El aumento del poder de Creso en el mundo, lejos de ser un delirio de Marechal y de Guénon, es algo que puede ir cotejándose con la historia fáctica, incluso en nuestro país, como ya intentamos demostrar en la parte 4 ahora enriquecida, modestia aparte, con dos artículos de este autor cuando aún no llegaba a los 35 años de edad. Hace mucho tiempo, pero es como si fuera ayer.
Creso es Shylock, el usurero de “El Mercader de Venecia” de William Shakespeare, otro que se las traía con eso de hurgar en el fondo del alma humana.
Creso es el Fondo Monetario Internacional, es Celestino Rodrigo, Martínez de Hoz, Cavallo, la Patria Financiera. Ya creo que se va entendiendo el símbolo, aunque Marechal nunca haya llegado a sufrir lo que esa gente hizo contra el país.
Celestino Rodrigo (1975) es la prueba de que Creso tiene la habilidad para infiltrar a los movimientos populares (que en la lógica marechaliana están en el panteón con el nombre de “Gutiérrez”), destruirlos por dentro, y luego entronizar nuevamente a Ayax (Videla, Massera, etc), pero manejando él los hilos desde atrás; manejando incluso a Tiresias (¿el Episcopado?).
La libra de carne de Shylock es, en el caso de América Latina, la deuda externa impagable. Esa es una de las grandes cosas que Néstor Kirchner tuvo clara.
En estos días la Agencia Paco Urondo difundió un artículo del economista cordobés Mario Javier Firmenich, donde pone en evidencia el problema de cómo eso impide nuestro crecimiento y cómo es necesaria la intervención estatal, como en la obra de Shakespeare. El escritor inglés se anticipa a Keyness y al feminismo: es una mujer disfrazada de abogado varón, quien resuelve el problema: la deuda no se paga y el usurero pierde sus bienes como castigo, la mitad de los cuales van a las arcas del Estado. Quizás un anuncio del rol que cumplirá, o está cumpliendo, “Lo Femenino” en la destrucción del Dios Dinero…
El escenario de la obra del gran dramaturgo es Venecia, Italia, que es, junto con Florencia y Génova donde se crearon los primeros bancos, al menos en la acepción moderna de esa palabreja, ya que los había desde mucho antes de que se acuñara la primera moneda en el Medio y Extremo Oriente.
Las tres ciudades italianas eran la Londres y la Nueva York en los comienzos de la Edad Moderna.
Marechal ya nos había explicado que, para que Creso acceda y se mantenga en el poder, es necesario que haya una mentalidad generalizada que apoye semejante cosa. Y estaba particularmente ensañado con el racionalismo entronizado en la filosofía por René Descartes (a quien él llama irónicamente Renato, que es la traducción del nombre al italiano y al español). Así, a diferencia de un Teilhard de Chardin, para Descartes el hombre es “dual”: cuerpo y alma. Pero advierte: “Lo riesgoso era que, para una mente dubitativa y sedienta de corroboraciones experimentales como la suya, el primer término del binomio (el cuerpo) resultaba ser el más evidente y el más fácil de reducir a experiencias. Y me digo yo aún si el otro término (el alma) se le impuso a Renato como un sentir muy sincero en él o como una concesión prudente a lo teológico… o como una segregación prudente a la corporeidad”.
Marechal piensa que las ideas de Descartes toman más fuerza en los filósofos iluministas previos a la Revolución Francesa, hecho que marca la ascensión hasta ahora irreversible de Creso, cuando la Razón de Aristóteles se convierte en una “diosa laica”. Aparece entonces la “mística de lo corpóreo”.
Pero, lo peor, es que “libre de los dos frenos que controlaban su vicio, se dio Creso a la tarea de eludir la segunda parte de su función societaria: la de la justicia distributiva. Dije ya que su viciosa pasión lo inclinaba irresistiblemente a ello, vale decir a tomar la riqueza por un dios y a usufructuar ese dios en su propio beneficio”. El oro era el dios de Creso, y dado que era un dios, no podía ser visible, y entonces se construyeron bancos. “Las cajas fuertes fueron el nuevo sancta sanctorum de la nueva deidad”. Los bancosmodernos son templos, son un espacio sagrado, son “catedrales de oro”, incluso en su diseño arquitectónico.
Pero Creso no podía aislar a su dios de la feligresía, al menos no del todo, y entonces inventó un sucedáneo del oro, que es el papel-moneda, lo que nos recuerda nuestra anterior entrega, donde mencionamos los primeros billetes argentinos con rostros humanos como Whashigton, Jefferson, Franklyn, contemporáneamente con el endeudamiento con la Baring Brothers.
Esta nueva religión también tenía, tiene, sus ceremonias, que son los trámites bancarios, la burocracia, los empleados y funcionarios vestidos de traje y corbata.
¿Recuerdan, hace más de cincuenta años, la película “Mary Poppins”?… algunas escenas transcurren en “el Banco”, un lugar casi religioso. Allí Creso es representado por el inolvidable Dick Van Dyke (hace dos papeles, pero el del banquero padre es magistral), actor próximo a cumplir 100 años de edad. En Mary Poppins también es una mujer (Julie Andrews, próxima a cumplir 90 años) quien impone “Lo femenino” por sobre el materialismo de Creso.
