La acción política de los feminismos populares, que durante siglos invisibilizó el patriarcado, se hizo visible a fuerza de lucha colectiva en las calles.
Sin ninguna duda el año 2020 resulta un momento bisagra en la historia de la humanidad. Venimos afirmando y reafirmando que estamos en presencia de una crisis económica, política, y social que encontró una vía de aceleración en el COVID – 19 para el avance decidido a una nueva reingeniería social mundial.
Los feminismos, en ese contexto, se han constituido en las sujetas dueñas de la iniciativa y la acción política que se atreve a cuestionar y ponerlo todo en tensión. Incluso en tiempos de Coronavirus, con la necesaria rediscusión de los métodos de lucha, los feminismos encontraron las formas de que sus redes de sororidad se continúen fortaleciendo junto al tridente de sus luchas.
Tal es el caso de lo que sucedió con la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), después de años de luchas, encuentros, debates, pañuelazos, y marchas se dio un paso más en la conquista de derechos y libertades de las mujeres y personas gestantes.
A las 4.12 de la madrugada del día 30 de diciembre del 2020, el Senado dio el paso histórico; el tablero del recinto indicaba que se había aprobado la interrupción voluntaria del embarazo (IVE): 38 votos a favor, frente a 29 votos que se opusieron, 1 abstención y 4 ausentes.
“Sale, si salís” fue una de las consignas para convocar a las vigilias. La emoción de miles de mujeres en las calles, con sus pañuelos, el glitter, y la manija sacudió cada punto de nuestro país, con mas de ciento veinte vigilias que esperaban el tan ansiado y buscado “aborto legal”. Salimos, recuperamos las calles, las plazas y es ley.
La marea verde inundó las instituciones resistentes a pensar las políticas públicas desde una perspectiva de género y logró hacer ley un reclamo que nació y se organizó desde las calles y las bases por más de 30 años. Organización que resultará clave para la efectiva implementación de la ley.
El patriarcado tambaleó tras una fuerte envestida y las mujeres demuestran con lucha, organización y sororidad que otro mundo es posible. Este viene de la mano de un feminismo profundamente transformador de viejas y anquilosadas estructuras que se caen a pedazos.
Dos caras de la misma moneda: el femicidio, ese hecho maldito.
La profundización de la lucha de los feminismos, sigue sin poder desterrar la gran pandemia que se lleva en promedio una hermana por día en Argentina. Los femicidios no cesan, nos siguen matando en la calle, pero también en nuestras casas. No hay lugar seguro para nosotras, porque el problema es el patriarcado, porque el problema es el sistema. Durante la pandemia más de 270 de los femicidios fueron intradomésticos, el “enemigo está en casa”.
Según un estudio presentado días atrás por Elizabeth Gómez Alcorta, Ministra de Mujeres, Género y Diversidad, y Sabina Frederic, Ministra de Seguridad sobre homicidios dolosos de mujeres, estableció que 412 mujeres fueron asesinadas en el 2019 en todo el territorio argentino. De esa cifra, 277 casos (el 67,2%) estuvieron relacionados directa o indirectamente con femicidios.
Si se toman solo los casos de femicidios directos, seis de cada diez mujeres asesinadas perdieron la vida en su hogar. Algo muy diferente de lo que ocurre con los asesinatos de hombres, ya que solo el 22 por ciento de esos episodios suceden en las casas.
El 80% de las denuncias por violencia de género recibidas en la línea de asistencia 144 involucran como agresores a parejas o ex parejas de las víctimas, de acuerdo con la estadística oficial.
El total de comunicaciones recibidas, desde el inicio de 2020, fue 90.022, correspondiendo el 89% a la modalidad de violencia doméstica, y casi la totalidad de las personas refirieron sufrir violencia psicológica por parte de su agresor. De las personas en situación de violencia, 2.433 tenían medidas de protección vigentes.
En esta misma sintonía, Mendoza fue escenario -una vez más- de un femicidio aberrante que estremeció a la provincia en los últimos días de diciembre y se constituyó en el hecho maldito, que movilizó a más de 15.000 personas por las calles pidiendo justicia y que hizo arder a dos de las instituciones mas importantes de la provincia. Una muestra del desfasado sistema institucional, que no da respuestas a la altura de las demandas sociales y a los nuevos tiempos que vivimos.
El femicidio de Florencia Romano nos tocó y nos mostró un Estado que mira al costado y que es responsable de la muerte de una niña de 14 años, asimismo mostró la potencia del movimiento feminista mendocino que no dudó en ir de la palabra a la acción; en mostrar que no son hechos aislados, sino que a Florencia la mató el patriarcado.
Sin dudas, y producto de la complejidad, de los conflictos y de las contradicciones que supone la política y la lucha; cada avance de los feminismos populares irá desnudando aún más al patriarcado voraz y asesino que no para de subsumir a las mujeres bajo el yugo de la opresión.
Desde las calles llenas reclamando justicia por Florencia a las vigilias verdes, los feminismos deberemos seguir profundizando las contradicciones. Celebrar cada gran o pequeña victoria; saber que es imperativo que nuestras organizaciones crezcan, que avancen, que se crucen porque lo que viene no será más fácil, porque estar decididas a acabar con este sistema no será gratis.
Pero tenemos historia de lucha, porque la sangre de nuestras hermanas se rebeló, porque el feminismo es revolución sabemos que más temprano que tarde, acabaremos por derribar al patriarcado.
Noelia Naranjo
Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública. Diplomada en Docencia Universitaria. Docente de la UNCuyo. Militante feminista y sindical.