“Tan violenta ha sido ha sido la venida inmigratoria que podría llegar a absorber
nuestros elementos étnicos Están sufriendo una alteración profunda todos los
elementos nacionales: lenguas, instituciones, prácticas, gustos
e ideas tradicionales”
Ricardo Rojas, 1891
Los argentinos venimos de los barcos 2
La Crisis del 30 obliga a un cambio en la política inmigratoria
La Crisis Económica de 1930 provocó un gran desempleo. Esto motivó que las autoridades ejecutivas nacionales tomaron medidas en defensa de la mano de obra de los nativos y de los extranjeros ya establecidos.
La última gran llegada de extranjeros se produjo entre 1921-1930; en ese período llegaron 878.000 personas. Del 1931 al 1940 72.000; 1941 a 1936 solamente 32.000.
El 16 de diciembre de 1930 el presidente Uriburu dicta un decreto en el que se exigía a los aspirantes a pagar un canon de diez pesos oro en el consulado para que se les extendiera el certificado de “buena salud” y de “buena conducta”.
En 1932 había 300.000 desocupados y en consecuencia se endurecen las medidas que permitan el desembarco. Se dicta la ley de “Defensa de los Trabajadores Argentinos”. La norma disponía que los cónsules suspendieran los permisos de migración, solamente podían venir quienes tuvieran parientes directos y acreditaran medios para subsistir, entre otras exigencias. También se castigaba el ingreso ilegal que se producía desde Brasil y Uruguay.
Los prejuicios que tuvieron los gobiernos fueron más fuertes contra los que llegaban con ideas izquierdistas en general y comunistas en particular.
Según estimaciones entre 1933 y 1945 entraron 22.500 judíos y, en el mismo periodo, solamente 13.200 españoles. Eran más tolerados los hebreos que los republicanos españoles por el ideario marxista que portaban.
Las cifras tuvieron un repunte entre 1947 y 1952, en este período, ingresaron 476.000 personas, la mayoría italianos. Las mejoras socioeconómicas, tales como la justa distribución de la riqueza, el acceso a la educación y la salud; todo esto en forma concomitante con un proceso industrializador del país, alentó la mejoría a que hacemos referencia.
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En estos mismos años comienza a profundizarse la inmigración de nativos de países limítrofes y gente del interior hacia el conurbano bonaerense que absorbió el 68% los que se desplazaban hacia los centros urbanos.
Durante largos períodos Buenos Aires tuvo mayor cantidad de habitantes extranjeros que nacionales. La “avalancha”, como la llaman algunos especialistas, se hacía sentir.
Fue de tal magnitud el impacto del “aluvión blanco” que el Dr. Ramón Doll afirma en su momento que “Así, en 1853 se interrumpe la Historia Argentina para comenzar una humillante crónica de la recolonización europea de la Argentina”
El complejo de “raza superior” de los europeos es de muy antiguada data. Carlos Marx, como buen europeísta difama, insulta a Simón Bolívar “Pero ver que comparen a Napoleón I, con el pillo más cobarde, más vulgar y miserable, es algo que excedía todo límite, Bolívar es el verdadero Soulouque”, escribía Marx a Engels [1]
Indio o gaucho, todo junto, formarán parte indestructible del tipo argentino, combinados por la sangre del pobrerío europeo que va llegando al país después de 1880. Sarmiento y Scalabrini Ortiz vuelven desilusionados de Europa al ver que allá hay mucha pobreza al igual que por estos lados.
Juárez Celman dice “Yo seré el presidente de la inmigración”. Entre 1880 y 1890 se produce un gran cambio. Desaparece la vieja Argentina y nace la nueva Argentina. La penetración imperialista y el ingreso a raudales de europeos provocan el aludido cambio, el que por algunos momentos llegó a ser traumático. Tal es así que su gran instigador, Don Domingo Faustino, en los últimos años de vida se manifestará arrepentido de haber provocado esta inmigración indiscriminada. No vinieron los anglosajones y los nórdicos que Sarmiento, Mitre y Alberdi esperaban. Llegaron españoles, italianos y de otros países en menor cuantía, de los cuales el 67% eran analfabetos en tanto que, en nuestro país, el analfabetismo, llegaba al 40%. El Maestro Inmortal no asume su fracaso y estas estadísticas exacerban su anti-hispanismo y anti-italianismo.
Edmundo De Amicis, escritor italiano, visitó las colonias argentinas en 1884 y lo recuerda de la siguiente manera “Me encontraba en mi patria, vivía en una ciudad de Piamonte y estaba a 2.000 leguas de Italia. Algunos colonos
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que habían desembarcado en la República Argentina hambrientos e ignorantes, se habían trasformado en hombre civilizados, con cierto baño de política y llegado a ser lo que se llama hombres de peso”. [2] Se refería a varias localidades de Santa Fe a la que llamaba la Nueva Italia. Los habitantes hablaban piamontés fueran italianos, alemanes, ingleses o franceses. El único que no se hablaba era el español.
Entre 1887 a 1914 ingresan y se afincan 3.300.000 europeos de los cuales el 80% se radica en zonas urbanas. Esto trae consecuencias económicas y políticas de importancia. En la Capital Federal, Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza y la Pampa la población, en algunos casos, la cantidad de llegados oscilan entre el 60 y el 80% de los habitantes.