Y para que no quede duda de que el poder de Creso ya perdió toda medida, Marechal dice que “el honor de Tiresias radica en su santidad; el honor de Ayax en la justicia de su espada; el honor de Creso está, como es lógico, en el respaldo de su firma comercial… Al principio, el buen Creso se levantaba la tapa de los sesos cuando no podía hacer honor a su firma, de igual manera que lo hizo el guerrero ante el deshonor de su espada. Más tarde Creso abandonó estos incómodos resabios de la belle epoque y optó por la quiebra legal, afirmado en una legislación que dictara él mismo a sus vasallos legistas. Hoy… no trepida en organizar él su quiebra fraudulenta”.
No conforme con todo esto, Creso también intentó imitar lo iniciático, lo oculto, lo esotérico, y aquí hay que detenerse para reconocer a aquellos que hablan de economía “en difícil” para que nadie entienda pero nadie dude de que allí está LA verdad: “Amigo, si usted buscara hoy a los responsables de la economía mundial, ya no daría con el sólido y visible Creso de ayer, sino con Directores de Empresas (N. del Autor: hoy los llamamos CEOs – Chief Executive Officers), que son técnicos y no capitalistas, o con inocentes tenedores de acciones que ignoran quienes, dónde y cómo trabajan su dinero. Verdad es que aún se conservan los centros visibles o indirectos de la economía pero ignoramos en qué Himalaya se han establecido los centros ocultos del oro y quiénes podrían ser los Grandes Maestres responsables que los manejan. De igual modo, y también en parodia de lo esotérico, se han multiplicado las ininteligibles doctrinas económicas o textos iniciáticos del oro al lado de las cuales el Zend Avesta y la Kabbala parecen a traslúcidos cuentos infantiles”.
Lo poético, lo épico, se convierte en prosaico. El fin justifica los medios, según Macchiavello, quien separaba lo político de lo moral. Después de todo te recuerdo que Macchiavello vivió en Florencia, una de las tres ciudades donde surgió el capitalismo financiero, unas décadas antes de la obra citada de Shakespeare.
Al no haber frenos morales, “el Hombrecito Económico da en una locura criminal; es una locura pues, más allá de sus necesidades individuales, amontona números abstractos y estériles en sí (N. del autor: monedas, billetes); y es criminal por la estéril potencia que acapara él significa, en acto, el pan, el vestido y el techo del pobre que no los tiene. Así miradas las cosas yo no vacilaría en sostener que la propiedad es un robo”. Caramba!, Don Leopoldo estaba enojado ese día. Tanto que la frase del final es una cita del mismísimo ¡Karl Marx!
¿Vieron ustedes a los políticos del PRO respondiendo con gráficos, cifras y estadísticas cuando alguien les muestra el sufrimiento de los demás?… ¡Eso es lo criminal de Creso!. No hace falta estudiar filosofía en una universidad. Alcanza con encender la tele y poner TN y escuchar a los “economistas”, que en realidad son sacerdotes del Dios Dinero, agentes de Creso que nos mienten a diario y a quienes el sufrimiento ajeno les importa un bledo… ¡incluyendo la pandemia!!!. ¿No les parece que las maniobras de Pfizer con la vacuna anti COVID tienen MUCHO de El Mercader de Venecia? ¿No les parece que esa andanada de agresiones a las vacunas china y rusa están dirigidas desde la embajada de EEUU y Pfizer?. Conocí personalmente al jefe de seguridad de Pfizer en Puerto Rico y puedo dar fe de que la ideología empresarial se contagia a sus empleados: utilizó los mismos métodos empresariales para “purgar” a la Federación Espeleológica de América Latina y del Caribe (a la que infiltró y destruyó por dentro) de quienes pensábamos distinto a él. Se llama Efraín Mercado y aparece nombrado muchas veces en la Historia de la Espeleología Argentina. Allí explicamos cómo éste y otros personajes usaron el dinero para alcanzar cargos políticos en temas en los que tocan de oído, y desafinan. Perdón por la autorreferencia (ya lo hice en la parte 4 al referirme a mi paso por el Museo Numismático del BCRA), pero creo que viene al caso para explicar cómo se metastasea Creso, en este caso en la persona de un miembro de una iglesia pentecostal de esas que crea Estados Unidos en sus colonias.
Dejamos, por hoy, de hablar estas elucubraciones para rendir homenaje al Marechal que ya Sábato extrañaba como hombre necesario para entender nuestro tiempo, como advertimos en la primera parte. Nos hace falta para entender cómo Creso ha logrado alimentar la pulsión de muerte en la casi mitad de la población argentina, especialmente en las grandes capitales, que es donde reina. El “anticuarentenismo” es eso: un estado de hipnosis colectiva para llevar a la muerte a la población sobrante, porque para Creso las personas ya no son sagradas. Sólo es sagrado el dinero.
No es conspiro-paranoia, pero es bueno ver, incluso en los documentos anexados a este escrito, cómo insidiosamente, cruelmente, Creso se ha ido adueñando de nuestro país y de nuestras vidas, de nuestros espíritus. Marechal fue un profeta no comprendido a tiempo en su tierra, salvo por otros pocos grandes contemporáneos a él como Jauretche, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui, y disculpen si me olvido de alguno.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, jubilado docente y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua, Malargüe.