Apuntes autobiográficos sobre la izquierda cristiana, parte 3
Te dije que nuestra primera entrega sobre Horacio Sueldo (1) iba a armar revuelo. Esa vez me había costado trabajo conseguir fotos e información. Lo que hay en Wikipedia sobre Horacio Sueldo es, cuando menos, miserable. O distorsionado: al referirse a la Alianza Popular Revolucionaria (APR) de 1973 (2), se la define como “comunista marxista leninista”. Quizás hasta sea mal intencionado.
Me consta, por haberlo conocido, que su cerebro no dejaba de trabajar, que despreciaba el pensamiento pre-digerido y que tenía mucho para decir, siempre, nos gustara o no. Lo importante no es cómo pienses, sino que pienses por vos mismo, para lo cual debe haber oposición de ideas, de experiencias o sea, dialéctica.
Así fue que empezaron a llover opiniones desde Corrientes, Gran Buenos Aires y distintos lugares del país, de parte de compañeros viejos y de ese tiempo, y todos tenían anécdotas para contar.
Boleta electoral Ayarragaray-Sueldo, 1958
Uno de ellos me pasó el celular de Guillermo, el hijo menor de Horacio, 59 años, abogado, quien, me enteré al día siguiente, había hecho la secundaria en el mismo Colegio Emaús, pero algunos años más tarde, obviamente. Entonces empezamos a tutearnos y le propuse hacer una entrevista a distancia, para que pueda decir lo suyo, ¡y aceptó!
Aquí van las preguntas y las respuestas.
CB – ¿Tenía alguna chance de ganar la fórmula Matera-Sueldo en 1963 luego de la fórmula Ayarragaray-Sueldo en 1968?
GS – Si, sin duda tenía amplias chances de ganar. El peronismo estaba proscripto y algunos consideraron oportuno ampliar la base de sustentación de la Democracia Cristiana con la base de clase media y obrera, sin un líder que los condujera. No hubo, como algunos pensaron, un acercamiento de Horacio Sueldo al peronismo. De hecho, en 1973, algunos demócrata cristianos optaron por integrar el Frejuli, mientras que Horacio Sueldo no tuvo ese acercamiento. El acercamiento fue hacia el pueblo, no hacia el peronismo ni menos aún hacia su líder, al cual Horacio Sueldo en verdad rechazaba. Él mismo fue integrante de los civiles que actuaron en el derrocamiento de Perón en 1955. En esa oportunidad, hasta fue tomado prisionero por los leales a Perón y ejercieron sobre él un intento de fusilamiento que no prosperó. Esa fórmula finalmente no avanzó porque el mismo Perón desde el exterior la vetó. También aquí el sindicalismo la rechazó (entre ellos Vandor). De manera que no tuvo continuidad y entonces la Democracia Cristiana enfrentó la elección con la fórmula Sueldo–Cerro. Luego, en el Colegio Electoral, dieron sus votos a Don Arturo Illia. Yo nací en plena campaña de la fórmula Matera-Sueldo. En mi cuna del sanatorio algunas enfermeras habían puesto un papel que decía “Vote Matera-Sueldo”.
CB – ¿Es cierto que Horacio estuvo trabajando en la actual ley de divorcio? Digo, porque en el catolicismo el divorcio es mala palabra.
GS – Si, es cierto. Eso ocurrió durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Enrique De Vedia fue nombrado Secretario de Desarrollo Humano y Familia. Alfonsín consideró que Horacio Sueldo podía colaborar en esa materia. Sueldo aceptó dicho encargo ad-honorem. Elaboró un proyecto que finalmente tomaron otros que integraban el Congreso Nacional (entre ellos Antonio Cafiero) y así fue luego sancionada y promulgada esa ley.
CB – La última vez que hablé con Horacio en 1983 estaba descreído de los partidos políticos. Algunos compañeros decían que estaba “quebrado”.
