Devaneos de año nuevo en pandemia
Con los consabidos y necesarios augurios, que en estas épocas del almanaque cumplen la función de sacarnos por un rato de nuestro interior complejo para depositarnos en la realidad social que nos hace “personas”, rodeados -como corresponde- de amores y ausencias, sobrevienen las sesudas reflexiones varias -hasta donde nos alcance a cada uno-.
Por estos días me dio por la física cuántica, consumidor como soy de ciencia ficción, y por sus implicancias que han trascendido el ámbito de la propia Física y la Matemática para impactar en los sentidos sociales, por caso: El Principio de Incertidumbre o las nociones de tiempo y espacio; y fundamentalmente esto de estar constituido por un micro cosmos totalmente ignorado mientras se deambula por la vida de los macro sistemas -como dije antes- en condición de persona.
El principio de incertidumbre, por ejemplo, advierte que no es posible determinar al mismo tiempo dos características distintas de un cuerpo en movimiento; determino su velocidad o su lugar en el espacio, si miro una variable no puedo ver la otra; para la variable oculta todas las probabilidades son posibles.
La noción de espacio y tiempo -o inexistencia de ellos, en el sentido que nuestra conciencia acostumbra a percibirlos- me dice que un cuerpo puede existir a la vez en formas diferentes según lo esté mirando o no y que no hace falta comunicación para que dos cuerpos que tienen el mismo origen se comporten del mismo modo a la vez, aunque estén separados.
¿No se les presentan estas paradojas en la interacción con otras personas en la vida cotidiana?
¿No se les aparece la imagen de muchos dirigentes del sistema político?
Ustedes dirán que estas cuestiones están geniales para el cine o los libros de “Ciencia Ficcionada” -como sería más preciso llamar a ese género literario y/o audiovisual- pero que la factura de la luz y del gas, por más que uno intente algunas alquimias siguen arriba de la mesa esperando que las cancelemos so pena de quedarnos sin esos fluidos imprescindibles para el macro mundo.
Se me ocurre, sin pretender ninguna originalidad, que toda esa ciencia constituye el conjunto de explicaciones posibles que como sociedad humana hemos podido construir -ya hay intentos de nuevas teorías para dar cuenta de esos fenómenos- y que le asignamos valor de verdad hasta que aparezcan otras descripciones que sean verosímiles (antes de Copérnico la verdad socialmente admitida era que el sol giraba alrededor de la tierra, a Galileo que defendía la tesis de aquél, casi lo queman por hereje).
Por estos días me he quedado sin teorías para explicar los eventos de la realidad.
Posiblemente sea que estas lecturas me han metido en un gran lío: la escolaridad me formó positivista, la ciencia del siglo xx me llevó hacia el relativismo (con Einstein y la cuántica), las religiones me conducen a lo mágico y la política y la economía me imponen la praxis con su necesidad de análisis del “costo de oportunidad”; entre otras cosas.
Ahora bien ¿hace falta la física cuántica para darse cuenta de algunas cuestiones?
Miro las imágenes de las playas de la costa de Buenos Aires y no alcanzo a explicar las conductas de esas “personas”. Un amigo psiquiatra -es decir médico- me recomienda el dicloro y me dice que no me vacune. Una médica conocida -con enfermedades de base- dice que no se va a vacunar. En Olavarría que gobierna el Pro sabotearon el freezer que guardaba 400 dosis de vacuna y ahora ya no sirven. Escucho justificaciones acerca de la cantidad de muertos por el Covid-19 haciendo comparaciones con el número total de fallecimientos por otras causas.
Mientras tanto en Los Ángeles (EEUU) escasea el oxígeno para los que están en terapia y Europa está incendiada con la segunda ola de contagios.
“La peste fascina. Es la crueldad de la naturaleza en acción y una de sus creaciones más logradas. Es la muerte imperceptible que se desliza de una persona a otra hasta diezmar siglos de civilización en pocas semanas. Es la presencia de un predador invisible que no respeta rango ni poder y contamina de recelo los sentimientos más nobles”. Leo a Mónica Müller en “Pandemia: Virus y Miedo”.
En otro orden de cosas, el gobierno nacional está atrapado en el dilema de estar entre el zen para sordos como política y el miedo de ser repudiado por autoritario. ¿Podremos defender la democracia y los derechos que hemos ganado con las palabras del Buda Gautama? Los Orcos, que por estos días asaltaron el Capitolio en EEUU; son iguales en todo el mundo y Argentina no es la excepción, casualmente algunos de los asaltantes al Congreso de ese país enarbolaban banderas amarillas.
Todo cambió de un día para otro, nada cambió todo sigue igual. Ambas proposiciones pueden argumentarse. Heráclito estaría de acuerdo con aquello de que “el río es el mismo y nunca lo es” En ambos casos no hay manera de no mojarse las patas cuando estás en el medio.
Cuando se desarrolló el principio de incertidumbre Einstein, descontento con esa teoría exclamó: “Dios no juega a los dados”. Parece que los dados, el cubilete y el paño verde ya no están al alcance de mis sentidos para entender las reglas del juego y además el juego no contemplaba lo complejo de la naturaleza humana.
Sea como sea, puse el cronómetro en cero de la mano de algunos alcoholes, jurando y perjurando no cometer los mismos errores de los 365 días pasados y rogando a los hados un hilito mayor de lucidez -sin grandes esperanzas- para seguir transitando por el tercer planeta del sistema solar al que llamamos Tierra, en la periferia de la Vía Láctea, nuestra galaxia.
Columnista invitado
Norberto Rossell
Para muchos de los ’70 la política -y el amor- nos insumió más tiempo que el estudio sistemático: dos años de Agronomía, un año de Economía, un año de Sociología. Desde hace años abocado -por mi cuenta- al estudio de la Teoría de Sistemas Sociales de Niklas Luhmann. Empleado Público, colectivero, maestro rural, dirigente sindical, gerente en el área comercial en una multinacional, capacitador laboral en organización y ventas. A la fecha dirigente Cooperativo y Mutual. Desde siempre militante político del Movimiento Nacional y Popular.