Tan hartos estamos de slogans y ruido mediático, que las palabras poco dicen. HAY QUE GRITAR, quizá con mayúsculas. Porque hablar de unidad nacional, de madurez de los políticos, de convergencias necesarias frente al FMI, suena a discurso de ocasión. En el ataque permanente que a lo político hace el neoliberalismo, la población descree. Es que el capitalismo pone los huevos en un sitio, pero pía en otro: el que hace la explotación es el gran industrial o financista, pero el que recibe las bofetadas siempre es el político. La población no sabe quién la expolia. Los dueños del capital no son los más visibles y –contra lo que dijo una vez Barrionuevo- muchos creen que su dinero lo hicieron trabajando. A veces sí, pero para tener un capital 1000 veces mayor que alguno de sus trabajadores, nadie supondrá que trabajó 1000 veces más, ¿verdad?
Igual, la tv dirige los ataques a una funcionaria que fue a Cancún. Como si allí no hubiera ido un enorme sector de la clase media argentina, igual que a Punta Cana. A menudo familias enteras, con dos o tres hijos. ¿Qué tiene de raro que una funcionaria pueda vacacionar allí? Pero los locutores del horror fingen indignación: poco costaría buscar para ver cuántos de ellos han hecho viajes más costosos que el que ahora presentan como “exclusivo”, con un lenguaje largamente estudiado para enojar a los televidentes. Por cierto, no sucedió igual cuando Macri se instaló en París con un hotel que superaba los 1000 dólares diarios, o siquiera cuando el prófugo Pepín Rodríguez Simón se “refugió” con alto costo en el Uruguay.
Lo cierto es que se habla mal de la política en general, y peor de la política que aspira a cambiar algo: pero se encomia a la política que está al servicio del capital. De modo que la ceguera de los argentinos en este momento es enorme: no parece que nos queramos enterar de que si la negociación con el Fondo Monetario sale mal, el futuro PARA TODOS será lamentable.
Para todos. Subrayemos. La locura privatista lleva a un sector de la oposición nacional a creer que “cuanto peor, mejor”. Si hay un levantamiento popular, mejor, pues sería desastroso para el peronismo. Pero eso sí, ¿qué viene después? ¿Quién va a pagar esta deuda, contraída absurdamente en connivencia con el staff del FMI? Porque hay que decir que al Fondo la jugada no le salió mal: lo que quería era agarrar del cuello a la Argentina, para obligarnos a hacer lo que ellos quieran. Siempre la deuda fue para eso.
Si este barco se hunde, nos hundimos todos. El sector más intransigente de la derecha argentina no tiene problema: que se hunda todo. Ya sobre las ruinas los grandes propietarios seguirán haciendo sus negocios hacia el extranjero, y el poder local seguirá, sostenido con apoyo mediático y judicial, y con la represión de las protestas cuando las haya.
Morales, nuevo presidente de la UCR, pareció advertirlo hace unos días. Fue de los opositores que se quejó de dejar al país sin presupuesto, y ahora insistió en que la deuda la tomó el gobierno macrista, de modo que no se puede “jugar a las escondidas”, y hay que concurrir a la reunión que el actual gobierno pidió con gobernadores, para aunar fuerzas frente al Fondo.
Por supuesto que Morales recibió todo tipo de ataques de los “ultras”, como Fernando Iglesias que lo mandó a estudiar (como si él fuera un ejemplo de estudioso), o Bullrich que repitió el libreto belicoso de siempre. Pero el jujeño no abandonó su postura, y Rguez. Larreta se vio obligado a seguirlo y prometer que concurrirá a la reunión.
Sin embargo, de pronto el mismo Morales salió a vociferar contra una iniciativa popular de protesta masiva contra la Corte Suprema y los manejos de Comodoro Py. No es decisión del gobierno, pero Morales pretende que sí, y busca dar estocadas. Es raro que se quiera impedir una manifestación que luce totalmente pacífica: no hay razón para anularla. Porque no se va contra la institución de la Corte sino contra los miembros actuales de la misma, que no parecen estar a la altura de su responsabilidad.
Sucede que Morales tiene muchísimo que ocultar en esa área: dos de sus miembros de la Corte en Jujuy eran legisladores de la UCR puestos al vapor, y hay grabaciones de dos directores sucesivos de esa Corte diciendo que reciben órdenes de su gobernador. Es muy claro lo escuchado por tv, en este país surrealista en que las cosas más insólitas suceden y –si vienen del campo del stablishment y sus personeros- no tienen el menor castigo; ni siquiera lo hay desde la opinión pública, aturdida por el vértigo mediático.
Lo cierto es que la voluntad dialoguista del nuevo jefe de la UCR parece bastante limitada. Veremos cómo continúa todo esto. Pero sepamos los argentinos: así como crecen los contagios de Covid 19 y millones de ciudadanos prefieren atiborrarse en playas que parecen multitudes haciendo pogo en un show musical, no queremos enterarnos de que el país está al borde del precipicio y de que la deuda, tal como la está planteando el FMI, NO SE PUEDE PAGAR. Y eso puede significar default, bloqueo de fondos, cierre de exportaciones, calamidades nada menores por tiempos nada pequeños.
Igual, no hay antídoto contra la voluntad veraniega y la estrechez de comprensión que promueven la televisión y las redes sociales. Podemos seguir así, que apuntamos hacia el seguro fracaso nacional, incluso para nuestros hijos y nietos.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.


