingenuidad al respecto.
Así se armó ese encuentro con Horacio en el que me aconsejó equivocadamente afeitarme la barba, y también el bautismo de nuestro hijo menor, una ceremonia realizada en casa, ya que los padrinos eran judíos y ateos y el sacerdote era Don Jaime De Nevares, obispo que venía enfrentado con los militares desde la dictadura anterior. Luego, en ninguna parroquia de Buenos Aires aceptaban inscribir ese bautismo, por lo que hubo que hacerlo en una que sí, la de los Curas Palotinos.
En la misma casa haríamos reuniones con amigos militantes, el mismo Don Jaime, más Horacio, más Pavón Pereyra. Había una ”Argentina Subterránea” que se negaba a humillarse y resistía.
Pavón Pereyra seguía la tradición hispánica de usar el doble apellido, el del padre y el de la madre. En la tradición cristiana, la verdadera, el rol de la Madre es muy fuerte, como lo fue la figura de Isis en la antigua religión egipcia.
Nació el 2 de abril de 1921 en Santiago del Estero, la misma provincia de Homero Manzione (“Manzi” para los amigos), quien murió siendo peronista, aunque nunca se desafilió de la UCR.
También es santiagueña Lita Moreno, secretaria de la revista del “house organ” del Banco de la Provincia de Buenos Aires y peronista. Un peronismo que nada tiene que ver con el de la “patria socialista” y los montoneros. Pero era otro peronismo, el de los sentimientos y las emociones. También era peronista Manuel Marcos, jefe de Lita y director de esa revista donde di mis primeros pasos en el periodismo cerca de 1976.
Pavón Pereyra era historiador personal de Perón, y lo acompañó en su exilio en la España de Franco, católica, y por lo tanto no tenía nada que ver con el John William Cooke que quería que Perón se exiliara en la Cuba de Fidel y el Che. Pero no desmintió nunca haber estado presente en la reunión entre el Che y Perón, poco antes que el guerrillero argentino fuera asesinado en Bolivia. Tampoco nadie tiene claro si alguna vez esa reunión se realizó. Yo creo que sí.
Escribió y publicó unas cien obras y se lo considera el primer biógrafo en vida de Juan Domingo Perón. Escribió numerosos artículos y cartas en La Nación y Clarín, y fue colaborador de diversos diarios y revistas, tanto en nuestro país como en España, pero estamos seguros de que hoy no escribiría en esos medios “argentinos”. Para que no queden dudas sobre que el peronismo de Pavón era cristiano pero no fascista, diremos que se encontraba, al morir, trabajando en una obra sobre el pintor español Pablo Picasso.
Los títulos de sus obras son elocuentes: “Vida y muerte de Manuel Dorrego”; “La guerra de zapa”, “Los orígenes del ser nacional”, “Perón” (1953); “Coloquios con Perón” (1965); “Perón, tal como es” (1973); “Correspondencia de Perón” y “Los últimos días de Perón” (1981). También publicó “Diario secreto de Perón” (1985). “Tenía una documentación increíble del general Perón; lo conoció cuando mi padre tenía 22 años y el ex presidente iba a asumir como ministro de Trabajo. Desde ese entonces nunca se separaron”, relató Valeria Pavón Pereyra, hija del historiador, según cuenta el diario La Nación.
En 1973, con el retorno del peronismo al poder, fue por poco tiempo secretario de Cultura de la ciudad de Buenos Aires. Y hete aquí donde entramos al campo de juego: en noviembre de 1973 conseguí, dentro del Banco Central de la República Argentina (BCRA) donde trabajaba desde 1970, que me dieran el pase al Departamento de Prensa. Entraba a las seis de la mañana, en una división donde teníamos a la mano todos los diarios de Buenos Aires y del país y además los diarios en alemán y en inglés que se editaban en Buenos Aires. Había dos traductores que nos ayudaban.
