El minué se puede volver pericón (nobleza obliga)
Nuestra sociedad no da tregua, el discurso del Presidente que me lleva a aquello de “nobleza obliga” ocupaba mis neuronas y hoy en el debate público de Casación -sobre la causa “dólar futuro” (más de tres horas)- que me llevará unos buenos días para digerir la complejidad entre la semántica política y la del sistema del derecho. En fin, cumplamos con el Presi.
En mi texto anterior hacía alusión a las reverencias, figuras y simbologías del minué nacido en los salones de las cortes francesas, para referirme -críticamente- a la política del gobierno nacional, más precisamente del Presidente, fundamentalmente para con el poder judicial y complementariamente con los dueños de la Argentina.
El discurso en texto y tono del Alberto en la inauguración de las sesiones del Congreso abre una gran expectativa. Podría, la música de fondo, cambiar de minué a pericón, danza fundamentalmente rioplatense y Pericón Nacional por nuestras tierras.
Este hijo criollo de la contradanza europea tiene algunas características con las cuales podemos parabolizar los ejes y modos discursivos de Alberto Fernández en el Congreso.
En principio el origen no cortesano de la contradanza y su mestizaje en nuestras tierras que da origen al Pericón se corresponde con la prosapia peronista del gobierno y explícitamente, la figura del bastonero, la voz de mando que ordena los movimientos de los bailarines.
Volvemos recurrentemente, más allá de las parábolas, al tema del poder: léase autoridad política o gestión del Estado en la búsqueda de un orden social justo, soberano y económicamente democrático.
El anuncio más importante del Presidente, que al principio pasó desapercibido, es el pedido al Congreso para que conforme una comisión bicameral para investigar al Poder Judicial que podría terminar en una ley que ponga en comisión a todos los jueces; la pelota está en la cancha de los representantes del pueblo: los diputados y de los representantes de los gobernadores: los senadores.
Esta atribución del Congreso responde a lo normado por la Constitución con relación al control legislativo sobre los otros poderes del Estado vía sanción de las leyes correspondientes.
Cada uno puede hacer una lectura interpretativa del sentido de los anuncios, Clarín, La Nación, Juntos por el Odio y sus orcos ya salieron a aullar y por supuesto, a decir que “es una movida de Cristina”.
Personalmente me genera especial interés y beneplácito que el presidente se haga cargo de las voces internas de la coalición de gobierno -por las razones que sean- que vienen señalando que sus buenos modos no son igualmente correspondidos por los factores de poder concretos. Ahora esperemos que evolucione el tema.
Pero el cambio de humor del Presidente no termina allí. La investigación de la deuda externa que ya realiza el Poder Ejecutivo, no sólo tiene que ver con Macri y su banda, también se trata de nivelar la mesa de negociación con el FMI -volcada como siempre a su favor- visibilizando su condición de partícipe necesario de la estafa.
Como quiera que se vea, el discurso aparece como una reafirmación del imaginario que llevó al Frente de Todos a ganar las elecciones de 2019.
En el fondo de estos devenires está la concepción del formato republicano de organización del Estado y la significación del concepto “democracia”; ya he publicado un texto con relación a esto último.
Ambas cuestiones suponen la pregunta sobre la posibilidad de un “orden social” distante del caos. Situación que, a luz de lo que pasa en la mayor parte de los países de occidente con el renacimiento del nazismo explícito o encubierto como lo ejercitan los representantes de Juntos por el Odio y la Unión Cívica Radical, en las personas de sus presidentes partidarios y sus figuras representativas, debería alarmarnos y dejar de ser considerados como meros hechos de color.
No hay posibilidad de diálogo con los orcos, lo que no nos debe impedir reflexionar acerca de por qué existen ya que son parte de la sociedad que supimos conseguir. Hace rato que algo huele mal en occidente y no parece descabellado pensar que el sistema político, sea por su accionar o por sus omisiones está en el centro de esta cuestión.
Los nombres propios son la consecuencia, las causas están en otro lado.
Columnista invitado
Norberto Rossell
Para muchos de los ’70 la política -y el amor- nos insumió más tiempo que el estudio sistemático: dos años de Agronomía, un año de Economía, un año de Sociología. Desde hace años abocado -por mi cuenta- al estudio de la Teoría de Sistemas Sociales de Niklas Luhmann. Empleado Público, colectivero, maestro rural, dirigente sindical, gerente en el área comercial en una multinacional, capacitador laboral en organización y ventas. A la fecha dirigente Cooperativo y Mutual. Desde siempre militante político del Movimiento Nacional y Popular.