En 1891 el Ministro de Justicia e Instrucción de la Nación hacía la siguiente observación “Tan violenta ha sido ha sido la venida inmigratoria que podría llegar a absorber nuestros elementos étnicos. Están sufriendo una alteración profunda todos los elementos nacionales: lenguas, instituciones, prácticas, gustos e ideas tradicionales” [3]
En la provincia de Santa Fe en el año 1905 los italianos de nacimiento llegaban a un millón los originarios a una igual cantidad. La Ciudad de Buenos Aires tenía un millón de habitantes trescientos mil eran italianos. El Comendador Cittadini en un reportaje se jactaba y con razón de los importantes avances de la colectividad a la que ya denominaba “colonia”.
Los ingleses, escoceses, galeses e irlandeses.
“Los escoceses colonizaron, como lo hacen en todas partes, gobernaron la Patagonia y las Islas Malvinas, y vivieron de la tierra, con un ejemplar de la Biblia y un ejemplar de Sir Walter Scott en una mano y una botella de whisky en la otra. Los ingleses nunca echaron raíces, como rara vez lo hacen fuera de su isla, pero su influencia estaba en todas partes. Los irlandeses al país como mano de obra barata, y con el tiempo se abrieron camino en la vida de argentina, en distintos papeles, desde fundadores de pueblos hasta los más altos cargos en el gobierno nacional.
También hubo galeses que desarrollaron su propio valle al norte de la Patagonia ya desde 1865…” [4]
De las 61 maestras norteamericanas que trajo Sarmiento ninguna se casó con un argentino.
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“Con los ferrocarriles británicos, la marina mercante británica, los frigoríficos británicos, los establecimientos rurales propiedades británica, los cerealistas británicos, importadores y exportadores británicos, servicios públicos británicos, seguros y escuelas británicas, la comunidad británica fue la más numerosa fuera de los límites físicos del imperio” [5]
A la luz de lo que leemos en el párrafo anterior podemos deducir que éramos una semicolonia inglesa, aunque en la realidad fuimos una colonia. Manejaban los hilos de la república a su antojo.
La influencia de los angloparlantes fue muy intensa en los deportes, la importación y exportación, las finanzas, el comercio y la educación. Se fundan un elevado número de asociaciones llamada de Cultura Inglesa”. Edward Bridges, presidente del British Council en declaraciones al Diario La Nación “El número de entidades argentinas de este tipo supera al de la que existen en toda América Latina y la Asociación Argentina de Cultura Inglesa es la más grande del mundo”
Richard Seymour, un inglés que visitó la Argentina en el siglo XIX, enemigo del gaucho, no puede menos que reconocer la superioridad de este americano sobre el labriego inglés “… sus nobles modales, la prodigalidad de su espíritu sencillo, su cortesía, su lenguaje medido y digno, y lo considera como el más culto caballero, empleando palabras y frases que un campesino de mi país soñaría utilizar” Y luego destacaba la herencia de la cultura aportada por los españoles. [6]
Darwin tenía la misma impresión de los gauchos.
Columnista invitado
Amadeo Hugo Robert Gilaberte
Contador por la Universidad Católica Argentina. Magister en Energía por la UNCuyo, Facultad de Ingeniería. Obtuvo la graduación de Magister habiendo desarrollado la tesis en la disciplina “Análisis y Gestión de Riesgos Tecnológicos”. Diplomados en UNCuyo, Facultad de Ingeniería: en Análisis y Diseño Energético; en Administración Energética; en Planeamiento Energético. Curso de Eficiencia Energética por la Fundación Pro-ambiente. En la Fundación de Alta Dirección recibió las siguientes capacitaciones: Curso Negociación Avanzada. Diplomado en Programación Integral de Management 2003. Diplomado en Administración de Empresas 2000. Resolución de Problemas y Toma de Decisiones. Seminario Internacional de Marketing Estratégico. Estilos y Estrategias del Nuevo Management por la Extensión School Harvard University. Seminario de Logística Universidad Gentulio Vargas Brasil. Inició su carrera laboral en la Gerencia de Ingeniería de Obras de Y.P.F. Oficina de Planeamiento. Continuó en Gas del Estado desempeñándose en la Administración Comercial. Permaneció con el mismo cargo en la Distribuidora de Gas Cuyana en la Gerencia Comercial. Luego pasó a Gerencia Administrativa Financiera, de la mencionada empresa, hasta su jubilación. También se desempeñó como Perito de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza en juicios comerciales, civiles y laborales. Hizo los aportes, que a continuación se detallan, en el Boletín del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Mendoza: “Calidad”, Boletín del CPCE Mza., May. / 08; con E. Bustamante, “Clusters”, Boletín del CPCE Mza., Oct. – Nov / 07; “Trazabilidad-Del campo a la mesa”, Boletín del CPCE Mza, Jul / 07. Exposiciones realizadas: “Monóxido de Carbono – El asesino silencioso” – Jornadas Internacionales de Energía. 16-17 de abril/10 – Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Ingeniería; “Matriz Energética Nacional y Provincial – Diagnostico y Propuestas” Conferencia Debate en la Universidad Tecnológica Nacional de Mendoza – 15-05-2017.
Notas
[1] Ramos, J. A. (2012). Historia de la Nación Latinoamericana”. Buenos Aires: Ediciones Continente. Pág. 378
[2] García Ledesma, H. (1954) “Lisandro de la Torre y la pampa gringa”. Buenos Aires. Indoamericana.
[3] Rojas. R. (1909) “La restauración nacionalista”. Ministerio de Instrucción Pública. Pág. 332
[4] Graham-Yooll, A. (2000) “La Colonia Olvidada” Tres siglos de presencia británica en la Argentina. Buenos Aires. Emecé Editores. Pág. 9,10
[5] Ídem.
[6] Hernández Arregui, J. J. (2005) ¿Qué es el ser nacional? Buenos Aires. Ediciones Continente. Pág. 63