La clase media y el peronismo
“¿Por qué fracasó el peronismo en atraerse políticamente a esos sectores? La consideración exhaustiva del problema rompe los límites del presente trabajo. La clase media se modifica socialmente, a medida que el país se va modificando. La vieja clase media (en especial la de la ciudad de Buenos Aires) se vincula al aparato económico de la Argentina oligárquica. En la sístole-diástole (contracción y expansión) del comercio de importación y exportación, había una cuota para la Buenos Aires intermediaria, para sus masas de empleados y burócratas, para sus rentistas y sus profesionales, para los proletarios de “cuello duro” (privilegiados) y otros sectores afines que gozaban de un nivel de vida aceptable, mientras el país languidecía más allá de la avenida General Paz. Estos sectores se sintieron relegados por la industrialización y el proceso inflacionario que la acompañaba. Veían disminuir su peso social , deteriorarse su jerarquía (de la que se sienten celosos) ante el ascenso económico de los trabajadores industriales y las nuevas fortunas, hijas de la especulación o del auge fabril.
(…)
“Pero esa misma industria en desarrollo va creando nuevos recursos para la clase media y posibilidades bastante amplias de engrosar los cuadros de la burguesía. De ese modo , junto a una pequeña burguesía ligada al viejo aparato de la Argentina semicolonial, aparece otra enteramente nueva, cuya existencia depende del desarrollo y expansión de la industria y la circulación interna de mercaderías.
“Si ambos sectores, en líneas generales, son antiperonistas, su actitud ante el país es diferente e incluso su actitud ante el peronismo. Los vincula un resentimiento ante el auge de la clase trabajadora; sienten que se han perdido las distancias sociales. Aquellos a quienes la nueva economía industrial no beneficia e incluso perjudica, son obviamente antiperonistas. Los que se enriquecieron con la legislación protectora, también suelen serlo, porque defienden su nueva posición. Pero no sueñan con el pasado, sino con un “peronismo” sin el líder y -de ser posible- sin sindicatos. Ven en el peronismo una suerte de barbarie, un atentado a su espíritu individualista.
“Lo que en determinados sectores (el tan importante de los estudiantes, por ejemplo) podría contrarrestar ese fenómeno, una fuerza ideológica que los atraiga hacia la gran tarea de liberación nacional y social, eso precisamente no se lo puede suministrar el régimen, cuya infecundidad teórica nace de su contradictoria naturaleza de clase.
“Decir que la intransigencia radical impedía la alianza entre el proletariado y la clase media pobre, soldando a ésta última a la oligarquía, es simplificar indebidamente la cuestión, porque omite todos aquellos factores que impidieron al peronismo elaborar un programa y una política que atrajese a la clase media satisfaciendo requisitos culturales y aún espirituales de indudable legitimidad.”
Jorge Enea Spilimbergo
El Radicalismo. Historia crítica. (1890 – 1974)
Editorial: Octubre. Buenos Aires. 1974 (págs. 104 y 105)
Recordamos que Jorge Enea Spilimbergo fue militante, dirigente, escritor e historiador de la Izquierda Nacional argentina. Fundó junto a Jorge Abelardo Ramos y otros dirigentes, el Partido Socialista de la Izquierda Nacional, transformado luego en Frente de Izquierda Popular, el que obtuvo personería jurídica en 1972, participando luego de los dos actos electorales de 1973. En el turno del 23 de setiembre acompañó la fórmula Perón – Perón con boleta propia, obteniendo 900.000 votos.
Spilimbergo asume aquí uno de los grandes dilemas de la historia política de la Argentina de los últimos 75 años, como es la integración de las clases medias al peronismo. Explica sagazmente las causas que llevaron en distintos momentos a estos grupos sociales a resistir al peronismo, como a mirarlo con simpatía, en otros. Es indudable que la clase media porteña, que tiene una larga tradición de expresión política antinacional y antipopular se opusiera al movimiento que creara el general Perón. Claro, el líder unió a la clase trabajadora con los sectores nacionalistas del Ejército, el sector popular de la Iglesia Católica y sí, sectores de clase media del interior del país, pero no de Buenos Aires. Esta actitud porteña se une al rechazo a los caudillos federales del siglo XIX, y en el siglo XX primero despreciando a Hipólito Yrigoyen y luego a Perón.
Luego de la caída de Perón en 1955, las medidas económicas de los gobiernos sucesivos, tendientes a favorecer a los grupos oligárquicos y del capital extranjero, fueron deteriorando el nivel de vida de los sectores populares y por ello, la clase media sufrió el embate de la crisis. Fue entonces que comenzaron a mirar al peronismo como una alternativa para recuperar su nivel de vida perdido y por ende a modificar su visión del país y su historia.
Como la ira popular se expresa en las calles del país, será el 29 de mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba cuando una marcha de obreros de la industria automotriz en huelga, recibe el apoyo efectivo de gran parte de los estudiantes universitarios y secundarios. Juntos afrontan y hacen retroceder a la represión policial. Será el Cordobazo, acontecimiento que conmoverá al país generando adhesiones de vastos sectores populares.
