Los jubilados y adultos mayores no se deben suicidar, ni votar al verdugo, aunque solo sea por pensar en el otro, en el derecho a la vida del otro.
Para ello resulta menester, ser humano y tener solidaridad, se piense como se piense y con la ideología y la religión (o no), que se posea; que se ejerza. Debemos marchar unidos, ya que el individualismo y la dispersión, también matan.
Los adultos mayores (AA. MM.), partidarios del duro oficio de pensar (eso nos distingue, entre las especies), o que practican técnicas vinculadas a la memoria, mantienen activa la mente y se ha comprobado que, a partir de la madurez, se activan ambos hemisferios del cerebro.
El valor de la experiencia y la memoria (en algunos casos, sabiduría), debe ser reconocido por la sociedad y especialmente-, por los políticos. Y al decir políticos, nos referimos -en forma particular-, a los que hacen de la política, la ciencia de lo imposible, no los que hablan del arte de lo posible, que es una forma de renunciamiento.
Porque estos ocho años de continuidad de lo irracional, además de tener que ver con la ausencia del Estado (que somos todos), no deben obnubilarnos, profundizando -aun mas-, la crisis y las penosas circunstancias que atravesamos. Hoy -como nunca-, debemos actuar con inteligencia, pensando por uno mismo y no por quienes lavan -permanentemente-, el cerebro, falseando la realidad, ni como la mafia judicial.
Cuando se equivoca el camino -por la bronca lógica, o por el odio, que a nadie beneficia-, se corre el riesgo de actuar en contra de uno mismo; nunca en defensa propia. El problema actual, es que estamos ante dos candidatos a Presidente, una mujer y un hombre, que nos dicen -en la cara-, que nos van a quitar los derechos adquiridos, en mas de cien años, de sangre, sudor y lágrimas.
De dos personajes que nos amenazan -muy sueltos de cuerpo-, con arrojarnos a la disolución nacional. Escuchamos -con atención-, a todos quienes votaron por esa alternativa y llegamos a la comprobación de que el árbol les tapó el bosque. La inmensa mayoría argumenta que -como está todo mal-, van a dar un salto al vacío, que solo puede lograr que se agrave todo, sin salida.
Alguien cree lógico que se hable de condenar a los mas humildes (entre los que estamos), a no poder estudiar; a descuidar nuestra salud (en ambos casos, por nuestra propia indigencia), a no nutrirnos, ni nutrir a nuestros niños (que estarán perdidos, definitivamente, porque la falta de alimentación, retrasa su mente y los condena a ser entes -sin inteligencia- y aptos, para ser esclavos).
El que se niega a pensar; el que hace del sistema individualista, su forma de vida, intenta desconocer el hecho de que nadie se salva solo; nadie se realiza, en una sociedad que no lo hace. Cuando hablamos de solidaridad, hablamos de amor y sin amor, tampoco se puede vivir. Amor mutuo, con todo lo que nos rodea.
Sabemos que está en cada uno, reflexionar; recapacitar. No debemos olvidar que los jubilados, durante quince años, percibieron $ 145.=, mas $ 5.= ($ 150.=), viéndose -mientras se entregaba el país-, condenados a la miseria, previo a las jornadas de la muerte, en el 2001, cuando la candidata integraba ese gobierno y les descontaba el 13%, de esas magras retribuciones.
¿Se imaginan que debamos vender cualquier órgano (de nuestros hijos y nietos, ya que los nuestros carecen de valor), o a nuestros nietos, para poder enfrentar las necesidades mas elementales?. Nosotros lo tenemos claro y no los vamos a votar. Todo lo que esté en su mente, solo usted lo conoce.
Le rogamos a todo nuestro sector -especialmente-, que piense -sin ataduras y por si mismo- y actúe en consecuencia. No debemos marchar -mansamente-, rumbo al patíbulo. Actuemos en defensa propia, que -luego-, podremos exigir. Seamos libres -en serio-, no para portar arma y matarnos, como en el país donde todos los días se mata sin sentido y “la sociedad del rifle” se lleva por delante la condición humana.
16 de agosto de 2023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.