GS – Para entonces, él consideraba la etapa de partidos políticos ya superada. Incluso, con autocríticas. No estaba “quebrado” sino que ya veía el proceso de degradación que se gestaba, en el cual no quería involucrarse. A pesar de ello colaboró un breve tiempo con el gobierno de Alfonsín en una tarea específica, construyendo una relación personal de mutuo afecto. Años después, escribió una carta a un grupo muy cercano de amigos, cuyo texto es el que acompaño:
“El Palomar, Agosto de 2006.-
“A los Amigos social cristianos: me urge comunicar a ustedes algunos aspectos de mi apreciación sobre la realidad argentina, su deseable evolución automáticamente progresista y la necesaria presencia pública (en cuanto juicio y en cuanto acción) de ciudadanos comprometidos con el anhelo de un bien común nacional, como también con el permanente servicio a la construcción de dicho bien. Por otra parte, creo que son incontables los ciudadanos anhelantes de un nuevo compromiso con dicho servicio. Y esto me lleva a la urgente necesidad de un movimiento cívico no partidista, basado en el humanismo de raíz espiritual, exento a la vez -en cuanto tarea política- de compromisos específicamente religiosos, pues ellos tienen su propio campo en la conciencia y en la vida de cada ciudadano.
Guillermo Sueldo, su hijo
“Quizás ya me está quedando poca existencia física para trabajar por tales objetivos; por eso mismo, me siento urgido a transmitir algunas bases para servir a dicha necesidad. A mi entender, dicho movimiento no será posible y efectivo sin el compromiso público, activo y permanente -en cuanto pensamiento, juicio y acción- de bastantes ciudadanos (varones y mujeres) dispuestos a servir tal compromiso con plena fidelidad a una ética permanente.
“Con ese fin, convendrá que tal movimiento para el mejor servicio a sus propios objetivos sea capaz de buscar, encontrar y concertar relaciones estables:
- “con ciudadanos y agrupamientos independientes pero de inspiración similar o muy próxima a la nuestra;
- “con dirigentes políticos, económicos, sociales y religiosos, para intercambiar información útil al bien común;
- “con entidades y grupos representativos de diversos servicios sociales, pacíficos y constructivos: universidades, agrupamientos profesionales, ateneos…
“Veo prácticamente imposible que tal emprendimiento pueda realizarse (durante un tiempo de imprevisible cálculo actual) desde adentro de algún partido. Los que hoy aparecen con existencia formal dejan ver: a) los comprometidos -en diversos grados- con sus programas, sus representantes públicos y sus diversas actividades, desde enfoques ideológicos ajenos al humanismo de raíz espiritual; b) los apenas visibles a través de algún rótulo y/o de algún asentamiento físico, pero carentes de vida real.
“Lo que estoy proponiendo aquí es un compromiso nuevo, para una actividad efectiva.
“Con ese fin, no reincidamos en la rutinaria ilusión confesional. Dejemos en paz el nombre de Cristo, sin ofender por eso a quienes, en otros países muy diferentes del nuestro, siguen utilizándolo para su compromiso partidario. Valgámonos del propio Jesús, que hace mil años nos advirtió: “Nadie echa vino nuevo en vasijas viejas, porque ese vino se desparrama y las vasijas se pierden. El vino nuevo, ¡en vasijas nuevas!” (Evangelio según Mateo, Cap. 9, vers. 17).
“Desde una real y sana laicidad (que no es laicismo) busquemos con paciencia un nombre laico. Busquemos, también, con humildad, quiero decir: empecemos a buscar a otros, para pensar y trabajar juntos. Hay muchas personas -muchísimas más que nosotros- capaces de estar sufriendo también, esta desolación cívica; y entre esas gentes, muchas hay más jóvenes que nosotros. Tal vez si empezamos pronto, con esperanza, humildad y perseverancia, nos sorprendamos por la abundancia de ciudadanos (jóvenes o maduros) dispuestos a promover una renovación argentina desde adentro, por un humanismo de raíz espiritual.
“El pensamiento socialcristiano que nos inspira, nos compele a la trascendencia del hombre, pero actuando en función de nuestro tiempo. La vida del ser humano es por naturaleza una vida en común; por lo tanto, los legítimos intereses personales no pueden estar por encima de los intereses de la comunidad, entendiendo a esta como la unidad común que a todos nos une y nos contiene.