Allí, en los medios de lengua extranjera, se publicaban cosas que no trascendían al resto de los medios. Conocíamos personalmente a los periodistas que nos contaban sobre asesinatos en tiempos de dictadura y que al día siguiente publicaban lo mismo, pero hablando de “enfrentamientos”. El departamento de prensa fue disuelto poco antes del Mundial del ’78
En 1975, cerca de Navidad, Pavón Pereyra llegó agitado a la oficina, donde cobraba un sueldo pero no tenía asignadas tareas. De sus conversaciones sólo sabíamos de su desprecio por la persona de López Rega. Ese día parecía que había visto un fantasma. Acababa de regresar de Córdoba y decía cosas tales como que “se viene un golpe de estado y están usando a Córdoba como campo de experimentación”. Nombró a Luciano Benjamín Menéndez, que ya había cuadriculado la ciudad de Córdoba y determinado que deberían desaparecer tantas personas por cuadra. Ya lo estaban empezando a hacer.
Por esos días Videla había dado un discurso de advertencia… Justo tres meses antes del golpe del 24 de marzo. ¡El mismo tiempo que medió entre el Bombardeo a la Plaza de Mayo y el golpe del ´55! Si Pavón Pereyra lo sabía, la clase política lo sabía.
Pero en ese tiempo no dimos crédito a esas locuras. Costaba creer que fuera cierto que YA estuviera pasando en Córdoba algo así. Ese genocida, Benjamín Menéndez, tendría jurisdicción sobre distintas provincias, incluyendo la nuestra. De hecho, en todos los juicios por crímenes de lesa humanidad que se están gestando aquí desde San Rafael 2010, las acusaciones van dirigidas contra Menéndez y sus subordinados….
Luego del golpe Pavón Pereyra se fue del BCRA. Desde unos meses antes estaba funcionando un grupo de oposición gremial compuesto por jóvenes de la JP, del Partido Socialista Popular, del PRC. La JP era mayoritaria, y su discurso era revolucionario. La burocracia sindical de entonces no soportó eso (“La Bancaria” de hoy, pero gorila) y al poco tiempo desaparecieron cinco compañeros, incluyendo los padres de una militante de Abuelas de Plaza de Mayo y un amigo mío que trabaja en la oficina de al lado, Relaciones Públicas. Roberto Lértora se llamaba.
Roberto fue secuestrado en su propia casa; Marta Santos, su esposa, había ido al almacén con la hija de ambos y cuando volvía vio el operativo militar. Rápida de reflejos, Marta se subió a un colectivo, cualquiera, y desapareció. Al tiempo sabríamos que había huido al Brasil.
A Marta la reencontré en 2012 junto a familiares de desaparecidos en la Iglesia Santa Cruz, donde había desaparecido Patricia Oviedo, compañera de colegio de mi esposa. Marta se había recibido se psicóloga y se había vuelto a casar. Volví a verla en el homenaje a los cinco del BCRA desaparecidos, en diciembre de ese mismo año. Nunca antes había vuelto a entrar a ese edificio desde mi renuncia en 1992, siendo ya jefe del Museo Numismático. A Marta la vi por última vez en la lectura de la sentencia de los juicios por la ESMA (por donde había pasado Roberto), el 9 de diciembre de 2015, horas antes de la despedida de Cristina en la Plaza de Mayo.
Otra compañera de ese, que aún vive, me llamó un día para decirme que habían detenido al hermano, y lo primero que hice fue llamar a Pavón Pereyra, pero me encontré que él estaba más desconcertado que yo, porque las balas también le estaban picando cerca y no podía creer en lo que estaba pasando a pesar que lo había anunciado en 1975. Todos estábamos buscando la protección de alguien con más sabiduría o más poder. El sentimiento de desamparo y orfandad era terrible.
