El 26 de Julio de 1942, a las 22.00 fallecía de un infarto múltiple y a los 42 años uno de los escritores fundamentales de la literatura argentina: Roberto Arlt.
Cuentan que debido a lo estrecho de los pasillos de su edificio, tuvieron que sacar el ataúd por una ventana. La visión de roldanas y sogas sosteniendo ese ataúd en el aire, ha quedado en la memoria de toda la literatura nacional.
Como una metáfora de aquel hombre increíble, como lo que él vino a significar en las letras nacionales: el outsider, aquel que llegaría con sus palabras como el boxeador llega a su oponente, con un cross a la mandíbula.
Pero hay otras metáforas. Por ejemplo, aquella, la del significado de la rosa de cobre en Los siete locos. Esa rosa que brillará eternamente en su fulgor, en la locura de su alquimia. Como el mismo cine, que brillará eternamente.
Y es que Arlt se conecta con la literatura, el teatro y el cine desde ese lugar: el de una invención enloquecida, transustanciada de angustia. Cuando el teatro o el cine toman esa sustancia, lo primero que aparece es una maquinaria inusitada, hecha de demencia, deseo y de furia.
Los siete locos y la continuidad de la primera Los lanzallamas, son novelas que han alimentado durante mucho tiempo al teatro y al cine. Su personaje principal, Remo Erdosain, ha quedado inscripto para siempre entre los grandes personajes de la literatura universal.
El hombre de las ciudades, el inventor de la rosa de cobre, aquella que lo sacará de la pobreza. Erdosain, el ser angustiado e incapaz de alguna acción que no sea la de llevar la desolación y la muerte a su alrededor, es quizás el prototipo de lo que vendría, años después, a inscribirse en los postulados del existencialismo.
El argumento es simple: siete locos, comandados por el Astrólogo (tan importante como Erdosain en la novela) deciden organizar una revolución violenta.
La obra fue llevada al cine de la mano de Leopoldo Torres Nilsson, en 1973, con un magnifico Alfredo Alcón en el personaje de Erdosain. Lo acompañaron Norma Aleandro, Héctor Alterio, Sergio Renán, entre otros. La película se puede ver en Youtube y es una pieza fundamental del cine argentino de los setenta, ha quedado como una muestra de lo que fue Nilsson como director.
Pero quisiera también hacer referencia a otro trabajo sobre la obra de Arlt: Los siete locos y los lanzallamas, que emitió la TV Pública hace unos años. Sobre una adaptación del gran Ricardo Piglia, se trabajaron 30 episodios para las dos novelas.
Con dirección de Fernando Spiner y Ana Piterbarg y protagonizada por Diego Velázquez, Carlos Belloso, Daniel Fanego, Belén Blanco, entre otros. Este trabajo fue maravilloso. Un gran esfuerzo de la TV argentina. Utilizando la extensión en el tiempo que da el hacer una serie, esta serie pudo ir conformando de a poco el denso laberinto que es la mente de Erdosain.
La locura de una revolución conformada por seres delirantes en ese momento histórico en que se inscribe la historia, 1929. Es decir, un año antes del comienzo de la Década Infame.
Arl, como el profeta de lo que sería el porvenir, del devenir de un pueblo que se preparaba para una larga noche de golpes de Estado, del temblor y la furia en cualquier sombra que se agazapara en la oscuridad.
Arlt entonces, como aquel que propone siempre material para adaptar en teatro y cine, tal es su extenso y rico imaginario. Como esa rosa de cobre cuya metáfora es de una invención desmesurada y permanente.
Columnista invitado
Juan Carlos Carta
Escritor, poeta, dramaturgo. Director del Círculo de Tiza Teatro. Es docente de la Universidad Nacional de San Juan.