“La sociedad no la concebimos como una suma de individualidades sin organización; debe haber un orden en las relaciones interpersonales que nos permita el desarrollo y logros individuales que en sumatoria, se conviertan en bien común, alcanzando plenamente el anhelo de realización y bienestar integral de la sociedad. En consecuencia, rechazamos el individualismo liberal que conspira contra el sentido comunitario; el colectivismo totalitario que atenta contra la libertad del hombre y la cultura consumista que degrada el sentido espiritual de la vida.
“Estas son las bases y los principios en que fundamos nuestra actuación política, reafirmando la doctrina social cristiana que nos inspira. Una acción política nutrida en la pluralidad de pensamiento y terminante exclusión de la corrupción en la acción política, absolutamente insostenible aún con excusas retorcidas para justificar lo injustificable.
“Sostenemos la política como instrumento para la participación y búsqueda del desarrollo con equidad, para la educación como medio de superación cultural y de visión estratégica de los pueblos, y de la economía como actividad para el crecimiento con desarrollo y bienestar. Toda la construcción política, económica y social debe estar al servicio del hombre con un sentido de integridad.
“No nos compensa ni debe consolarnos, que cierta despersonalización se vaya produciendo también en los grupos dominantes de un país, sean ellos económicos, políticos, culturales y hasta religiosos, El compromiso que nos ligó y que debe ser renovado para re – ligarnos, deja así al descubierto la realidad de una despersonalización en cuanto agrupamiento, un proceso visible también en el deterioro de ciertas conductas individuales”.
“Emprendamos, pues, el camino de nuestra maduración en cuanto personas y en cuanto agrupamiento cívico”.
“Dr. Horacio J. Sueldo – Agosto 2006”.
Sueldo en su banca de Diputado Nacional, 1973
CB – ¿Cuando Horacio se escondió en Corrientes, huía de la Triple A o de los Montoneros?. Contanos algo de esa experiencia.
GS – Se escondió en varios lados y en distintas oportunidades. En principio fue por la Triple A, que recordemos, actuaba desde el Estado en pleno período de un gobierno constitucional. Viajaba con amigos que lo cuidaban, y se fue alojando en distintos lugares. No pasó mucho tiempo, que tanto él como la familia entera, pasamos a estar asediados por la Triple A y por los Montoneros. Unos lo acusaban de “zurdo” y los otros de ser un “burgués católico no comprometido con la lucha armada”. El asedio fue importante. Recuerdo una oportunidad del Día del Padre, que todos salimos de casa en distintas horas y hacia distintos lugares. A mí, por ser el menor, no me dijeron nada de qué se trataba. Al llegar al centro de Buenos Aires, fuimos por separado subidos a unos autos que nos trasladaron hacia una ruta de las afueras. En un punto determinado, nos subieron en la cúpula de una camioneta cuyas ventanas estaban tapadas para que no supiéramos adonde íbamos. Finalmente, llegamos a un campo en donde había muchas personas y allí, nos encontramos con mi padre. Yo debo haber tenido unos 12 años entonces.
CB – ¿Qué postura tuvo Horacio cuando el Pacto de Olivos y la reforma constitucional del ’94?
GS – Lo rechazó. Consideró que era un grave error. Aunque tal vez el resultado hubiese sido peor, teniendo en cuenta que para entonces Menem contaba con amplio apoyo en la sociedad. Él siempre fue un férreo defensor de la Constitución Nacional. Cuando yo comenzaba mis estudios de Derecho, me regaló algunos libros vinculados al tema constitucional y me dijo que la Constitución Nacional “es el evangelio del ciudadano”. Algo que inculco hoy a mis alumnos. No quería que “tocaran la Constitución”. Se opuso al tercer Senador y la figura del Jefe de Gabinete por considerar que se trataba de “algo híbrido”.