Antes de irse del BCRA le pedí a Pavón Pereyra que me contactara con alguien que pudiera publicar mis artículos sobre OVNIs, pero de manera rentada, ya que había sido padre y no me alcanzaba la plata que ganaba en el Banco, ni siquiera con las horas-extra. Así me convertí en columnista de Bancarios del provincia, con artículos de divulgación científica y críticas de cine. Mis inquietudes fueron evolucionando, y fue allí donde publiqué por primera vez artículos sobre Rodolfo Kusch, Leopoldo Marechal, como asimismo hice reportajes a León Giego, Sixto Palavecino, Félix Luna, Florencio Escardó. El caso de Ceferino Carnacini fue el que más grabado me quedó, cuando fui a hacerle una nota a su viuda y pude conocer su atelier de artista en Villa Ballester
La inquietud era saber dónde estaba “El Pueblo quiere saber de qué se trata”, óleo de los años ’30 que permanece desaparecido, pero que el Banco Central, en tiempos del primer Perón, grabó en metal para hacer un billete que nunca saldría, sino recién en 1982.
Encontramos bastante info (y fotos de sus cuadros) sobre Carnacini (1888-1964) en Wikipedia. (2)
“Una de sus pinturas, “El Pueblo Quiere Saber de qué se Trata”, fue reproducida por el Banco Central de la República Argentina en el billete de Cinco Pesos “Moneda Nacional”, en conmemoración del sesquicentenario de la Revolución de Mayo y más tarde en el de un millón de pesos “Ley Nº 18188”, en 1981”, dice Wikipedia, dando un dato para aquellos que defienden a la dictadura cuando dicen que durante el gobierno militar no hubo inflación. Sí la hubo… ¡Llegamos a tener un billete de un millón de pesos! En realidad, el grabado metálico de esa pintura se había hecho durante el gobierno de Perón, pero no fue posible imprimirlo y la plancha metálica quedó en algún lugar. Iba a ser un “billete peronista”.
Ese “Cabildo”, el de Billiken, no fue el único que pintó. Hay otros cuadros, algunos de ellos, enormes, tienen como fondo al Cabildo de Buenos Aires. “La Partida de la Diligencia”, por ejemplo, que encontramos en Wikipedia:
Lo que Wikipedia no sabe es que el autor de esta nota recibió uno de los estudios a plumín de ese cuadro, que tenemos colgado en el comedor de nuestra casa.
Si comparás ambos, verás que hay algunas diferencias.
Vos te preguntarás qué tiene que ver todo esto con Pavón Pereyra, y la respuesta es sencilla: el solo hecho de haberme dado el empujón inicial para hacer periodismo de investigación y de divulgación histórica y científica fue importante. Importante que la iniciativa haya nacido de una relación laboral donde la represión ilegal del Proceso estaba omnipresente. Esa permanencia amenazante invisible generaba confusión y hasta escenas de humor: luego de la reunión en casa de los tres grandes con militantes, Pavón Pereyra y su acompañante ofrecieron a De Nevares llevarlo a la casa de su hermana, donde paraba cada vez que viajaba a Buenos Aires. Don Jaime aceptó y días después nos relató, entre carcajadas, cómo se había abatatado la chofer, que no pudo, en todo el viaje, apagar el limpiavidrios. Sabía manejar, pero no mucho. Pavón ni quiera un poquito. Ambos esperaban de él una palabra de esperanza, que no consiguieron porque sencillamente no la había.
Pavón Pereyra, Horacio Sueldo y Jaime de Nevares estuvieron siempre presentes, más allá de las distancias físicas. Carnacini fue considerado “pintor de segunda”, hasta que llegó Néstor y desde entonces se le rindieron los honores del caso. Fueron dos las generaciones diezmadas, no una, y fue el kirchnerismo el que las volvió a reunir.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.
Notas
1) https://marcelosapunar.com/2023/05/07/creeme-conoci-a-horacio-sueldo-parte-1-por-carlos-benedetto/
2) https://es.wikipedia.org/wiki/Ceferino_Carnacini