Otro movimiento similar, en la ciudad de Mendoza: el Mendozazo (4 de abril de 1972), terminará con la proscripción del peronismo y obligará a la entonces dictadura del general Lanusse a llamar a elecciones. Éstas tendrán dos capítulos en 1973 con el triunfo de Cámpora, candidato de Perón el 11/3/73 y la de Perón mismo el 23/9/73, con un amplio margen de votos a su favor. En ambas elecciones grandes sectores de clase media votarán al peronismo.
Pero todo no será tan simple, los sectores medios radicalizados por la crisis, sobre todo su juventud, adoptarán posturas de izquierda. Ayudaba el triunfo de la Revolución cubana (1959), la que influenciará a amplios sectores universitarios y juveniles de toda América Latina. Pero la fortaleza política para una opción electoral popular la tenía el peronismo, Muchos de aquellos jóvenes ingresaron al movimiento, tratando de imponer su impronta que pretendía actualizar al viejo peronismo con un perfil de izquierda. Esta actitud lleva a estos sectores juveniles a enfrentarse internamente con la estructura del sindicalismo peronista, agrupado en la CGT (Confederación General del Trabajo). Todo lo cual generará una grave ruptura de este movimiento de masas. Para colmo muere Perón el 1/7/74. Sin su líder, verdadero aglutinante de todos los sectores que convergían en este vasto movimiento popular, se ahondan las diferencias facilitando el cruel y sangriento golpe de estado del general Videla el 24/3/76.
Pero el peronismo no muere, sufrirá una derrota con la vuelta de la democracia (30/10/83) a manos de Raúl Alfonsín, un candidato progresista que presenta el radicalismo y allí estará el voto de la clase media que esperaba poder volver a disfrutar de sus derechos perdidos. Al poco tiempo, sobreviene la desilusión. Es que la política económica y por ende los ministros de economía siguen siendo designados por el poder económico, centrado en la Sociedad Rural, los bancos y el capital extranjero. Siendo que el período 1976-1989, (dictadura más Alfonsín) se caracterizó por una constante inestabilidad económica, la que licuaba cíclicamente el poder adquisitivo de la población. Los argentinos y en particular, su clase media, ansiaban la estabilidad económica a cualquier precio y la tuvo al precio de la destrucción del aparato defensivo del estado mediante las privatizaciones. YPF, ferrocarriles, Gas del Estado, Agua y Energía eléctrica de la Nación, Aerolíneas Argentinas y todas las empresas del Estado pasaron a manos privadas, muchas de ellas extranjeras. Estas acciones las llevó a cabo Carlos Menem, un presidente que había prometido en su campaña: “salariazo y revolución productiva”. Un peronista del interior que se aferraba a las mejores tradiciones populares de la historia, terminará haciendo un gobierno neoliberal que dejará estabilidad con recesión, la que producirá 6 millones de desocupados en sus diez años de gobierno. Pero la clase media y amplios sectores populares aceptan resignadamente la convertibilidad (un peso igual a un dólar), estatus que les permitirá adquirir electrodomésticos y autos a precios accesibles para los que podían adquirirlos ya que tenían trabajo.
A partir de 1983 se acrecienta un “nuevo” perfil, entre publicidad y opinión periodística, llevada adelante por los medios hegemónicos de comunicación: la manipulación de la opinión publica. Ésta perdurará hasta nuestros días. Hoy esa manipulación la ubicamos como la fabricación de noticias, de “fake news” (noticias falsas). Es creando un falso sentido común como se lleva a la población a creer que quienes en realidad están para explotarlos, pretenden beneficiarlos. Convencidos, van y votan a su enemigo.
En los años siguientes se agudizará la recesión. El radical Fernando De la Rúa, gana las elecciones de 1999 ante un electorado manipulado y prometerá cambios que no realizará. La crisis hará eclosión en diciembre de 2001. La clase media y los trabajadores se encontrarán juntos en la Plaza de Mayo y alrededores, enfrentando una represión policial de gran magnitud. Cae De la Rúa y tras un gobierno provisorio del peronista Eduardo Duhalde, es la hora de Néstor Kirchner. Este buscará volver a las fuentes del peronismo, a su proyecto histórico, y durante doce años con su esposa y sucesora presidencial Cristina Fernández de Kirchner llevarán a cabo un ciclo de inclusión y plenos derechos sociales que dejará henchida a la clase media y bien posicionada a la clase trabajadora (2003-2015).
En el proceso electoral de 2015, vuelve a aparecer el complejo del que nos habla Spilimbergo: los miembros de la clase media “ven disminuir su peso social y deteriorarse su jerarquía”, manipulados por la prensa hegemónica, al igual que sectores de la clase trabajadora privilegiados salarialmente, votan en su propia contra. El gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) será un suplicio para todos los sectores populares, con pérdida de poder adquisitivo y aumento desmedido del costo de vida, acompañado de la pérdida de derechos sociales.
Entonces reaparecerá el ciclo de la esperanza, con el que no podrán los medios hegemónicos. En octubre de 2019 triunfará la fórmula peronista del “Frente de Todos” con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner para intentar recuperar los derechos perdidos con Macri en los cuatro años anteriores.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político