CB – ¿Si viviera Horacio sería kirchnerista, kirchnerista crítico o antikirchnerista?
GS – No, de ninguna manera; no sería kirchnerista ni tampoco lo fue. Recuerdo una ocasión en que, sin tener ya obligación de ir a votar por su edad, me pidió que lo pasara a buscar para llevarlo a votar en contra de Néstor Kirchner. Hasta llegó a decirme que no nos hiciéramos ilusiones con el kirchnerismo porque era una mentira.
CB – Recuerdo que Horacio era muy difícil de entender por la profundidad de sus conceptos. Se enojaba mucho con los slogans.
GS – Era una persona de una enorme capacidad intelectual y profunda formación histórica y filosófica. Dominaba a la perfección el latín, podía hablar y escribir en francés, manejaba muy bien el inglés y hasta el italiano. Siempre nos inculcaba “pensar”; no dejarse llevar por “frases hechas”. Por cierto, lo enfurecían los slogans, a los consideraba “un tapón al razonamiento”. No soportaba que se repitieran slogans o frases hechas si no se sabía lo que se quería decir ni se tenía fundamento para sostener algo.
CB – ¿”Izquierda” y “cristiana” son dos palabras que no pueden ir juntas? ¿Se enojaría Horacio si viera la volanta de mi primer artículo?
GS – Posiblemente se molestaría. Él nunca fue de izquierda. Sólo emocionalmente o hasta filosóficamente inclinado hacia la izquierda en lo que a temas sociales se refiere; en el sentido de involucrarse y estar con el pueblo en sus sufrimientos reales. Pero jamás propició políticas de izquierda en lo económico ni lo político. Eso no quita que haya tenido simpatía por algunos socialistas bien formados y con conciencia de sostenimiento de un orden social justo. Pero así como reconocía esas cosas, también sabía reconocer la “hombría de bien” de personas de centro derecha o derecha. “Las diferencias, cuando son con respeto y conocimiento, nos enriquecen como seres humanos”, eso nos inculcaba. Nunca vio con buenos ojos a los curas que se pasaban a la izquierda revolucionaria. Los consideraba como personas que habían “perdido la brújula”. Algunos aun hoy hablan con cierto desprecio por los fundadores de la Democracia Cristiana de 1954, por considerarlos “de derecha” (mi padre fue uno de los fundadores y redactor de la Declaración de Principios). Sin embargo, mi padre siempre guardó por ellos una alta estima. Recuerdo que una vez participé de una misa por un aniversario de la fundación del partido. Fui a la casa a verlo después y le dije “Pa, hoy me encontré con una hija de Manuel Ordoñez”. Se emocionó y con alguna lágrima y la voz algo quebrada dijo “Manolo, un gran ser humano”. Don Manuel Ordoñez fue un católico algo vinculado al Opus Dei.
CB – Horacio no era comunista pero conmovió al público del PC en el acto de cierre de la APR en Atlanta en 1973. ¿Contradicción o estrategia?
GS – No fue ninguna de las dos. Lo que pasa que era capaz de ser un orador político sin necesidad de casi repetir palabras y hablar con sustento sólido. Pero sí recuerdo que el haber aceptado la incorporación del PC a esa alianza le causó un enorme disgusto.
CB – ¿No hay alternativa a la dualidad purismo-corrupción? Porque pareciera que allí estaría la verdadera “grieta”.
GS – ¡Qué buena pregunta!. Él fue bastante autocrítico del purismo. Pero a la vez férreo defensor e impulsor de la ética pública. Eso le permitía respetar a personas de distintas orientaciones políticas, siempre que fueran personas con destacada ética. En ese sentido, respetaba tanto a Amadeo Sabbattini como Emillio Hardoy. Y, por supuesto, siempre destacó la figura de Arturo Illia. Fue autocrítico del purismo, en cuanto considerar que no es posible arribar a acuerdos en un mismo grupo ni con otros, pretendiendo que “el otro” congeniara 100 % con uno. “No es posible estar constantemente tachando a los demás”, decía. Pero sí por supuesto, tenía a la ética como algo irrenunciable. Y esa es la verdadera grieta. Basta comparar los políticos de aquellos años (Frondizi, Illia, Balbín, Manrique, Alende, Sueldo, Sánchez Sorondo, Alfonsín), no importa la corriente política; ninguno de ellos fue una persona rica. Habrán vivido con sus más y sus menos, pero no fueron corruptos. Hoy, hasta un concejal lo primero que cambia es el auto y la casa. Con todos esos que nombré él tuvo diálogo y buena relación.
CB – ¿Qué tipo de relación tenía Horacio con Augusto Conte McDonnell y con Raúl Alfonsín?
GS – Con Augusto, escasa. Ambos estuvieron en diferentes lugares en el ’73. Augusto con el Partido Popular Cristiano en el Frejuli y mi padre con el Partido Revolucionario Cristiano que no integró aquel frente. Luego, al retorno de la Democracia y la reunificación de la Democracia Cristiana, ya mi papá estaba fuera del partido. Además, ambos tenían fuerte personalidad y marcaban sus presencias. Fue una relación distante. Con Alfonsín, tuvo una relación formal pero de mucha cercanía personal entre ambos. Llegaron a respetarse y a tener un afecto mutuo intenso. Mi padre no quiso ir al funeral de Alfonsín. Se sintió afectado.
CB – ¿Exagero si digo que Horacio se adelantó a su tiempo como Teilhard de Chardin se había adelantado al suyo?
GS – Tal vez. No se si eso me corresponde responderlo a mí porque me comprenden la generales de la ley, como decimos los abogados. Pero objetivamente, creo que sí. Además, Teilhard de Chardin era uno de sus preferidos, junto con Jaques Maritain.
CB – Horacio no tenía admiración por Perón y mucho menos por las organizaciones armadas. ¿Por qué entonces El Kadre recurrió a Horacio para que intercediera ante Perón por la matanza que había iniciado la Triple A?
GS – Primero, aclarar que él nunca tuvo ninguna clase de animadversión hacia las fuerzas armadas. Estuvo siempre orgulloso de haber hecho el servicio militar del cual salió como oficial de reserva. Hasta guardaba un diploma sobre eso. En mi familia siempre hemos tenido amigos militares, incluso durante los años del llamado “Proceso”, militares que no estaban de acuerdo con lo que ocurría. Algunos ya retirados entonces, con grados de Coronel y General. Le gustaba ver los desfiles militares en las fiestas patrias. Y consideraba que las fuerzas armadas eran parte fundamental de la organización nacional. Por Perón, obvio que no sentía ninguna admiración. Fue testigo de los años más complejos de la segunda presidencia de Perón. Sin embargo y a pesar de haber sido comando civil contra el régimen de Perón, entendió aquello de “ni vencedores ni vencidos” y lo practicó, en su vida personal y política. Intercedió ante quien pudiera para evitar la matanza de la Triple A. Incluso después del golpe militar, también se entrevistó con algunos militares de alto rango para pedir por algunas personas y permitirles salir del país. Hasta en alguna ocasión, a riesgo de quedar él detenido. Y en cuanto a las organizaciones armadas clandestinas, sin ninguna duda las condenó. Eso nos valió a la familia el ser también blanco de las amenazas montoneras. No queda bien que yo, siendo su hijo lo diga. Pero no tengo dudas de que Horacio Sueldo, con su inmenso caudal intelectual, su prédica y la enormidad de su ética, brindó un gran servicio al país.
Sueldo saludando a Juan Domingo Perón
Sueldo saluda al vicepresidente de Humberto Perette. Al costado, Ricardo Balbín
Sueldo junto a Konrad Adenauer, líder mundial de la Democracia Cristiana
Alende-Sueldo en 1973
Horacio Sueldo en una tapa de Primeara Plana
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.
Notas
1) https://marcelosapunar.com/2023/05/07/creeme-conoci-a-horacio-sueldo-parte-1-por-carlos-benedetto/
2) https://es.wikipedia.org/wiki/Alianza_Popular_Revolucionaria